Rafael Nadal sosteniendo su decimosegundo trofeo en el Conde de Godó. AFP

Nadal, en la nueva y en la vieja normalidad

El manacorí levantó ayer su primer título del año en Barcelona, donde el público llenó las gradas y la final ante Tsitsipas nos recordó al mejor tenis de antes de la pandemia

Lunes, 26 de abril 2021, 10:05

Era el mejor sobre tierra batida en la vieja normalidad, esa que tanto añoramos y que algún día volverá. Rafa Nadal, en plena segunda ola del coronavirus, también se adaptó como nadie a las circunstancias y se llevó la victoria el pasado mes de octubre ... en el Roland Garros más extraño de todos los tiempos. Y ahora, cuando vemos la luz al final del túnel y nos animamos con esto a lo que alguien decidió llamar nueva normalidad, el tenista manacorí sigue ganando. En junio cumplirá 35 años y algunos ya lo querían enterrar. En este Conde Godó, sobre todo en las semifinales frente al asturiano Pablo Carreño y en la final de ayer contra el griego Stefanos Tsitsipas, ha vuelto a ser él.

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Nadal ha dejado atrás las dudas mostradas en Montecarló, así como en sus primeras apariciones en Barcelona frente a Ivashka y Nishikori. Y esto da muchas esperanzas para lo que resta de la gira de tierra, con Madrid, Roma y París como siguientes destinos del balear. Pero más allá de la buena noticia deportiva, lo que vimos en la final de ayer en la pista central del Real Club de Tenis Barcelona es una bocanada de ilusión para lo que queda de año. Y no solo para el tenis. Es un chute de optimismo para los aficionados de todos los deportes contemplar por la tele cómo unas gradas llenas de público vibraban ayer con su ídolo como en los viejos tiempos. Asistían al mejor partido posible sobre tierra batida en estos momentos. El ganador de trece Roland Garros contra el número 1 en lo que va de año.

El tenis fue de alta calidad y el público, con distancia y mascarilla, se lo pasó pipa. No hay que bajar la guardia y es obvio que el virus sigue ahí, pero lo vivido estos días en Barcelona debe servir de ejemplo a los dirigentes de federaciones y organizadores de torneos y campeonatos. La gente necesita salir. Y el deporte necesita a la gente. En el Conde de Godó se ha fijado un tope de mil espectadores. Estaban al aire libre en una pista en la que cada año se juntan ocho mil personas. Todo en orden. Y el espectáculo mejora. Mucho.

No se comprende que un aficionado pueda ir al Palacio a ver a ElPozo y no le dejen entrar a los partidos del UCAM CB

Porque hay cosas que no se entienden. No se comprende, por ejemplo, que un aficionado murciano pueda ir al Palacio de Deportes a ver a ElPozo (600 hubo este sábado en el encuentro frente al Antequera) y sin embargo no tenga la posibilidad de entrar a los partidos del UCAM CB de la Liga Endesa. Igual de anormal es que un abonado del Efesé no pueda ocupar su butaca en el Cartagonova para ver un encuentro de su equipo en Segunda y, sin embargo, sí pueda hacerlo para asistir a uno del filial, que está en Tercera.

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Está prohibido que los sevillanos vayan al Sánchez Pizjuán y al Benito Villamarín, pero sin embargo la UEFA acaba de cambiar su sede española de la próxima Eurocopa –se cae Bilbao y le sustituye Sevilla– para pemitir un 30% de aforo en La Cartuja este próximo junio. 18.000 espectadores, por tanto, animarán a la selección española en sus compromisos frente a Polonia, Suecia y Eslovaquia. Solo quedan dos meses para esos partidos.

«La UEFA propone mover los partidos de Bilbao a otra localidad en el mismo país simplemente para facilitar que los seguidores puedan ver los encuentros en directo después de un año sin poder asistir a los partidos. Esta decisión permitirá una atmósfera festiva en todos los partidos cobijados por la UEFA», argumentó Zbigniew Boniek, vicepresidente de la UEFA, sobre el cambio aprobado esta semana.

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El tenis nos marca el camino. Haciendo las cosas bien, como estos días en Barcelona, el deporte de la nueva normalidad podrá parecerse al de antes de la pandemia. Será bueno para la industria del deporte. Y para los aficionados.

El personaje

'El Bala' agiganta su leyenda

Cumplió 41 años acaparando titulares en todo el mundo. Debería estar ya retirado y, sin embargo, el murciano Alejandro Valverde sigue siendo, con mucha diferencia sobre el resto, el mejor ciclista español del momento. Tras dos años casi desaparecido, el de Las Lumbreras reverdece en esta primavera en la que nos vuelve a dejar sin palabras. Ayer fue cuarto en Lieja, en la clásica más prestigiosa del calendario. Entró el primero en la recta final, leyó mal el esprint, le robaron la cartera Pogacar, Alaphilippe y Gaudu y no pudo conquistar su quinta victoria en la Lieja-Bastoña-Lieja, lo que significaba empatar con Eddy Merckx a trofeos en 'La Decana' y en el tríptico de las Ardenas.

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Ganar hubiera sido increíble, pero a estas alturas de su carrera a 'El Bala' no se le pueden exigir victorias. Lo que ha hecho esta semana en las Ardenas –quinto en la Amstel Gold Race, tercero en la Flecha Valona y cuarto ayer– solo está al alcance de unos pocos elegidos. Y posiblemente solo Valverde está capacitado para hacer algo así con 41 años. Agiganta su leyenda el murciano y alimenta las expectativas de todos los aficionados de cara al futuro. Ya no es descabellado pensar en que Valverde pueda lograr en Tokio la medalla olímpica que le falta. Normal que quiera seguir hasta 2022.

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