![La semana de Fernando de la Cierva Benito, el médico escritor a la caza de amaneceres](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/09/22/dc-kLjB--1200x840@La%20Verdad.jpg)
![La semana de Fernando de la Cierva Benito, el médico escritor a la caza de amaneceres](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/09/22/dc-kLjB--1200x840@La%20Verdad.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Con calidez y pausa cuenta su relato en las distancias cortas, ajeno a lo polémico, aunque exigente, y preciso en sus recuerdos. La honradez de su padre y los consejos de su suegro le sirvieron de brújula y modelo vital, y, aunque coqueteó con la idea de convertirse en periodista, la Medicina fue y sigue siendo su primera y gran vocación. Director médico del Área VII de Salud Murcia-Este y del hospital Reina Sofía, el otorrinolaringólogo convive en Fernando de la Cierva Bento con el escritor enamorado de la lealtad, los amaneceres, los haikus y la novela negra. Orgulloso sin soberbia de un legado familiar marcado por la brillantez de su tatarabuelo, el ingeniero de montes y 'apóstol del árbol', Ricardo Codorníu, y de su abuelo, el ingeniero, aviador e inventor del autogiro, Juan de la Cierva, defiende el valor del esfuerzo como clave de vida. Licenciado en Medicina por la Universidad de Murcia, en la que fue profesor asociado de Otorrinolaringología entre 2009 y 2016, De la Cierva ha ejercido como adjunto de Otorrino en el hospital Virgen del Castillo de Yecla y en el Reina Sofía, en cuyo servicio fue jefe de Sección y subdirector médico de Servicios Quirúrgicos. Viajero anhelante, pasa los fines de semana en Campoamor junto a Esperanza, su compañera de vida en los días luminosos y también en los más oscuros, como los que vivió durante la pandemia de covid junto a sus compañeros.
Para ellos ha escrito la primera de las tres dedicatorias de su última novela hasta el momento, 'El baile de los cuerpos olvidados', ambientada en su Murcia natal y que verá la luz a finales de este mes de manos de la editorial Dokusou. Autor de numerosos relatos breves y de la biografía novelada 'Un invierno en Filadelfia (Juan de la Cierva y su Autogiro)', entre otras obras, es también uno de los autores de 'Haikus al Mar Menor', de inminente publicación, y de 'Murcia a vista de haiku', ambas editadas por La Fea Burguesía. Esos tres versos sin rima llenan de sencilla belleza la cuenta de su alter ego en la red social X (@Dontorrino). En ella, como en su vida no virtual, huye de confrontaciones estériles y 'haters'. Los mayores halagos de su vida le suelen llegar de los pacientes. Y el más bonito, confiesa, por ser un médico que escucha.
7.50 horas. Hay médicos escritores y escritores médicos, como Pío Baroja o Tolstoi. No es mi caso, porque antes que nada soy médico, y muy vocacional. A finales de este mes publicaré 'El baile de los cuerpos olvidados'. Empieza con la desaparición de un otorrino durante una guardia en el Reina Sofía, y está ambientada en las calles de Murcia y en el Anatómico Forense. Personas que la han leído, como Jerónimo Tristante o Pepe Belmonte, me han animado muchísimo.
8.00 horas. Durante la pandemia tuvimos que inventarnos cada día. Todos pensábamos que la organización sanitaria era mastodóntica y no podía moverse rápidamente, pero nos demostramos que éramos capaces de adaptarnos de forma vertiginosa. Tenemos una sanidad magnífica pero no podemos derrochar lo que no tenemos. Debemos optimizar los recursos sin escatimar con los pacientes. Todos los médicos deberían pasar en algún momento por la gestión.
16.00 horas. Intento utilizar las redes, sobre todo X, de una forma amable. La basura que hay en las redes sobra, pero el odio une mucho. Siempre he huido de los temas más problemáticos, excepto durante el covid. Hace unos años, con Aurora Gil Bohórquez, empezamos a poner en las redes haikus inspirados en fotografías o cuadros, y rápidamente otros se subían a la rueda. Lo empleo como una especie de meditación, para abstraerme del mundo. El libro 'Haikus al Mar Menor' es el tercero que se hace en Murcia. Somos más de cuarenta 'haijines', y algún día habrá que estudiar este fenómeno.
15.00 horas. Suelo leer una hora después de comer y una hora y media por la noche. Antes les recomendaba libros a mis hijos y ahora ellos me recomiendan a mí. Lo último que me han 'obligado' a leer es una novela de divulgación, 'El universo en tu mano', aunque soy más de Kundera: 'La insoportable levedad del ser' me marcó.
21.00 horas. Rara vez oímos hablar a mi padre de su padre, y mi abuela, que a veces venía a pasar temporadas con nosotros, tampoco hablaba del que había sido su marido. Fui el único de mis hermanos que me leí una biografía muy técnica que hizo José Warleta, un ingeniero aeronáutico, sobre Juan de la Cierva. Escribí 'Un invierno en Filadelfia' porque pensé que estábamos obligados con la generación que venía por detrás a transmitirles lo importante que es la perseverancia y el darlo todo para conseguir un sueño. En la época del Gran Hermano, de la fama que dura cinco minutos en la televisión, podemos mirarnos en personas que nos han dejado legado y ejemplo. La polémica sobre la denominación del aeropuerto regional me parece ridícula. Él no necesita su nombre en un aeropuerto, porque tiene reconocimientos por todo el mundo. El cainismo es nacional.
19.00 horas. Ricardo Codorníu es un personaje interesantísimo. Precisamente ahora estoy escribiendo una novela que en parte está relacionada con él. Me he remontado al año 1830, y trata sobre el abuelo de su mujer, un checo que llegó a Cartagena muy interesado en la minería. En cinco meses llevo escrito un 40-50% de la novela.
5.30 horas. Soy un cazador de amaneceres. Me despierto a las 5.30, veo amanecer y, después, me quedo en la cama hasta las 6.45. Ese rato es fundamental para solucionar los vericuetos por los que debe ir la novela que esté escribiendo.
13.00 horas. Una de mis grandes aficiones es viajar. Tengo obsesión por conocer el mundo. Dos o tres veces al año vamos a Francia a ver mi nieto, Marco, que tiene tres años. Sueño con tenerlo en Murcia.
18.30 horas. No veo la tele excepto los partidos de fútbol y los de baloncesto del UCAM. Por las tardes me pongo en la bici estática una hora y vemos mi mujer y yo una serie. El día que me jubile volveré a jugar al billar a tres bandas. Jugaba en el equipo del Casino de Murcia y fuimos campeones de España, aunque yo era el malo del equipo. Eso me exigía entrenar dos horas diarias. Cuando mi mujer se quedó embarazada por tercera vez, dije: «Se acabó». Y llevo 29 años sin coger un taco.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.