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Si en el mundo del deporte hay alguien que sabe bien lo que es pasarse la vida escalando en dirección al famoso techo de cristal y esquivando obstáculos constantemente para lograr sus objetivos son las jugadoras, entrenadoras y directivas que luchan contra viento y marea en los clubes de mediano o pequeño nivel. Por eso, ahora que la pandemia de la Covid-19 ha dejado tiritando en la Región de Murcia a equipos y deportistas individuales de todas las disciplinas, las mujeres que llevan años compitiendo en precario, caminando con más cuidado que una trapecista, son capaces de esbozar una sonrisa y mirar al futuro con cierto optimismo. En tiempos de la nueva normalidad, ellas andan en lo de siempre: concentradas en hacer mucho con muy poco. Es la vieja normalidad del deporte femenino murciano.
Así, nos encontramos con una situación ciertamente paradójica: en los clubes murcianos preocupan más los antiguos problemas —pocos apoyos económicos de las administraciones, exiguos patrocinios privados, bajos o inexistentes sueldos para jugadoras y escasa visibilidad en los medios— que los nuevos, los ocasionados por el coronavirus y que básicamente se pueden condensar en dos: dificultad para retomar los entrenamientos en unas condiciones óptimas e incertidumbre acerca de calendario y formato de competición de la temporada 2020-21.
«Nosotras podemos llorar por un ojo. El 90% de nuestros patrocinadores están relacionados con el sector del brócoli. Y son empresas que no han parado de trabajar durante la pandemia. Sakata nos va a seguir apoyando y la semana que viene vamos a cerrar el presupuesto. La idea es dar un salto más y luchar por el ascenso a Liga Reto Iberdrola», explica María José Reinaldos, presidenta del Lorca Féminas, un club que iba séptimo en el grupo 7 de Primera Nacional de fútbol (tercera categoría) cuando se paró el torneo por el coronavirus.
Su directiva está formada íntegramente por mujeres. A Reinaldos le acompañan María Laura Vallejo, Juana Mari Munuera, Inma Navarro y Ángeles León. «Estamos muy contentas, ya que esta crisis prácticamente no nos va a afectar, al margen de que tengamos que jugar los primeros partidos a puerta cerrada en el Mundial 82. Vienen a vernos unas 150 personas y solo ingresamos lo que sacamos de la rifa. Es un mal menor», admite Reinaldos.
Tampoco se pueden quejar 35 kilómetros más allá de Lorca, a la orilla de las playas de Águilas. Su club más representativo en estos momentos, el de balonmano, mantendrá a sus dos principales patrocinadores, Ritec y Edenceltes. El problema es que mientras el conjunto masculino se refuerza para hacer un buen papel en su segunda temporada en Primera Nacional, el femenino todavía no sabe si seguirá compitiendo.
Y la posible renuncia del sénior femenino del CB Águilas, que era tercero por detrás de Abarán y Cartagena en el grupo murciano de Segunda cuando se suspendió la Liga, no tiene nada que ver con el coronavirus. «El tema es el de cada verano. Hay gente que estudia y otras que trabajan. Somos las mismas siempre y hace dos años, por ejemplo, no teníamos jugadoras suficientes y las que quedábamos en Águilas nos fuimos a jugar con el equipo de Cartagena, para no pasar todo el año en blanco», explica Lidia Jiménez, una aguileña de 32 años que estuvo instalada en la élite del balonmano español durante una década.
Pasó por Itxako Navarra, Zaragoza, Gijón, Valencia, Almería y Málaga. Con 28 años regresó a casa y en Águilas compagina su faceta de jugadora con la de entrenadora del Infantil. Además, el próximo curso hará tándem en el banquillo del primer equipo masculino con Lorenzo Alonso. «La pandemia nos afecta porque no podemos entrar en el pabellón y hay que estar encima de las crías para que no tiren la toalla. Hasta el 1 de septiembre no podemos entrenar en pista cubierta. En verano nos salvamos un poco porque hacemos balonmano playa, que es divertido y sirve para mantenerlas conectadas con nuestro deporte. Cuesta mucho mantener los grupos. Pero costaba ya antes del virus. Esto no es nuevo», aclara.
Sí están entrenando ya bajo techo, «desde la semana pasada», las gimnastas del Cronos de Puente Tocinos, cuyo conjunto de Primera se proclamó campeón de España el pasado mes de diciembre en Zaragoza. «Está siendo una vuelta complicada, ya que hay limitación de aforo y solo pueden trabajar cuatro de los siete conjuntos de rítmica federados que tenemos. Las 300 niñas de las escuelas de Casillas, Espinardo y Javalí Nuevo no podrán volver hasta septiembre», señala Mayte Muñoz, una de las entrenadoras del club Cronos, punta de lanza de la rítmica murciana.
