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Dani Sánchez
CARTAGENA.
Jueves, 16 de marzo 2023, 01:21
Es una luchadora dentro y fuera del tatami. Estudia, trabaja y compite como si le fuera la vida en ello. Carlota Prendes (Cartagena, 2001) está más que acostumbrada a vivir a todo trapo. Con su ciudad por bandera, cada vez que participa en un ... campeonato acaba consiguiendo algún éxito. Le da igual en la disciplina que sea y no importa si apenas tiene tiempo para prepararse. Ella continúa acumulando galardones uno tras otro para llenar una sala de trofeos que empieza a ser enorme.
Su padre, Nacho, le inculcó la pasión por el judo. Con apenas seis años ya hacía llaves en el pabellón Wssell de Guimbarda. Se volvió una apasionada del Jiu-jitsu brasileño, disciplina que le otorgó sus prematuros éxitos inciales. En febrero de 2020 cosechó su primer campeonato europeo en Lisboa. Tenía solamente 18 años. En el mundial, en 2021 en Abu Dabi, obtuvo el bronce.
Pero Prendes es inquieta y decidió probarse en un arte marcial diferente que pudiera suponerle un nuevo reto para ella: el grappling. Para la cartagenera, esta disciplina es «como el judo, pero con mucho más combate en el suelo y más permisivo a la hora de ciertas luxaciones». Para los novatos en este deporte, lo explica de forma clara: «consiste en que, sin golpeo, tienes que intentar someter a tu adversario».
En su primer campeonato, en la modalidad de menos de 53 kilos, ya fue capaz de colgarse la medalla de plata y, unos meses después, fue bronce en el mundial de Pontevedra. En aquel momento, confesó en Twitter que se había quedado «con la sensación de poder haberlo hecho mejor», a pesar de su inexperiencia en campeonatos de ese calibre.
Este año tenía la ambición de ir a por más y, a pesar de una pequeña lesión, logró ser campeona nacional en grappling (sin kimono) y en grappling Gi (con él) el pasado mes de febrero en Onda (Castellón). Ello provocó su clasificación para el campeonato europeo, que se celebraría solamente dos semanas más tarde en Bucarest (Hungría), donde tuvo la incertidumbre de si iría o no hasta el último instante.
«Cuando me dijeron finalmente que sí iba sentí muchos nervios, porque no puedes preparar una competición en tan poco tiempo», dice. «Tenía que ir con lo que tenía, preparándome en tan sólo quince días».
A pesar del poco tiempo de preparación y de las molestias que sufría, logró conquistar la medalla de plata en grappling y la de bronce en grappling Gi, lo que ayudó al equipo femenino español a lograr un oro. Prendes es muy ambiciosa y, al igual que después del mundial de Pontevedra, cree que podría haberlo hecho mejor: «Estoy contenta, decir que no sería mentir. Lo he hecho muy bien y se me ha ido por poquito, pero no estoy satisfecha porque podría haber dado ese poquito. Quiero demostrar que soy mejor de lo que he enseñado. Tocará corregir fallos», asevera.
Y es que el combate de semifinales con kimono ante la israelí Pnina Aronov, que habría permitido una final española ante la mito Naiomi Matthews, se le escapó por detalles. Había caído en la final sin kimono tan solo un día antes, por lo que ésta «fue una derrota donde luché mucho mejor, estuve dominando más tiempo y no me finalizó» y cree que aprendió «de un día a otro», lo que valora muchísimo.
En todas las competiciones en las que ha participado hasta ahora ha logrado algún metal, pero cree que podría mejorar sus resultados con pequeños detalles. Ahora, le espera el campeonato mundial en Zagreb (Croacia) el próximo mes de septiembre. Sin embargo, preguntada por sus próximos retos, responde con algo que le hace mucha ilusión: «el campeonato universitario de lucha olímpica» a finales de abril, modalidad en la que ya ha sido subcampeona nacional sub-23. «Nada es imposible» afirma con respecto a la posibilidad de participar en los Juegos Olímpicos de 2028. «Si me fuera muy bien en lucha, no descarto cambiar o competir en ambas», dice.
Carlota Prendes, en cuarto de grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Madrid, tiene clases de la universidad por las mañanas. Por la tarde, imparte clases de Jiu-jitsu brasileño y, cuando estas terminan, comienza con su entrenamiento propio. Las ayudas Federación Española por ganar los campeonatos nacionales le costean sus viajes, pero el material no está financiado y lo tiene que gestionar ella misma. Una beca deportiva del Ayuntamiento de Cartagena le echa una mano también, pero no le «da para todo».
El pinatarense Sergio Riquelme se adjudicó también dos medallas en el campeonato de Europa de Bucarest, en la categoría de menos de 66 kilos. El estudiante de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Cartagena logró un bronce en la categoría sin kimono y una plata en Gi, completando un excepcional campeonato.
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