Jorge Guillén, según Gregorio Prieto. Dos jóvenes fotrografían el dibujo de tinta sobre papel fechado en 1927 y propiedad delMuseo Gregorio Prieto. Javier Carrión/ AGM

La vigencia de Garay, Picasso, Federico, Miguel Hernández...

Acostumbrados a la cultura de las pantallas, numerosos grupos de estudiantes se han interesado por el arte y la cultura de inicios del siglo XX en el Almudí

Martes, 23 de enero 2024, 00:55

Escribo este artículo en una libreta Moleskin y me doy cuenta de que las letra es grande y dejo muchos espacios. Me sobra papel. Hubo un tiempo en el que esto no pasaba, había que aprovechar los espacios porque se gastaban, escribíamos mucho a boli y lápiz. Eso ya no ocurre y los cuadernos se guardan por bonitos, casi por antiguos. Escribir a mano es casi ya raro y hacerlo con pluma es como montar en calesa o bailar rigodón. Siendo así las cosas tal vez pensar en los años 20 del pasado siglo sea como recitarle poemas en plan Cyrano a Nathy Peluso bajo la ventana.

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Pero no debemos equivocarnos, el mundo no es solo velocidad. El pasado domingo un experto en geoestrategia norteamericano aducía entre las razones para tanta guerra y tanto desconcierto que nos hemos vuelto más imbéciles. Creo que tenía razón pero entraba poco en el fondo del tema, no explicaba demasiado bien por qué. Si miramos al mundo que habitamos y construimos tal vez encontremos una evidente falta de amor pero también un desinterés por la cultura, el pensamiento y el estudio.

Visitar hasta el 3 de febrero la exposición 'La Edad de Plata en Murcia. Cien años del Suplemento Literario de LA VERDAD', promovida por el Instituto de las Industrias Culturales, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Murcia y LA VERDAD, no salvará el mundo pero con seguridad nos hará pensar, nos aportará cosas que tal vez no conocíamos y tal vez, solo tal vez, nos incite a estudiar aquellos maravillosos años en lo cultural que convirtieron Murcia en parte del deseo de una España nueva, mejor y más moderna. Se podría pensar que escribo esto para quien no lo necesita, los 5.621.000 lectores de periódicos. Según las encuestas un 22,7% tenemos entre 45 y 54 años, el 19,4 están entre los 35 y los 45, un 17,8 tienen entre 55 y 64 y el 10,3 entre 65 y 74. Todo va aquí según pensamos los ya mayorcitos pero la sorpresa es que el 13,5% tienen entre 25 y 34 y el 5% tienen entre 14 y 19 años. Son muchos adolescentes leyendo el periódico, aunque parezca una cifra baja hablamos de 281.050 casi niños leyendo el periódico.

Garay fue un precursor en la Región en modos visuales de publicidad que resultan de una modernidad arrolladora

Todo esto puede parecer una introducción demasiado larga pero es necesaria porque hemos hecho las visitas guiadas a grupos de estudiantes de ESO y Bachillerato de la Región. Han venido de todas partes, cursos completos se han desplazado desde Yecla o Cartagena, la mayoría desde Murcia. Esta semana siguen viniendo. De hecho, recibiremos, entre otros, al IES La Flota, que se ha organizado de una manera admirable para que vengan alumnos de distintos cursos de forma escalonada en tres días. Para mí es muy emocionante tener grupos de jóvenes entre 12 y 17 años en una exposición como la del Almudí porque son los mejores destinatarios. Todo el público es bueno, pero los jóvenes son el verdadero premio para nosotros. Hablamos, además, de una generación que está hoy bajo la lupa, que escrutamos y criticamos incansablemente, sobre la que vertimos todos nuestros complejos demasiadas veces pero es una generación tan buena como fuimos nosotros. O tan mala, según se considere cada uno.

Estos chicos, acostumbrados a la cultura de las pantallas por la que los condenamos mientras miramos las nuestras, siguen con atención lo que se les explica. A muchos no les interesará, pero es que entre los de mi edad no son tantos interesados por el arte y la cultura. Otros aprenderán lo necesario para situar a Federico o Miguel Hernández en un mapa mental en construcción, algo maravilloso a lo que contribuir. Sin embargo en cada clase habrá uno, tal vez dos, ojalá tres, que descubran algo, que tengan o alimenten una epifanía que nos lleva por el camino de los milagros y, por qué no decirlo, de las piedras y los terraplenes: el camino del arte no es una autovía, es el angosto y empinado sendero que sube a la montaña más alta, la que tiene las más bellas vistas.

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Tener como público a chicos tan jóvenes es una oportunidad para que formen parte de un mundo menos imbécil

Contarle a chicos que juegan a Fortnite quién era Luis Garay empieza, necesariamente, por decirles que no es el de la Ronda de Garay, que aquel era un alcalde del XIX. Luego hay que introducirlos en un universo de formas con el que empatizan. Las pinturas de este maestro murciano son de una extraña vigencia. La obra de los años 20 y 50 tiene mucho que ver con la animación y la ilustración que ellos devoran, aunque parezca extraño. Garay fue un precursor en la Región en modos visuales de publicidad que hoy son arqueología pero que resultan de una modernidad arrolladora, como las dos escenas pertenecientes al Museo de la Ciudad, que dejan ver el entusiasmo que los años 20 significarían para el arte español.

Contra la indiferencia

Si a estos chicos les hablamos con esa suficiencia que a veces tenemos los historiadores y los comisarios, con esa arrogancia que intenta convertir el lenguaje en un elemento de poder usando ideas complejas y retorcidas, si intentamos hablarles desde el púlpito del intelectual estaremos fracasando. Tener como públicos a chicos tan jóvenes es un privilegio y una oportunidad para que formen parte de un mundo mejor, menos imbécil, por lo tanto hay que trabajar más duro y entender cual es la clave y el nivel en el que hay que hablar. El reto está claro: hacerles ver la vigencia de Garay, de Federico, Miguel Hernández, Picasso... darles bases para entender lo que ven, que esta no sea otra exposición más que transitan en la más absoluta indiferencia por no haber tenido las claves de interpretación, algo que nos ha pasado a nosotros toda la vida. Ojalá estemos siendo capaces, este trabajo habrá merecido la pena.

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Estas líneas son, sin embargo, un homenaje a los profesores que, sin tener por qué, se pasan semanas preparando el desplazamiento de chicos para ver esta u otras exposiciones y museos, a esos profesores que definieron lo que soy hoy, a los que me motivaron y me dieron lo necesario para entender el mundo. Va por vosotros.

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