R. C.
Murcia
Miércoles, 22 de mayo 2024, 00:40
Tomen nota: hasta este próximo viernes, en horario de 10.00 a 13.00 y de 16.00 a 19.00 horas, puede visitarse en el murciano Museo Cristo de la Sangre, en la sala noble donde se exponen las esculturas de los pasos procesionales ... de la Archicofradía de la Preciosísima Sangre –los 'coloraos'–, la instalación sonora 'Audite ergo sum', una creación de la artista malagueña, nacida en 1981, Cintia Gutiérrez Reyes. La instalación se creó, expresamente para este espacio, con motivo del Día Internacional de los Museos 2024.
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Para acompañar el disfrute de la instalación sonora, que ha comisariado Pedro Alberto Cruz, también director del Museo, su colección permanente, conformada por esculturas que abarcan desde el siglo XVII hasta el presente, ha sido oscurecida hasta reducir el campo de visibilidad del espectador «a unos pocos puntos de revelación entre los cuales existe una relación elíptica».
La sintaxis del relato visual ha sido rota por la autora para desplazar y focalizar toda la atención del visitante en «el acto de escuchar»: las tres salas en las que se haya instalada la colección permanente se han convertido en una 'cámara acústica' en las que el espectador –ya convertido en un 'escuchante'–, es envuelto por el sonido grave e impactante del fluir de la sangre por el interior del cuerpo humano.
Indica Cruz que «amplificar el sonido de la sangre por el sistema circulatorio supone dotar de una plasticidad sensorial abrumadora al hecho más evidente y, sin embargo, menos advertido usualmente por el individuo: el de estar vivo». En su texto autobiográfico 'Ecce homo', recuerda el comisario que Nietzsche afirmaba que «se carece de oídos para escuchar aquello a lo que no se tiene acceso desde la vivencia». Y, en este sentido, aquello que nos proporciona Cintia Gutiérrez, a través de esta instalación, «es unos oídos para acceder a lo que, paradójicamente, la vivencia nos niega: la experiencia del hecho mismo de vivir».
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Escuchar desde la sangre es lo que, precisa Cruz, «en esta conmovedora pieza nos propone Cintia Gutiérrez. Porque el espectador/escuchante no se limita a oír el flujo de la sangre en otro cuerpo: la intensidad y el carácter envolvente del sonido en esta instalación posibilita que este permee la carne del visitante y se transforme en una suerte de 'vibración interna'».
Lo interesante de una pieza como 'Audite ergo sum' es que este 'dar a escuchar del vivir' que propone la artista «no es posible si no es desde un estado de silencio. El sonido amplificado que envuelve al espectador/escuchante es, en rigor, la consecuencia de una negación misma del sonido. Para escuchar lo inaudible, es necesario dejar de oír lo audible».
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