José Miguel Campos (Puerto de Mazarrón, 58 años) es un currante del fútbol, aunque este deporte no siempre le ha tratado todo lo bien que hubiera merecido, sobre todo por su entrega total tanto en su etapa como futbolista como en la de entrenador. ... Tras colgar las botas después de jugar en equipos como el Imperial, Alcoyano, Jaén, Macael y Melilla, entre otros, este mazarronero hijo de José Campos Rodríguez, delantero icónico que ganó Liga y Copa con el Sevilla en los años 40 (en plena posguerra), tuvo claro que seguiría su carrera futbolística en los banquillos.
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Tras forjarse en Tercera desde el año 1999, dio el salto a Segunda B en 2005 con el Baza, al que mantuvo en la tercera categoría española. Aún así, volvió a bajar un escalón para dirigir al Real Murcia B, al que llevó a Segunda B al segundo intento. Fue su primer gran logro. Y en el Real Murcia tuvo la oportunidad de dirigir a un primer equipo grana desnortado con Clemente y con claro riesgo de caer a Segunda B. Pero Campos, que había brillado en el filial, recondujo y salvó al Murcia con una racha victoriosa de cinco partidos consecutivos ganados que incluso acercó al equipo a la zona alta.
Personal Nació en Puerto de Mazarrón (58 años). Hijo de José Campos Rodríguez, campeón de Liga y Copa con el Sevilla.
Como jugador Sumó hasta 209 partidos en Segunda B en equipos como el Alcoyano, Jaén, Mármol Macael y Melilla.
Como técnico Dirigió 36 partidos al Murcia en Segunda y ascendió al Imperial a Segunda B. También entrenó al Baza, La Hoya, Jaén, Cartagena, Granada B, Mérida, UCAM, Salamanca y La Unión.
Y lo mejor de aquel curso fue su apuesta enconada por tirar de canteranos hacia arriba (hizo debutar hasta siete), que en muchos casos lograron asentarse en la élite, siendo Alberto García, Kike García y Sergio Escudero los ejemplos más notables.
Su carrera era ascendente, aunque los que le dieron la oportunidad de saltar al primer equipo del Real Murcia no dudaron en fulminarlo el año siguiente a las primeras de cambio, tras diez jornadas en Segunda en las que su equipo, afectado por un ERE y por varios fichajes tóxicos, solo obtuvo siete empates de los que más de uno mereció ser una victoria.
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Tras salir del Murcia, la ansiedad por reivindicarse le pasó factura. Se marchó a un Jaén en el que hubo problemas económicos desde el primer día. Campos, que había estado en las quinielas de varios equipos de Segunda, debió esperar, pero apostó por un Segunda B en el que militó de jugador. El romanticismo le traicionó.
José Miguel Campo
Entrenador de La Unión
Después de la experiencia se desenamoró de los banquillos y tras una campaña 2012-13 en la que no se embarcó en ningún proyecto, dijó sí a Pedro Reverte para coger las riendas de un Cartagena en el que Paco Gómez fulminó a Pacheta antes de jugar el 'playoff'. Quizás tampoco debió aceptar el reto, ya que apenas pudo cambiar nada y ni siquiera se pudo sentar en el banquillo por los problemas del club blanquinegro para tramitar su ficha.
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Lo mejor es que solo meses más tarde el destino le sonrió. Aceptó, tras dos malos años, la oferta de La Hoya, un equipo modesto recién ascendido desde Tercera que le dio la estabilidad y la confianza que no había tenido los años anteriores. La química con Manolo Molina, director deportivo y otro currante del fútbol que como él conocía a la perfección el fútbol modesto, fue clave. Fue todo tan bien que contra todo pronóstico el 'Brócoli Mecánico', en el que volvió a trabajar con su inseparable Manolo Requena, llegó hasta la segunda eliminatoria del 'playoff'. Al año siguiente consiguió una trabajada permanencia, pero la llegada de Xu Genbao a Lorca puso fin a dos años brillantes en los que entre Campos y Molina catapultaron al fútbol profesional a futbolistas como Ortuño, Josan, Manolín y Juan Hernández, entre otros.
José Miguel Campo
Entrenador de La Unión
Al menos, su gran trabajo en La Hoya le abrió la puerta del Granada B de Quique Pina y Juan Carlos Cordero, donde también hizo un gran año en este filial de un equipo de Primera, pero la suerte le fue esquiva otra vez, ya que la venta del club nazarí obligó a Campos a emigrar. Y de forma consecutiva, las malas y breves experiencias se acumularon en el Mérida, UCAM y Salamanca, lo que le empujó a pasar la campaña 2019-20 en blanco y más tarde a enrolarse en la secretaría técnica de Fran Sánchez, director deportivo que contó con el murciano para sus proyectos en el Granada y el Valladolid.
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Tras un año en blanco, en el que Campos no dejó de seguir desde juveniles a futbolistas de Segunda con los que actualizar sus archivos, estaba abierto a escuchar ofertas e incluso tuvo algunas encima de la mesa. Pero le llamó un jugador al que dirigió en el Real Murcia B, un Quinín que sabía de lo que era capaz Campos y que ejerce como director deportivo de La Unión, equipo de Segunda Federación que el pasado curso se salvó sobre la bocina del descenso: «Siempre tienes la ilusión de construir algo, de competir bien. Hemos superado etapas. El equipo es equilibrado y compensado. Quinín conoce muy bien el mercado y eso se nota», asegura Campos.
Aparte de su buena conexión con Quinín, él cree que entre los secretos de La Unión están «iniciar muy pronto la pretemporada y tener un buen número de jugadores desde el primer día. También tener claro el modelo y el perfil de jugadores que íbamos a firmar; debían conocer nuestro contexto, que muchos fueran de la Región y siempre con la ilusión de crecer», dice el mazarronero.
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Campos reflexiona sobre las buenas y malas experiencias que le ha dejado el fútbol, desde que empezó a entrenar en 1999: «En las malas casi siempre me he visto cortado o fuera de proyectos en las primeras jornadas. Con las expectativas altas y la sociedad de la inmediatez en la que vivimos, a veces es complicado explicar que en esto del fútbol se necesita un tiempo y que conseguir los resultados en los primeros partidos no siempre es fácil, pero sabemos que son las reglas del juego y que los entrenadores somos los primeros en caer».
Tras 20 jornadas disputadas en el grupo 4 La Unión es tercero en la tabla, con 35 puntos y a solo dos del UCAM, el líder: «Todos los que estamos en este proyecto vivimos el día a día, nos preocupa el futuro inmediato. Ahora estamos volcados en el mercado de invierno y en focalizar la energía en el objetivo de jugar el 'playoff'. Es una ilusión que nos mueve, no era nuestro objetivo primario pero ha llegado a base de humildad y trabajo para competir con equipos que nos duplican en presupuesto. Tenemos que seguir hacia adelante. En otros sitios donde no estábamos predestinados a ello lo conseguimos, y aquí también podemos hacerlo. Miedo no tenemos».
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Campos no piensa en el futuro: «No pienso en eso. Hay momentos que el fútbol te juega malas pasadas y te desenamoras y prefieres aportar en otras áreas. Ahora he vuelto a entrenar, creo que me he regenerado y he aprovechado el tiempo. Estoy rodeado de un grupo de colaboradores espléndido que me hacen el día a día mucho más fácil», indica.
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