La resaca del movimiento 'Me Too'
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El sentimiento de indignación une, cohesiona y perfila una identidad colectivaEl movimiento #MeToo llegó en 2017 a propósito del escándalo del productor Harvey Weinstein. Por entonces, New York Times publicaba que el susodicho había comprado el silencio de varias mujeres, con el objetivo de ocultar así el acoso sexual a las que las había sometido ... durante años.
Una de las primeras mujeres que señaló públicamente a Weinstein fue la intérprete Ashley Judd. A ella se le unieron posteriormente Asia Argento, Rosanna Arquette o Mira Sorvino. Ellas encendieron la mecha, pero fue la actriz Alyssa Milano quien animó a todas las mujeres que habían sido acosadas y abusadas sexualmente a que compartieran su testimonio. Lo hizo a través del hashtag #MeToo ('yo también'), una etiqueta que diez años antes ya había impulsado la activista afroamericana Tarana Burke. Lo que ocurrió después es ya historia.
Aquel llamamiento se hizo viral y desde entonces, muchas mujeres, tanto famosas como anónimas, han roto su silencio sobre los episodios de acoso, abusos sexuales, abuso de poder, tocamientos o chantajes sexuales de los que han sido víctimas en su infancia y vida adulta. A raíz de ello, varios hombres han sido señalados y avergonzados, socavando su reputación y ganándose la fama de 'pervertidos', 'machistas' y 'presuntos delincuentes'.
Sin duda, el movimiento MeToo ha traído consecuencias positivas, por ejemplo, ha puesto la atención en el consentimiento sexual y la importancia de respetar los límites en las relaciones. Asimismo, los testimonios de las víctimas han permitido que la sociedad tome una mayor conciencia de esta realidad, de la victimización secundaria y de lo difícil que es para algunas víctimas emprender un proceso judicial cuando se encuentran absolutamente desorientadas y aterradas.
Dada la gran oportunidad de reflexión que ha permitido el MeToo sobre las relaciones entre hombres y mujeres, así como de la violencia sexual, conviene no distorsionar el mensaje. Por ello, apoyo los fines legítimos de este movimiento y desconfío de quienes, tratan de desvirtuarlo, bien fomentando una vuelta sutil al puritanismo o alimentando la idea de que la justicia popular nos hace mejores como sociedad.
Como ya he señalado en otros foros, no es lo mismo ser víctima de una conducta sexual delictiva (abuso, violación, acoso sexual, sextorsión) que ser objeto de una conducta inapropiada como, por ejemplo, el coqueteo a veces torpe y otras veces grotesco, de un varón.
Admito que ese coqueteo indeseado puede ser desagradable, incómodo y vergonzoso. La vida tiene sus miserias y sus idiotas. Hay quien pone sus esfuerzos en ser un buen seductor cuando en realidad lo está bordando como payaso (con todo mi respeto a los payasos). Sin embargo, que un tipo tenga un comportamiento inapropiado en privado no nos da derecho a condenarle en redes sociales como 'violador en potencia' y a compararlo con Bill Cosby. Meter la pata no convierte a nadie en miserable, simplemente en una persona que ha cometido un error y que tiene la posibilidad de disculparse y repararlo.
Tampoco se nos debe escapar lo siguiente: todas las personas tenemos derecho a la intimidad. Es preocupante que el hecho de juzgar a alguien desde el anonimato y pedir al público que acabe con su reputación, mientras se exponen conversaciones privadas, se considere algo bueno, heroico o deseable. No puede existir un clima de convivencia viable cuando se pierde la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto.
A su vez, resulta ciertamente trágico que toda sugerencia para guiar esta reflexión sea señalada como inaceptable e incluso como un 'desprecio' a las víctimas... El sentimiento de indignación une, cohesiona y perfila una identidad colectiva. Pero, inevitablemente, tiene efectos terribles: no protege a las víctimas, no previene el derecho al olvido y crea el falso espejismo de que la ira, el asco o la venganza mantienen las expectativas de auténtica justicia.
El terremoto MeToo seguirá con sus réplicas. Aparecerán nuevos testimonios, nuevas víctimas... Pero también nuevos falsos ídolos, los cuales creerán que la justicia es el resentimiento y la vuelta a la selva, que la libertad es vulnerar los derechos de intimidad y privacidad de las personas, que las mujeres necesitamos del fiero paternalismo estatal porque somos damiselas en apuros, que el feminismo es alimentar un clima de agresividad y sospecha entre mujeres y hombres, que estar empoderada significa machacar públicamente a un bobo...
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