La última fila
Mesa para cinco ·
Espero que el accidente de Gerona no suponga un freno para continuar llevando la ciencia a escenarios callejeros, con la seguridad por delanteSecciones
Servicios
Destacamos
Mesa para cinco ·
Espero que el accidente de Gerona no suponga un freno para continuar llevando la ciencia a escenarios callejeros, con la seguridad por delanteHace unas semanas tuvo lugar un desgraciado accidente durante una exhibición de divulgación científica en la calle. Ocurrió en Gerona, dentro de las actividades de la Noche de la Ciencia. El experimento consistía en la creación de un cañón de bolas. Al mezclar nitrógeno líquido ... con agua caliente utilizando dos bidones metálicos unidos, se forma instantáneamente una gran cantidad de vapor de agua que expulsa hacia arriba unas bolas de plástico de colores que se han depositado antes en uno de los bidones. Si todo marcha bien, la proyección de esas bolas hacia el cielo es todo un espectáculo de humo y color, que arranca los aplausos de la audiencia. Pero algo fue mal en esta ocasión. La sobrepresión, que no explosión, hizo que uno de los bidones saliera despedido hacia el público y la energía de la reacción desplazó al ayudante del conductor del acto varios metros. El resultado fue que dieciocho personas acabaron con heridas de diversa gravedad, la mayoría niños, que por fortuna se han ido recuperando durante los últimos días.
El debate sobre este tipo de actividades no es nuevo. La ejecución de experimentos con fuego, efectos pirotécnicos, ruido y colores en eventos que sacan la ciencia a la calle es bastante frecuente y no exenta de críticas. Los hemos visto en semanas de la ciencia, jornadas abiertas de centros de investigación, programas de televisión, canales de YouTube… Y puede, en mi opinión, ser una forma didáctica de despertar un poco de curiosidad por la ciencia y servir para pasar un buen rato. Tampoco es nuevo que los que nos dedicamos de una forma u otra a la divulgación, aunque sea como mera afición, hayamos comprobado que cada vez es más difícil despertar el asombro en el público infantil y juvenil. Quieren más y nosotros les damos más. Por descontado, el límite fundamental que nunca se debe cruzar está en la seguridad y salud de las personas que los realizan y la de quienes los presencian, para que todo tenga un buen final. A otro nivel, está el debate sobre la enseñanza que se obtiene de estos experimentos lúdicos y un sinfín de preguntas que podemos hacernos: ¿Es solo espectáculo o se puede aprovechar para alguna enseñanza científica? ¿Despiertan vocaciones? ¿Dan una imagen real de la ciencia? ¿Quién debe hacerlo?
Soy bastante partidario de este tipo de eventos siempre que se hagan con rigor y seguridad. Mi experiencia ha sido siempre positiva,pero hoy quiero ir un poco más allá con una pequeña reflexión. Y mirar hacia la última fila.
En estas exhibiciones populares de ciencia cercana que implican experimentos, reacciones químicas, fuego, efectos espectaculares y pequeñas explosiones mezclando sodio con agua, siempre nos fijamos en las caras y gritos de asombro de los más intrépidos que se acercan a presenciarlas. Los que quieren y piden más. Echar leña al fuego del espectáculo es fácil, especialmente con la química. Recibimos la interacción de las primeras filas sin prestar atención a la niña o el niño de la última fila, el que no quiere más, el que se asusta del ruido, al que no le gusta el fuego, al que le asustan esos productos químicos que se están utilizando y percibe como peligrosos. Y eso es lo que se lleva en la mochila. Algo de miedo y cero de aprendizaje. En vez de añadir un comburente para estimular una potencial afición, vocación o interés por la ciencia, la sofocamos con detonaciones y deflagraciones. Por no hablar de que el miedo puede llevar hacia un prejuicio contra la química y todo lo relacionado con ella, lo que denominamos comúnmente como quimiofobia.
¿Hay que seguir con estas demostraciones? Por supuesto que sí, y espero que el accidente de Gerona no suponga un freno para continuar llevando la ciencia a escenarios callejeros, con la seguridad por delante, como siempre debe hacerse. Pero me temo que va a suponer un punto de inflexión. Quizá sea un buen momento para fijarse en la última fila, para no sacrificar el aprendizaje a costa del espectáculo. Y quizá sea también un buen momento para recordar otro tipo de divulgación dirigida a los más jóvenes, la previa a este tipo de actividades, la que se consigue de forma diaria, constante y que a veces se percibe como ingrata o aburrida. La que funciona. Se llama educación. Y mañana es lunes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.