Una multitud de aficionados acogen la llegada del autobús de la selección al estadio Enrique Roca. Ros Caval / AGM

Murcia da el primer y ensordecedor grito de aliento a la selección española en la llegada del autobús al Enrique Roca

Decenas de miles de aficionados se agolpan desde primera hora de la tarde en los aledaños del estadio para recibir a la campeona de Europa antes de su importante partido ante Dinamarca

Sábado, 12 de octubre 2024, 19:57

Poco importó el sol y el calor que cayó a primera hora de la tarde de este sábado en Murcia. Ni eso frenó el ímpetu y la enorme ilusión de la ciudad por dar la bienvenida a la selección española al Enrique Roca de Murcia. Desde poco después de las cuatro se agolpaban los primeros aficionados que querían apoyar de cerca a los jugadores, aunque fuese a través del cristal.

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Conforme pasaban las horas crecían los nervios y el número de seguidores que se dio cita en los aledaños del estadio, que se tiñó de rojo completamente. Los locales de hostelería, también a rebosar desde la hora de la comida; completamente desbordados Muchas camisetas de la selección en las que se repetía casi siempre un nombre: el de Lamine Yamal, la estrella emerge del fútbol mundial y el plato fuerte que degustar en el partido de esta noche.

No fue hasta las 19.15 horas cuando el autobús que trasladaba a Luis de la Fuente y sus futbolistas enfiló la avenida Afición Del Real Murcia. A partir de este momento, el apoyo unánime de los aficionados presente se fundió con las bocinas y los tambores en un grito ensordecedor. Murcia estaba entregada a España y ya solo esperaba que los que se iban a vestir de corto le regalasen una victoria y un liderato de su grupo de la Liga de Naciones.

Un centenar de agentes Policía Nacional custodió la llegada del autobús del equipo con el fin de que los nervios y la alegría de ver al mejor combinado nacional de Europa se quedara en eso, en un disfrute. Los más de mil daneses que llegaron hasta Murcia para ver a los suyos tampoco desaprovecharon la oportunidad y dieron también, aunque algo más tímido, el primer grito de aliento a sus jugadores.

Con los protagonistas en el interior del templo murcianistas, los aficionados dejaron de ondear bufandas y banderas para apresurarse a tomar el último sorbo o dar el último bocado antes de entrar al estadio. Otros, impacientes, enfilaron la cuesta para acceder con tiempo y ocupar su butaca: juegan los campeones y nadie se quiere perder ni un minuto. Ni siquiera del calentamiento.

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