María Ramírez
Lunes, 17 de abril 2023, 01:04
La Región de Murcia suma un nuevo número uno. A Carlos Alcaraz en tenis y Pedro Acosta en motociclismo se incorpora Fran Sánchez en billar. El deportista, de 31 años, conquistó el primer puesto del ranking el pasado mes de octubre tras su victoria en ... el US Open, el torneo más prestigioso. Un hito que completó con el título de campeón del mundo de bola 8, en noviembre de 2022, y de bola 9, en febrero de 2023. El murciano arrastra consigo una retahíla de éxitos que atribuye a una carrera a la que se ha dedicado «en cuerpo y alma» y por la que ha tenido que «sacrificar mucho para alcanzar este nivel».
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Su currículum deportivo exhibe una trayectoria de más de dos décadas. Con tan solo 4 años, su padre, también jugador de billar, se convirtió en su fuente de inspiración. Un referente que le guió durante sus primeros pasos en el barrio de El Progreso, a pesar de que «al principio tan solo viajaba con él a los campeonatos y apenas jugaba». Para entonces, era un mero acompañante que fantaseaba con participar en los desafíos.
No fue hasta dos años más tarde cuando se colocó al frente de una mesa por primera vez para batir sus capacidades. «Tengo muy buenos recuerdos de ese día. Estuve toda la mañana en la escuela con muchos nervios y no podía dejar de pensar en la partida», confiesa. Una primera toma de contacto que le dejó muy buen sabor de boca y le incentivó a seguir formándose para conseguir el podio.
La fórmula para llegar hasta lo más alto funcionó en el periodo de su adolescencia. Una época en la que el tenis robó parte de su pasión y su tiempo. Entre semana cogía la raqueta y los fines de semana era el turno del taco. Un calendario repleto de entrenamientos que, con 14 años, dio sus frutos: proclamarse campeón de España absoluto. El oro era el reflejo de un don que tenía que explotar, por lo que decidió meterse «de lleno en el billar».
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Con el trofeo nacional en su poder, Sánchez se convirtió en la promesa de esta modalidad. Pero las expectativas de los suyos chocaban con una realidad abrumadora: «Aunque tenía capacidades para llegar, había muy buenos jugadores que perseguían el mismo objetivo», explica frente a una vitrina repleta de galardones. Una presión que supo canalizar con «ganas, ilusión y sobre todo, esfuerzo». Así, se agenció el puesto que «todos soñamos con alcanzar algún día», el del número uno del mundo. Un reconocimiento a toda una vida dedicada a un deporte en el que ya es una auténtica leyenda.
Convertirse en un deportista de renombre tuvo un alto coste: renunciar a su tierra natal. «Hice las maletas y me fui a Salamanca hace unos siete años para estar con mi patrocinador», relata. Pero nunca dejó de hacerlas. «En realidad vivo por todo el mundo porque estoy más tiempo fuera de España que dentro», justifica. Una ausencia que se hace notar entre sus seres queridos, que comparten con él la ilusión de cada triunfo desde la distancia.
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Sus estancias en el extranjero suelen ser prolongadas. «A veces me puedo tirar hasta dos meses sin pisar mi casa», reconoce. Una cuestión que avala su padre, que bromea con el horario en el que tienen que llamarle para tener noticias de él. «Lo mismo estoy en China que en Las Vegas. Siempre estoy de un lado para otro», aclara el billarista.
El murciano parece gozar de un aura de invencibilidad. Prueba de ello es la soltura con la que se enfrenta a torneos de 128 o 256 oponentes. Unos contrincantes que deben responder a un repertorio técnico bien aprendido. Sus entrenamientos varían en función del calendario deportivo. Con una agenda repleta de campeonatos cada dos semanas, dedica «unas 5 o 6 horas diarias», que alterna con el tiempo de descanso, «el factor clave» de la rutina. Unas jornadas en las que, junto a un compañero, «practicamos el saque, hacemos simulaciones de partidos, pero sobre todo, nos enfocamos en lo que peor se nos da para intentar mejorarlo».
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La fuerza mental capitanea sobre el resto de habilidades. «Hay mucha presión, ya que jugamos con tiempo. Debes tirar en unos 30 segundos delante de miles de personas, por lo que a veces se pasa mal», explica. Pero ni la tensión ni el foco de las miradas bloquean al joven, que no está dispuesto a regalar su número uno. En ese afán de superación, «trabajo diariamente para no perder ese puesto, con nuevos objetivos y metas que cumplir».
El deportista, que no deja de engrosar su palmarés, ya baraja sus planes de futuro: «Quiero regresar a Murcia, a mi casa, y espero que sea a corto plazo». Un hogar que vio debutar a un niño que soñaba con competir en la sala de billar del barrio de El Progreso y que ahora conquista los torneos más reconocidos del circuito internacional.
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