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Al final, no hemos podido escaparnos». Juan Madrid tiene 57 años, trabaja en una empresa de terrazas y en su tiempo libre ha removido cielo y tierra con la directiva, sin suerte para evitar lo inevitable: frenar la caída de un equipo histórico. El Club Deportivo Juvenia ya lleva dos pérdidas de categoría consecutivas; la última hace solo unos días al octavo escalón del fútbol español: Segunda Autonómica. Son momentos complicados para directivos, jugadores y vecinos que aman al equipo del pueblo. Pero todos se resisten a tirar la toalla en Pozo Estrecho.
Corren malos tiempos para el fútbol galileo.
Principalmente, el problema está en la dificultad de encontrar jugadores: en el pueblo quedan pocos y para la gente de fuera es poco atractivo jugar prácticamente a coste cero, si es posible una ayuda para cubrir el gasto de la gasolina. «Son otros tiempos. Hay muchos juveniles que cumplen la edad formativa y lo dejan, cuando antes nos matábamos para jugar aquí», apunta el presidente Madrid. Tampoco ayuda la competencia: quien despunta prefiere jugar en poblaciones cercanas como La Aljorra, Alumbres, Balsicas o El Algar, en Preferente, para percibir alguna pequeña cantidad a cambio.
Juan Madrid. Presidente: «Antes nos matábamos por jugar aquí» «Son otros tiempos. Ahora los juveniles cumplen la edad, lo dejan o buscan dinero. Antes nos matábamos por jugar aquí, en el Juvenia».
Antonio Hernández. Tesorero: «Tocamos fondo y ahora solo podemos subir» «No hay gente en el pueblo y traer de fuera cuesta mucho. Hemos tocado fondo y ahora solo podemos subir».
Antonio Corral. Entrenador: «El margen de tiempo era muy corto» «Hay buen equipo, pero llegamos con siete partidos y el margen de tiempo era corto. No quiero que esto se acabe».
El Juvenia es originario de 1931 y durante buena parte del siglo XXI vivió etapas doradas. Por el equipo de Pozo Estrecho desfilaron conocidos entrenadores como José Carlos Trasante y Paco Pedreño, además de futbolistas reconocidos en el Campo de Cartagena. Fueron ejemplos el incombustible Ginés Requena, un clásico en diversos clubes de Tercera y Preferente; y otros que llegaron hasta Tercera y Segunda B, como Villanueva y David Zamora. El club compitió incluso en Tercera División (la última vez en la 2007/08) y aguantó nada menos que diez años seguidos en Preferente.
De aquella época destacaron importantes hornadas de jugadores naturales de Pozo Estrecho, hasta alrededor de un 60% de la plantilla. Todos estaban comprometidos con el equipo del pueblo, formaron un bloque muy sólido y la mayoría defendió la camiseta durante largos años. Por desgracia, lamenta el tesorero Antonio Hernández, «ya no tenemos ese perfil».
El Juvenia juega sus partidos como local en el Rafael García. Entonces era uno de los pocos campos de césped natural en Cartagena, todo un reclamo para organizar partidos amistosos contra el Efesé y para que el equipo albinegro, entonces en Segunda B, usara las instalaciones para entrenar. Hasta la temporada pasada lo hacía el Cartagena B, ya con hierba sintética. Eran momentos de bonanza.
Todo aquello se acabó. Y llegaron los momentos de zozobra. En 2022 no hubo manera de esquivar el descenso de Preferente a Primera Autonómica. El equipo ganó 8 partidos en 28 jornadas y terminó la temporada el quinto por la cola, perjudicado además por el reajuste de la categoría y el mayor número de descensos. «Hicimos un esfuerzo con fichajes, pero no fue posible», recuerda el tesorero.
Hace unos días se consumó la caída de Primera a Segunda Autonómica. Con muchas más dificultades, la directiva intentó reconducir el rumbo del equipo con un cambio de entrenador a la desesperada. «La realidad es que hay buena plantilla, pero quedaban siete jornadas y el margen de tiempo era muy corto», cuenta Antonio Corral, el técnico. Exjugador, él formaba parte de aquella exitosa hornada de galileos.
Hoy en día, la mayoría de chicos de la plantilla son juveniles que acaban de cumplir el ciclo, a excepción del capitán Alfonso (27 años) y Chules (32). «La situación deportiva nos deja preocupados. Todos quieren cobrar algo y no se puede. En el pueblo quedan pocos chavales y traerlos de fuera cuesta mucho».
El tesorero calcula que esta temporada el presupuesto ronda los 38.000 euros, entre la subvención municipal, los pequeños patrocinios, los ingresos de la cantina y de los alrededor de 80 abonados, además de las inscripciones en las bases: hay un juvenil, un cadete, un infantil y un alevín. Pese a la ayuda federativa, hay que pagar 165 euros por la ficha de cada jugador y 260 se van en los arbitrajes cada jornada.
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«Nos gustaría mantener el sénior, a ver si con algunos juveniles que salgan ahora. Tenemos hasta agosto o septiembre para decidir», dice el presidente. «No quiero que se acabe, es bueno para el pueblo», apunta el entrenador. Hay previstos reajustes en Primera Autonómica que podrían permitir recuperar la categoría, si salen vacantes. Y hay intención de algunos chavales que se comprometen a seguir, aunque les aparezca algo mejor de poblaciones cercanas. «La buena noticia es que ya hemos tocado fondo y más bajo no podemos caer. Ahora solo podemos subir», añade optimista el tesorero. Consumado el descenso, al Juvenia le queda la Copa Federación. Este sábado, los galileos fueron goleados por el Roldán en su casa (1-7).
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