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Cómo han de ser el potencial y la capacidad de un equipo como el Real Madrid, que en su temporada más irregular en los últimos ... quince años se las está apañando para, ahora mismo, y pese a todo, ser el líder de la Liga Endesa. Pero gigante es la exigencia en Concha Espina, y a poco sabe haber pedido sendas finales de Supercopa y Copa del Rey ante un Unicaja con el colmillo afilado y ganas de seguir coleccionando títulos en uno de los mejores momentos de su historia. Tampoco Europa está funcionando para el Madrid. Campeón en 2023 y subcampeón el año pasado, que después de 28 jornadas se hayan ganado el mismo número de partidos que se han perdido significa que al menos un par de cosas se han hecho mal.
Y los duelos directos hablan por sí solos. Hace tres días el Madrid visitó Atenas para enfrentarse a su verdugo de la final del año pasado, el Panathinaikos. Y no fue rival. Amenazó un par de veces con pegarse al marcador de los verdes, en algún que otro arranque de orgullo, pero apenas quedó en eso. Cuando los griegos pisaban el acelerador o cambiaban el planteamiento, los de Mateo se diluían como un azucarillo en el café de Ataman, muy faltos de argumentos tácticos con que ganar en competitividad.
Tampoco parecen haber funcionado los fichajes. Garuba no es el que se fue del Madrid a la NBA. Ibaka, incluso disponiendo de un físico envidiable a sus 35 años, no está siendo el recambio a Tavares que fue Poirier todos estos años. El tiempo pasa y Rathan-Mayes, cuyo padre jugó en Murcia, no solo no convence, sino que se hunde en la rotación. Feliz, dos de cal por cada una de arena. Fernando, aterrizado hace dos días como quien dice, se adapta al tiempo que Garuba e Ibaka no saben a qué atenerse. Y el experimento de Dennis Smith, fichado fuera de forma, que tardó dos semanas en debutar y fue cortado tras un total de 35 minutos con la camiseta blanca, esclarecedor de este momento de casi improvisación del Madrid en un mercado ya cerrado.
Que este Madrid sea el mismo y, a la vez, otro diferente al del último Real Madrid-UCAM (es decir, el de la serie final del pasado 'playoff'), está en la dificultad de tener la exigencia de competir por títulos ya conquistados cuando en la plantilla siguen primeros espadas como Campazzo, Tavares, Hezonja o Musa, y asumir cierto cambio de ciclo cuando el pasado verano no solo se retiraron dos iconos del madridismo importantes en los momentos más crudos de la temporada como Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, también se dijo adiós al trío francés formado por Poirier, un Yabusele sin recambio (cuyos Juegos Olímpicos llevaron de vuelta a la NBA) y un Causeur siempre fiable. Es decir, todo lo contrario a lo venido.
Y, los que siguen, se miran más con lupa. Sobre Campazzo y Hezonja, de cuya renovación el pasado verano se especuló y mucho, el Madrid está ofreciendo una dependencia que, por jornadas, saca lo mejor de argentino y croata. Pero, por otras, y cuando lo que hay delante requiere de más (por ejemplo, las finales ante el Unicaja), el equipo blanco está acusando cierta pérdida de explosivida de Tavares, un bajón de rendimiento de Musa y la imposibilidad de pedir más sobre la cancha a un Llull crepuscular aunque aún con el don de revolucionar partidos con poco.
El cóctel deja así demasiadas vergüenzas al aire cuando toca demostrar categoría. Porque los de Mateo, con nueve triunfos seguidos en la Liga Endesa, siguen dando miedo y han aprovechado los recientes deslices del Unicaja en Girona y Lugo para arrebatarles el primer puesto, pero son un mar de dudas en el momento de la verdad. Y nadie cambia una Copa del Rey por un liderato en la jornada 21, ni le sirve este de consuelo si no se alcanzan las eliminatorias por el título en la Euroliga. Que el Barça, eterno rival, pase por un momento aún peor, escaso consuelo.
Pero el partido que tiene este domingo el UCAM (12.30 horas) no es de esos del momento de la verdad. Es uno de una liga regular en la que el Madrid, precisamente por sus problemas en los partidos con algo más en juego, necesita no pinchar para asegurar el factor cancha más adelante. Y ahí se está mostrando del todo solvente incluso en partidos donde el aro se cierra, como el de la semana pasada en Gran Canaria (54-69).
Las complicaciones del mercado actual han pospuesto más cambios en un equipo que cada día está más cerca de recuperar a Gabriel Deck, pero del que sorprendería que no sufriera muchos más cambios incluso que los del verano pasado en el de este 2025. Ahí, una figura emerge clave: Hugo Fernández. El joven talento nacional está aprovechando el río revuelto para pescar oportunidades, debutó con la absoluta en las últimas 'ventanas FIBA' y tiene a los 'scouts' de la NBA muy pendientes de su desenvoltura entre profesionales.
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