En el polideportivo Fernando Argüelles de Antequera queda plantada la semilla de una nueva vida para el fútbol sala cartagenero. La Copa del Rey que acarició anoche el Jimbee Cartagena debe marcar el camino para que directivos, entrenadores, jugadores y aficionados no tengan que esperar ... otros 17 años para jugar otra final. Que la derrota contra el Barcelona (3-4) sea el principio de una bonita historia para este deporte, siempre castigado, angustiado, al borde del principio, pero que ayer durante 46 minutos soñó como nunca antes por el primer título de su historia.
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No cabe duda de que esta edición de la Copa del Rey es el ejemplo a seguir en el futuro. El Jimbee Cartagena ha competido como nunca durante cinco rondas, a cada cual más difícil, desde el partido trampa en Elda, los penaltis en Alzira y la remontada en Torrejón hasta el doble show de escapismo en Antequera: cuando pareció muerto, el equipo de Duda resucitó para plantarse en la final con más cara que espalda en la tanda de penaltis ante el Peñíscola (4-5). Que se lo digan a Raúl Jerez.
Jimbee
Raúl Jerez, Bebe, Mellado, Lucao y Waltinho (quinteto inicial). También jugaron Meira, Pablo Ramírez, Juanpi, Jesús Izquierdo, Motta, Juanan y Javivi.
3
-
4
Barcelona
Dídac, Antonio Pérez, Marcenio, Matheus y Sergio González (quinteto inicial). También jugaron Adolfo, Dyego, Ortiz, Catela, Ferrao, André Coelho y Pito.
Goles: 0-1, Ferrao (6). 0-2, Dyego (19). 1-2, Motta (29). 2-2, Antonio Pérez (33, en propia puerta). 2-3, Ferrao (38). 3-3, Coelho (39, en propia puerta). 3-4, Pito (42).
Árbitros: Cordero y Gallardo. Amarillas a Raúl Jerez, Bebe, Waltinho, Rocha, Ferrao, Coelho, Pito y Dyego.
Incidencias: Lleno en el Fernando Argüelles con 2.575 espectadores, 500 de ellos llegados desde Cartagena.
El más dificíl todavía lo protagonizaron este domingo los muchachos de Duda. Su equipo fue fiero, sacó las uñas y miró a los ojos al Barcelona, el rey del fútbol sala. Nadie tose al conjunto azulgrana en el 40x20 salvo contadas excepciones. El Jimbee fue la rareza del Barça en una noche sin titubeos, tembleques ni nada que la teoría atribuye a un equipo como el cartagenero, novel en las finales, más allá de la lejanísima de 2006 contra ElPozo.
Con la 'L' a la espalda pero el tesón de un veterano de guerra, lo cierto es que el Jimbee llevó el combate hasta el último asalto y a su rival, el Barcelona, al rincón del cuadrilátero. Los meloneros compitieron de tú a tú, llevaron al extremo a los culés y forzaron la prórroga de una final que decidieron los pequeños detalles. Sobre todo, el de no sacar la cadena para atar a Ferrao, uno de los protagonistas de la noche con un doblete.
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El brasileño no es mejor pívot del mundo por casualidad: conviene no pestañear cuando lo defiendes. O le muerdes o te devora. Así funciona Ferrao. En esas tareas de perro de caza quedó doblemente señalado Jesús Izquierdo, quien apenas inquietó a su marca. El brasileño se giró con suma facilidad en el 0-1. Y en la prórroga, Pito vino a calcar la jugada para establecer el 3-4. El cierre alcantarillero del Jimbee bajó demasiado la guardia, careció de firmeza y fue la vía de pequeña fuga de escape por la que se escapó la final.
Porque el Jimbee hizo muchas cosas bien. No tanto el Barcelona, curtido en mil batallas de este tipo: sin florituras pareció meterse en el bolsillo la final cuando se marchó al descanso con un cómodo 0-2. Ni fue una apisonadora ni fue de sobrado el equipo de Jesús Velasco. Simplemente aprovechó la relajación de Jesús Izquierdo, primero; y una falta a 22 segundos del asueto, después, para poner tierra de por medio.
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Sin contundencia El cierre Jesús Izquierdo queda señalado en las defensas a Ferrao y Pito en el 0-1 y en el 3-4
Actitud encomiable Los meloneros se lo creen en la segunda parte, son capaces de igualar el 0-2, el 2-3 y soñar hasta el final
En ese lanzamiento de Dyego para establecer el 0-2 también saltaron las alarmas. El disparo raso superó la barrera, algo resquebrajada; y pasó por el palo largo de la portería, el que presumiblemente debía defender Raúl Jerez. Algo se cortocircuitó ahí para premiar al Barça, que encima de llevar una plantilla de estrellas y manejar un presupuesto desorbitado tiene una contundencia en las áreas que no alcanza nadie. Es el gen campeón: ganar en las buenas y en las malas.
El Barça ha levantado 27 grandes títulos. Pero a esta Copa del Rey, su torneo fetiche (lo ha ganado en 8 de 13 ediciones), llegaba ciertamente con urgencias: esta temporada cayó eliminado en las semifinales de la Copa de España y se quedó fuera de la 'final four' de la Champions. Asegurarse anoche el trofeo número 28 era una necesidad. Por eso, y porque los azulgranas no regalan migajas, la remontada melonera en la segunda parte se antojaba bastante difícil.
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Pero el equipo volvió a resurgir de sus cenizas. Como en Alzira. Como en Torrejón de Ardoz. Como solo un día antes en Antequera, contra el Peñíscola. La más difícil todavía la consiguió en una segunda parte de aúpa, donde los cartageneros dominaron, llevaron el peso del partido, de las ocasiones y llevaron al extremo al Barcelona. Un acoso y derribo en toda regla el de los meloneros.
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Hasta tal punto que el Barça se vio arrinconado en su rancho y el Jimbee fue capaz de forzar la sexta falta y el doble penalti. El italobrasileño Motta puso a soñar a los 500 cartageneros presentes en las gradas del Fernando Argüelles. Todos enloquecieron con el 1-2. Y más con el 2-2 de Antonio Pérez en propia puerta. Era el minuto 33 y el Jimbee, que parecía muerto, demostró tener tantas o más vidas que un gato.
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Ni cartageneros ni catalanes escatimaron en esfuerzos. Ni en intensidad, ambos al límite de faltas. Dyego rascó la sexta a Pablo Ramírez y Ferrao no perdonó desde los diez metros en el minuto 38. De perdidos al río, el Jimbee se la jugó con el portero-jugador. La apuesta salió de maravilla en las semifinales, y de nuevo anoche cuando Coelho en propia puerta forzó la prórroga (3-3).
En los seis minutos de tiempo reglamentario, Jesús Izquierdo bajó la guardia, Waltinho se despistó en la cobertura y Pito castigó a los meloneros con el definitivo 3-4. Aún pudo el Jimbee obrar el milagro de los penaltis con un derechazo tremendo de Javivi que sacó Dídac. Pero todo se acabó para los meloneros, que compitieron como nunca. Cabeza alta para los muchachos de Duda. Y también para todos los aficionados, que desde Antequera y Cartagena vibraron de una manera verdaderamente emocionante. Como en los viejos tiempos. Como en los nuevos de una semilla que el fútbol sala cartagenero plantó en el Fernando Argüelles y debe regar ahora.
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