Giro de 180 grados en el Efesé con la salida de un Víctor Sánchez del Amo que no convenció y la llegada del ilusionante Julián Calero. El discurso del nuevo entrenador, que simbolizan sus 'bocatas de mortadela', cala en la afición y dotó de una solidez desconocida al equipo en el partido ante el Amorebieta, que dejó más señales positivas que negativas.
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En el Real Murcia, en cambio, la evolución es prácticamente nula. El equipo dejó la puerta a 0 ante el Alcoyano, pero volvió a evidenciar la falta de ideas en ataque, de intensidad en los duelos y de hambre. La paciencia de la grada se ha agotado y Munúa pende de un hilo.
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