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Antonio Zomeño
Domingo, 9 de marzo 2025, 08:27
Once horas de viaje, escala obligada mediante, se tarda en recorrer los casi 6.000 kilómetros y cinco husos horarios que dividen la helada geografía de Islandia, capital mundial de las auroras boreales, y el sofocante clima de Florida, el lugar más soleado de Estados Unidos. Entre estos dos paisajes antagónicos, el Océano Atlántico actúa como barrera geográfica natural que, desde el pasado verano, separa a José Manuel López (Archena, 26 años) y Javier López (Archena, 22 años), dos hermanos unidos por una pasión común que les ha llevado a miles de kilómetros lejos de casa.
José Manuel López abandonó la comodidad de su Archena natal con apenas catorce años, cuando dejó el cadete del Real Murcia para emprender una dilatada aventura por tierras alicantinas. Su paso por múltiples equipos de Segunda RFEF despertó su espíritu aventurero. «En Formentera no me terminé de encontrar como jugador. Para lo pequeña que es la isla, se me hizo enorme», explica el central sobre ese enero del año pasado en que decidió hacer las maletas y dar un cambio radical a su carrera.
«Sentía que estaba estancado aquí. Siempre había tenido claro que algún año quería probar fuera, ya no sólo por el fútbol, si no por la aventura. Verme solo en un sitio, no tener ni idea de nada. Quería vivir esa experiencia», comenta en relación a su llegada a la humilde localidad islandesa de Selfoss.
Mientras José Manuel acumulaba convocatorias con la selección valenciana, su hermano Javier despuntaba en las categorías inferiores del Real Murcia, donde acumuló doce años en los que llegó a debutar con el primer equipo grana. Pero el germen aguardaba latente en su sangre.
«Siempre había soñado con salir de casa. Mi hermano siempre había estado fuera y yo en Archena con mis padres», comenta Javier sobre qué le motivó a presentarse a un partido de exhibición repleto de ojeadores americanos. Unos meses más tarde, tras varias visitas de delegaciones estadounidenses hasta Archena, Javier aterrizó en la UCF, uno de los programas más prestigiosos de todo el fútbol universitario norteamericano.
Nacidos en una familia de farmacéuticos, ambos hermanos están también unidos por la profesión familiar que han elegido continuar. José Manuel compagina su carrera como futbolista en el UMF Selfoss con su trabajo en la farmacia de la humilde localidad islandesa. Tras sobreponerse a unos procesos burocráticos kafkianos en su llegada al país, y llenar el armario de ropa de un grosor desconocido por la Región, la narración del primer partido que el central disputó en la Tercera islandesa ilustra el fútbol del país a la perfección: «Todavía era invierno y hacía mucho viento; menos cinco grados, el campo blanco por la granizada. A cada pelotazo, el balón volaba y era imposible saber dónde iba a caer. Además, había una parte del campo hacia la que no podías mirar; girabas la cabeza y el granizo te pegaba en la cara», comenta.
Tras este debut en un escenario más propio de un capítulo de 'Vikingos' que de un partido de fútbol, el central no tardó en erigirse como una pieza indiscutible en el Selfoss. Esta temporada ha levantado el título de copa y el campeonato liguero, acompañado de un ascenso a la Segunda División islandesa que le ha motivado a renovar por dos temporadas más.
El más joven de 'los boticarios de Archena', Javier López, tampoco ha necesitado de un periodo de adaptación al 'college' americano. Establecido en la residencia para deportistas de la UCF de Orlando desde su llegada a Estados Unidos el pasado junio, donde continúa estudiando la carrera de Farmacia, el mediocentro de 22 años ha sido una pieza fundamental en la corta pero intensa temporada de la NCAA.
«En Florida hay muchos hispanos que me han acogido muy bien. En lo deportivo me he adaptado muy rápido y, personalmente, he dado un salto de nivel», narra Javier sobre una experiencia que califica como «genial», pero que esconde «una soledad que, a veces, se hace difícil».
Pese a la distancia que separa ambas conversaciones telefónicas, no es difícil adivinar una sonrisa agridulce en el rostro de estos dos hermanos al rememorar el enfrentamiento que pudo ser, pero acabó truncado. En verano de 2022, con José Manuel en el Mar Menor y Javier en el primer equipo del Real Murcia, ambos hermanos se reunieron sobre el mismo césped en el partido que debía enfrentarles, pero el destino tenía guardado un giro cruel.
«Él salió de titular y yo estaba en el banquillo, pero tuvimos la mala suerte de que, a mitad de la primera parte, hizo una entrada abajo y se le salió el hombro. Fue muy duro porque yo estaba en el banquillo viendo a mi hermano sufrir», recuerda Javier López. Cuando entró al campo, José Manuel ya había sido sustituido.
Tres años después de aquella oportunidad truncada, ninguno sabe qué deparará el futuro; se centran en aprender y disfrutar de las increíbles experiencias vitales que el deporte que ambos aman les brinda a diario. Mientras, con un ojo puesto al otro lado del Atlántico, estos dos hermanos de Archena celebran las victorias del otro como una forma de mantenerse unidos sin importar los miles de kilómetros que les separen de casa.
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