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La receta del cerdo agridulce puede acabar teniendo un sabor amargo para las exportaciones murcianas a China. La decisión de la Comisión Europea de imponer tasas arancelarias a varios fabricantes chinos de coches eléctricos a partir de julio ha abierto una guerra comercial con el ... país asiático. China ha comenzando una investigación 'antidumping' contra la importación de carne de cerdo de la Unión Europea como represalia. Las consecuencias directas de esta jugada afectan a una actividad empresarial y a unas relaciones comerciales donde la Región de Murcia tiene mucho que decir.
La carne de cerdo española, en general, tiene como principal destino China, que también es el cliente mayoritario del sector porcino murciano, seguido de Japón y Francia. Más de 120 millones de euros ganan las mercantiles regionales con el envío de la carne, procesada o no, lo que supuso en 2022 un total de 53.252 toneladas, según datos de la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc). Esto deja una importante relación de dependencia en unas exportaciones que, pese a todo, no pasan por el mejor momento.
El 'boom' de las ventas al país asiático llegó con la pandemia y la fiebre porcina africana. En 2021, las exportaciones se elevaron hasta los 86.877 toneladas, con un valor económico que casi alcanzó los 200 millones de euros. Tras ese retroceso del 38,71%, la patronal cárnica ya advirtió el año pasado que las perspectivas a corto y medio plazo, tras el buen sabor de boca con las ventas de hace tres años, son de «una potencial reducción de tales compras por parte de China», que ya generan una «preocupación» e «incertidumbre» para el futuro del sector en la Región.
Ahora, con la nueva embestida del país chino, el escenario no hace sino volverse más negro. «Las guerras comerciales no son buenas para nadie», destaca a LA VERDAD el director general de Interporc, Alberto Herranz, «Murcia viene de haber exportado en 2022 el 5% de la carne porcina de toda España», obteniendo un rédito económico de 428 millones de euros con la salida de 146 millones de toneladas. El representante de la patronal destaca las «buenas relaciones comerciales» mantenidas hasta ahora entre China y España, ya que nuestro país ha sido hasta ahora «un proveedor de confianza» para un país cuya «clase media crece y, con ello, su poder adquisitivo».
Daniel de Miguel, director adjunto de Interporc, todavía no está preocupado. «Sería injusto que se impusieran aranceles a la proteína favorita de China, porque estamos ayudando a suministrar un producto básico y tenemos una buena relación bilateral», analiza. No obstante, reconoce que está a la expectativa, y que una medida de este tipo haría daño. Al fin y al cabo, el año pasado España exportó a China carne y despojos de cerdo por valor de 1.222 millones de euros, lo cual lo convierte en la segunda mayor partida, solo por detrás de los productos farmacéuticos.
La solución, para Herranz, es «la diversificación de mercados» en caso de que el contraataque comercial vaya a más. «La adaptación en las exportaciones ya la hemos pasado» cuando se cerraron las fronteras con Rusia. «Seremos capaces de superar los requisitos que pueda ponernos China, pero podemos seguir abordando grandes mercados en Asia» incide. Concretamente, Murcia ya lleva su carne de cerdo hasta Japón, Filipinas, Corea del Sur, Taiwán o Hong-Kong.
China genera unos ingresos globales para el sector agroalimentario de la Región de Murcia de 150 millones de euros, con datos de hace dos años. La gran mayoría llegan del porcino pero el vino es otro producto que tiene su hueco en el país oriental. La Asociación Empresarial Cárnica (Anafric) advirtió ayer de que «China está considerando seriamente medidas de represalia contra los productos agroalimentarios de la UE, en particular para la carne de porcino (incluidos los despojos comestibles), los productos lácteos y los vinos (en orden decreciente de valor económico exportado)».
Murcia exportó caldos por valor de casi cuatro millones de euros en 2022, por detrás de los productos de verduras transformados, con diez millones. El daño, evidentemente, sería menor que en las ventas de cerdo, pero perder la ruta asiática, tras el coste por abrirla y consolidarla, no gusta a las bodegas murcianas.
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