Sofía Gea: «Las redes crean adicción a un mundo ficticio»

«Mi libro favorito siempre es el último que estoy leyendo, porque para mí sigue vivo, igual que las obras de arte que hago. Hemos empezado a leerlo conjuntamente Petrus Borgia, mi pareja artística y sentimental, mi compañero de vida, y yo. Es especial porque lo hemos empezado a leer de una manera muy peculiar, comentando frases y párrafos, y porque lo hemos leído en un paraje natural que hemos descubierto, nuestra parcela del río. No releo libros, siempre me gusta encontrarme con algo nuevo, como sucede con la vida misma».

«Me motivan para crear una nueva obra o realizarla conjuntamente. Son especiales, nos recuerdan a 'Sito', nuestro compañero fiel durante once años, a nuestros viajes en furgo, descubriendo atardeceres, paisajes, lugares mágicos e idílicos… naturaleza en estado puro. El placer inmenso es crear con música clásica, redescubrirla como parte esencial de la creación. Beethoven te guía los trazos. Es algo que Petrus me ha contagiado en estos siete años y no entiendo cómo he podido vivir antes sin sentir eso».

«Cuando era pequeña, mi madre hacía que los sábados por la noche fueran toda una fiesta. Preparábamos palomitas y juntas disfrutábamos del ciclo de Alfred Hitchcock. Era un momento especial, estabas deseando que pasaran los días para volver a disfrutar de otra velada con ella. Recuerdo especialmente 'La ventana indiscreta', cómo se concentra todo en un espacio de patio de vecinos. Últimamente me recuerda a lo que hace la gente con las redes sociales, un espiar e indagar en la vida ajena».

«Es un rincón junto al río Segura, que un día descubrimos en uno de nuestros viajes en furgo. Es un espacio sin cobertura, con un gran taray, rodeado de vegetación y lleno de libélulas. Nos sentamos allí con la sensación de parar el tiempo y de ser parte de la naturaleza que nos rodea, sin necesitar nada más. Es mágico. Tenemos el fresco continuo y el baño en el río en esa parcela «de verano», porque en invierno tenemos otra zona junto al mar, donde pasamos nuestras tardes y noches junto al calor de una estufa de leña al aire libre».

«Sabemos que por un lado nos unen a amigos y familiares que están lejos, pero por otro lado nos crean una adicción impresionante a un mundo irreal, ficticio, donde lo superficial y lo material son primordiales. Es insano estar todo el día con la necesidad de contestar un WhatsApp. Es la metáfora del teléfono: antes tenía cable y éramos libres y ahora, que no tiene cable, somos nosotros los que dependemos de él y estamos atados. En el ámbito personal, la red que más utilizo es Telegram, pero solo por interés informativo y para contrastar información, cuando en otras redes se tiende a la censura. En el ámbito profesional, dar difusión es positivo, para que la obra se visibilice, pero tenemos que dedicarles mucho tiempo, en vez de emplearlo en hacer obra. Ese trabajo deberían hacerlo otros profesionales».

«No nos gusta salir de tapas, preferimos tomarlas en nuestra casa, con amigos y una cerveza bien fría, acompañados de música y poesía. Petrus hace un 'arrocico' y nos juntamos con gente dispar relacionada con la cultura murciana y opiniones diversas. Eso nos nutre muchísimo. Tenemos una riquísima gastronomía, desde michirones a zarangollo, caldero, pisto, rin ran… En nuestras escapadas con la furgo nunca nos pueden faltar el arroz y pava con bacalao, las migas o el arroz y conejo con caracoles serranos».

«Es la última que vi. Mi abuela me regaló el libro de Johanna Spyri cuando era pequeña, y era uno de mis grandes tesoros. Me imaginaba a mí misma mimetizada con la naturaleza, retozando por los pastos, entre verdes montañas, animales y nubes de algodón. No me perdía un capítulo».