![La estancia sin fin de Edna Bugmann](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202003/17/media/cortadas/volei-U70822519266rII-U100565417570bSC-624x385@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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La rotura del tendón de Aquiles le ha enseñado a Edna Bugmann (Gaspar, Brasil, 30 años) a ser paciente y cumplir los plazos de recuperación, por más que tenga ganas de volver ya a las pistas de voleibol. No en vano, su estancia en ... El Algar de momento no tiene fin. Aún desconoce la fecha en la que podrá retornar a su país, con sus padres, pese a que el Algar Surmenor ha dado por concluida la temporada por la crisis del coronavirus y todas sus jugadoras han vuelto a sus hogares. Hasta el día 24 tampoco podrán regresar las americanas Denise Belcher y Devon Rachel, sus compañeras de piso, que no han podido irse antes por las restricciones de las comunicaciones con Estados Unidos y el alto coste de los billetes en las últimas semanas. El tiempo de Bugmann en España, de momento, es indefinido.
La central brasileña es la jugadoras más veterana del equipo y no puede abandonar todavía El Algar por una sencilla razón: el 23 de noviembre, Buggman se rompió el tendón de Aquiles en un partido contra el San Cugat. El tratamiento es de una vez al mes en Murcia, y a diario piscina en La Unión y sesiones de fisio en Cartagena, todo ello costeado por el Algar Surmenor y la Seguridad Social. Si se fuera a Brasil, tendría que costearlo ella por su cuenta. La idea era que a principios de abril pudiera quitarse las dos muletas, pero todo su proceso de rehabilitación está parado por el coronavirus hasta nuevo aviso. Su regreso a casa, por lo tanto, no tiene fecha.
«Si lo pienso, me pongo triste y me agobio. Mis padres me preguntaron y mis amigos me dicen que me echan de menos, pero ya están acostumbrados y no hablamos de eso. Es algo que no se puede saber. Soy optimista y lo peor de la lesión ya ha pasado», cuenta Bugmann, una corpulenta central de 1,87 metros que empezó a jugar al voleibol con 11 años, cuando ya medía 1,72. Jugaba en el Blu Voley brasileño y en 2018, «para seguir evolucionando», firmó y ascendió a la Liga Iberdrola con el Elche de Collin, su actual entrenador y persona de confianza.
Nunca había sufrido una lesión tan grave a lo largo de su carrera, pero aquel 23 de noviembre supo que lo que tenía era bastante serio. «Noté como si alguien me pegara una patada por detrás. Como una pedrada. Pero fui yo sola, al intentar ir a la red. Chema [el segundo entrenador] y Miriam [capitana y presidenta] pensaban que era algún esguince. Pero supe desde el principio que me había roto el tendón de Aquiles. No lloré ni grité», rememora ahora.
Edna llevó una escayola y una bota ortopédica, hasta que fue mejorando y cambió a las muletas. «Ya pasé lo peor. Soy una persona que no tiene paciencia y llevo mejor de lo que pensaba los nueve meses de recuperación. Ahora no puedo seguir, aunque el fisio me ha mandado unos ejercicios para hacer en casa y que la pierna no esté quieta», dice.
Antes del coronavirus, solía aprovechar para salir de casa e ir al mercadillo de los viernes en El Algar. Ha estudiado Educación Física, es hija única y afronta con optimismo la situación: «Mi madre siempre dice que se cría a los hijos para el mundo. Ya he pasado lo peor», se anima.
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