El joven tenista Carlos Alcaraz volvió a triunfar este domingo en la localidad alicantina de Villena, donde conquistó su tercer ATP Challenger al imponerse al valenciano Pedro Martínez Portero en la final (7-6 (6) y 6-3). La irrupción del murciano, una promesa ilusionante, va tomando forma de realidad a un ritmo acelerado en los últimos meses. El propio Alcaraz no deja de dar motivos para tomarlo en serio. Ya es el segundo más joven (17 años y 5 meses) en ganar tres títulos Challenger, solo por detrás del francés Richard Gasquet (16 años y 10 meses).
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El de El Palmar construyó su última victoria a base de talento y resitencia, tanto mental como física. Aunque ya atrae todos los focos mediáticos, incluso a nivel nacional, el adolescente sigue siendo impermeable a la presión. Su entorno sabe que hay que mantener la debida prudencia, y él no se arruga. Desde que se proclamó campeón de un Challenger por primera vez en Trieste, hace menos de dos meses, suma cuatro finales, tres de ellas ganadas. Eso supone largas semanas de competición, que fueron acompañadas de otros torneos. La carga de partidos, que arrastra desde verano, es muy exigente para un jugador que acaba de empezar, pero el murciano está resistiendo sin bajar el ritmo.
Después de ganar su segundo Challenger en Barcelona hace siete días, Alcaraz se fue a Villena casi sin tiempo para descansar, pero su actuación volvió a ser firme y admirable. Durante el torneo tuvo que batallar para sacar la mayoría de sus partidos en tres sets. En dos encuentros, además, remontó tras perder el primero. Hasta en la final sacó a relucir una solidez determinante, cuando levantó un 5-3 inicial en contra para acabar adjudicándose la primera manga en el tie-break (8-6) tras más de una hora de juego.
Si entonces tenía por fin algo de fatiga en las piernas, la calidad que atesora la escondió. También hacen falta golpes para derrotar a un jugador como Pedro Martínez Portero, un top 100 del ránking ATP que hace unas semanas llegó a la tercera ronda de Roland Garros. Y el repertorio de Alcaraz, pese a la asignatura pendiente del saque, es completísimo. Lo exhibió en el segundo set: juego de fondo, agresividad, habilidad para finalizar en la red y una derecha arrolladora, capaz de zarpazos incontestables, pese a que una superficie como la tierra batida no es una propicia para lograr 'winners'.
De esa manera, Carlos Alcaraz se sacudió a su contrincante en un segundo set sin discusión. Con 3-2 a favor agarró definitvamente el timón del partido y se llevó un 'break' que acabaría decantando la final. Sin titubear ni encogerse en los momentos decisivos, puso el broche con un servicio en blanco y un revés paralelo ganador. El murciano alzó los brazos un domingo más, gritó de alegría y se fue a celebrarlo con su inseparable mentor, Juan Carlos Ferrero. Él, con su rica experiencia, bien sabe que el tenis es un deportero precoz, pero también traicionero. El camino aún es muy largo, pero hasta ahora el que afronta Alcaraz no parece que tenga barreras.
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