«Las gimnastas no se pueden tocar ni lanzarse aparatos. Están entrenando sin tapiz porque no existe un protocolo claro al respecto. Y no podemos, por tanto, trabajar en ninguna coreografía. Los campeonatos aplazados, en principio, se celebrarán en noviembre y diciembre y nuestra idea es recuperar los hábitos de entrenamiento de siempre a partir de agosto», avanza Muñoz.
Lo económico, en su caso, pasa a un segundo plano. «Aquí todo lo pagan los padres y esta temporada, al no haber campeonatos, no han tenido gastos de viajes. Nosotras llevamos años presentando dossiers de patrocinios en cientos de empresas de Murcia y de fuera de la Región y siempre hemos tenido una negativa como respuesta. Nuestra situación no cambia por el virus. Seguiremos haciéndolo y buscando ayudas, aunque todas las puertas se nos sigan cerrando», cuenta resignada.
En Cartagena, sin embargo, las gimnastas campeonas de España de Estética de Grupo todavía no pueden pisar el pabellón. «Este lunes [mañana] volverán con todas las precauciones a la pista auxiliar del Palacio o a la del Pabellón Central», adelanta Francisca Martínez, presidenta del Rítmica Cartagena. «Hemos tirado de ingenio y las chicas han aprovechado los maravillosos exteriores que tenemos en la ciudad para trabajar, sobre todo en la parcela física. En Fase 3 han subido fortalezas y montes y allí han extendido sus alfombrillas y han llevado a cabo sus entrenamientos», añade.
En lo económico, como les pasa a sus vecinas del Cronos, la ausencia de campeonatos ha sido un alivio para los bolsillos de los padres, los principales 'patrocinadores' del club cartagenero. «Espero que los equipos puedan trabajar con normalidad desde mediados de agosto porque el Mundial y el Campeonato de España, que será en Huesca, se van a celebrar a finales de año», indica Martínez.
Para campeonas como la atleta lorquina Úrsula Ruiz, la luchadora cartagenera Carlota Prendes, la boxeadora lumbrerense Mari Carmen Romero o la ciclista pachequera Gloria Rodríguez estos meses de parón han hecho que sus objetivos del año queden pospuestos para un último trimestre que será muy movido para todas.
En Alcantarilla deberían estar entusiasmados por el hecho de que su equipo femenino de fútbol sala, La Boca Te Lía, se vaya a jugar el ascenso en su pabellón, el Fausto Vicent, el próximo 25 de julio, ante el vencedor de la eliminatoria previa entre el Melilla y el Cefo Extremadura. Pero no es así. Al revés. «Esto del 'playoff' no tiene sentido. Y menos aún considerarnos como deporte profesional. Es una broma mala. Yo tengo cuatro niñas de 15 años, todas están estudiando y lo máximo que pagamos son gratificaciones de 100 euros por la gasolina, ya que de Alcantarilla solo hay tres chicas. El resto son de Mula, Bullas, Cieza, Yecla y Beniaján», explica el presidente del La Boca Te Lía, José Manuel Ibáñez.
«Nos mandan a un 'playoff' y las crías en los entrenamientos no pueden ni pasarse el balón ni tirar a puerta. Entrenan en grupos de cinco y el entrenador, que no es profesional ni cobra nada, está obligado a pasar cuatro horas en el pabellón. Muchas están preparando la EBAU y les estamos quitando tiempo de estudio. Tiramos para adelante por la ilusión de las crías de subir a Primera, pero esto es un disparate. Si subimos será para bajar directamente el año que viene, ya que en agosto, cuando vayamos al mercado, todas las jugadoras estarán ya fichadas. Tenemos que triplicar el presupuesto si ascendemos y las 20 empresas que nos ayudan seguirán con nosotros. Pero en la FEF no nos aclaran qué pasará si hay un repunte del virus en otoño», se queja Ibáñez.
En el Algar Surmenor, por su parte, tienen que inscribirse ya en la Superliga 1 de voleibol. Pero no lo harán hasta saber si pueden cubrir un presupuesto de 150.000 euros. «Queremos mantenernos en la máxima categoría y la decisión es urgente, pero hay que hablar con Ayuntamiento y Comunidad. De esta semana no debe pasar. Lo primero es proteger nuestra cantera y luego ver qué proyecto podemos montar. La idea es tirar de más gente joven de la casa, seguir con el bloque de cuatro o cinco veteranas de la Región y tres fichajes», resume Miriam López, capitana y presidenta del club.
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