El patrimonio escultórico barroco que atesora la Región de Murcia acaba de sumar por sorpresa otra incorporación. Se trata de una obra de Nicolás ... de Bussy (un Jesús Nazareno propiedad de la parroquia de San Javier) de la que nada se sabía hasta ahora. La profunda restauración realizada a la talla de madera policromada a cargo de María del Loreto López Martínez ha permitido atribuir la imagen al citado artista estrasburgués que a finales del siglo XVII se afincó en Murcia, donde trabajó en especial para la cofradía de los 'coloraos'.
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«Es raro dar con una pieza de estas características», admite la experta con más de tres décadas de experiencia. Así que, a punto de jubilarse, la historiadora del arte, académica de la Real de Alfonso X el Sabio y restauradora se toma el descubrimiento como «la guinda» a su dilatada carrera. Los conocimientos amasados a lo largo del tiempo y su buen ojo profesional ya le hicieron sospechar cuando en su taller, Asoarte, en el murciano barrio del Carmen, empezó a retirar los repitandos que presentaba el rostro de la escultura. Su «indudable calidad», su estética y determinados rasgos faciales (como la zona periocular, las cejas y la barba) llevaron a la experta a plantearse la hipótesis de que podía estar ante una obra de Nicolás de Bussy, autor de reconocidas tallas como el Cristo de la Sangre de Murcia, el Petrorio –también de los 'coloraos' que salen a la calle el Miércoles Santo– y La Diablesa, que desfila en la Semana Santa de Orihuela. Su intuición no le falló. Una consulta a los catedráticos de Historia del Arte Germán Ramallo y María Griñán, también cronista oficial de San Javier, vino a revalidar su hipótesis.
No obstante, la confirmación llegó de la mano de otro investigador de escultura religiosa, Juan Antonio Fernández Labaña. En un estudio sobre De Bussy apunta una característica única en la obra del artista estrasburgués: unos orificios que realizaba en la parte interior de las orejas de sus tallas. Y esta seña de identidad apareció tras la retirada de una gruesa capa de yesos. Loreto López también pudo apreciar en la madera pequeños restos de una capa de imprimación, de tono rojizo anaranjado, compuesta por minio o rojo de plomo y aglutinado en aceite, que utilizaba el escultor. Con estas pruebas, la restauradora considera «incuestionable» que este Jesús Nazareno es obra de Nicolás de Bussy.
Lo que sigue siendo un misterio es cómo llegó esta desconocida talla de vestir, de 1,60 metros de altura y ojos de vidrio pintado, a la parroquia de San Javier. La restauradora señala que podría proceder de otra ermita o iglesia o que fuese una donación de una de las dos órdenes religiosas con más influencia en la zona: los trinitarios y los agustinos. López también apunta la posibilidad de que la encargase alguna de las poderosas familias que ya en el siglo XVII empezaron a adquirir propiedades en estas tierras costeras, tras rebajarse la amenaza de las incursiones de piratas berberiscos.
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Sí está constatado que, durante la guerra civil, este Nazareno de De Bussy sufrió importantes daños en la quema del templo, donde tenía capilla propia. La especialista ha encontrado restos carbonizados en su estructura interna lo que a su vez permite determinar que se trata de una pieza original. El escultor Antonio Carrión Valverde asumió la restauración tras la contienda. Pero la imagen sufrió, posteriormente, dos repolicromados de «escasa calidad» que alteraron «por completo la visión de la naturaleza de la obra y la extraordinaria belleza del rosto», indica López.
Las labores en el taller de Asoarte se han alargado durante casi un año. La pieza llegó bastante deteriorada no solo por abrasiones y repintados; también presentaba los efectos de los xilófagos, con pérdida de madera que hubo que consolidar. La restauración, financiada por la Concejalía de Cultura de San Javier, también ha permitido confirmar que la imagen ha conservado «su corporidad original, no eludiendo el autor tallar cuerpo y piernas completas con el fin de crear el volumen necesario para la caída correcta de las vestimentas».
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Loreto López también llama la atención sobre una particularidad que presenta la estructura interna de la talla y que tiene que ver con el sistema empleado para dar movilidad a los brazos. El derecho, completamente de madera, se articula mediante unos hierros que permiten su apertura en horizontal a la altura del hombro; y el izquierdo se adapta «mediante un lienzo tubular rellenado de estopa» para abrazar la cruz. Son cuestiones técnicas que ayudarán a avanzar en la investigación histórica de aspectos poco conocidos sobre la estructura interna de las denominadas imágenes vestideras.
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