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Carlos Garranzo, alpinista madrileño afincado en Cartagena desde hace 35 años, lo tuvo claro desde el pasado 23 de enero, el día en el ... que se subió a un avión en Islamabad, custodiando el féretro con el cadáver de su amigo Sergi Mingote. Volvería a Pakistán en cuanto fuera posible. Regresaría al K2, la 'montaña asesina'. Allí perdieron la vida hace cinco meses el citado Mingote, el chileno Juan Pablo Mohr, el búlgaro Atanas Skatov, el pakistaní Ali Sapdara y el islandés John Snorri, en una expedición invernal catastrófica para el equipo de Garranzo. Él, que iba con Mingote y Mohr, tuvo que retirarse antes de comenzar la subida a C1 por una parasitosis digestiva.
Garranzo, de 60 años, va a poder cumplir su promesa. Mañana mismo sale hacia Pakistán, tras obtener un permiso especial que le ha costado «un mundo» debido a las restricciones a la entrada de ciudadanos extranjeros en el país, a causa de la pandemia del coronavirus. «Salgo con un triple objetivo: dejar una placa de Sergi Mingote en el Gilkey Memorial [un monumento de piedra cubierto con placas de metal con los nombres de los alpinistas fallecidos en el K2], recuperar parte del material que se quedó en la montaña en la expedición del pasado invierno e intentar averiguar qué pudo suceder allí arriba con Juan Pablo Mohr y sus dos acompañantes», explica Garranzo, quien por vez primera en su dilatada trayectoria afronta una expedición en solitario. «Tenía que ir. Era más necesario que nunca. Y es una forma distinta de afrontar esta nueva aventura», alega.
«Los que llevamos toda la vida en la montaña solemos decir que esta es una droga dura. Hay un riesgo más que evidente cada vez que vamos allí y te planteas muchas cosas cuando pasan cosas como las que sucedieron en enero. Perdí a dos grandes amigos, pero lamentablemente no es la primera vez que me pasa. Y hay una cosa que tengo muy clara: si hubiera sido al revés, ellos hubieran hecho lo mismo que yo estoy haciendo ahora. A ellos les gustaría que yo volviera al K2. Estoy convencido. No podemos parar. Tenemos que seguir con las expediciones y eso es lo que voy a hacer», cuenta Garranzo.
El objetivo, por supuesto, es hacer cumbre en el K2. Pero el alpinista más destacado de la Federación Murciana (coronó el Everest en 2006 y el Lhotse en 2019) quiere también disfrutar del camino. Busca una experiencia que le llene por completo, más allá de si al final puede ponerle la guinda al pastel. «Las condiciones van a ser distintas a las que se han visto otros veranos en el K2. Los sherpas nepalíes no pueden entrar en Pakistán por el tema del coronavirus y es posible que nosotros mismos tengamos que equipar la montaña con cuerdas, que es lo que se hacía hasta hace unos años. Además, hay muchas dificultades para importar oxígeno embotellado en Pakistán. Y a todo esto se suman las complicaciones propias de una ascensión que tiene sus dificultades y las dudas que siempre existen con respecto a la meteorología», resume Garranzo.
Con sus 8.611 metros de altura, el K2 es la segunda cima más alta del mundo y solamente ha sido coronada por 316 alpinistas. Todos lo consiguieron en verano, salvo los diez nepalíes que lo hollaron por vez primera en invierno el pasado 17 de enero. Mientras, más de 5.600 personas han pisado la cima del Everest, el techo de la Tierra con sus 8.848 metros. El K2 es el ochomil más difícil y peligroso, por sus pendientes y su forma de pirámide.
Todo esto lo sabe perfectamente Garranzo, quien no obstante entiende que su presencia en el K2 tiene ahora más sentido que nunca. Volverá al Gilkey Memorial para homenajear a su compañero Sergi Mingote. La última vez que estuvo allí fue el 13 de enero. Fue con el alpinista catalán y ambos rindieron tributo a un amigo que tenían en común, Manel de la Matta, fallecido en 2004 durante el descenso del K2 tras hacer cumbre por la complicada ruta de la Magic Line.
Mingote tuvo un accidente cuatro días después de aquella visita al Gilkey Memorial. Descendía del Campo I al CB y sufrió una caída de 700 metros que acabó con su vida. Para el 25 de junio está prevista la llegada de Garranzo al campamento base del K2. «Quiero recuperar cosas de Sergi y dejar la placa en cuanto llegue. Después, me centraré en preparar la ascensión, que debería ser para finales de julio», pronostica.
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