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A la izquierda, la bailarina murciana María Muñoz, de la Compañía Nacional de Danza, ensayando en su casa de Madrid. A la derecha, imágenes de alumnas de la Academia Groetsch entrenando en sus casas.
De puntas en un escenario incierto

De puntas en un escenario incierto

Danza. Las clases 'online' son insuficientes para la bailarina María Muñoz y para los alumnos del Conservatorio y la academia Groetsch, que no saben ni cómo ni cuándo volverán a las aulas

PEPA AGÜERA

Sábado, 9 de mayo 2020, 01:36

Cuenta María Muñoz, la bailarina murciana que forma parte de la Compañía Nacional de Danza, que es el escenario lo que más echa de menos. Después de casi dos meses encerrada en su piso de Madrid, sueña con volver a otro espacio interior, ese en el que, asegura, se siente libre. Como la de todos los bailarines, su libertad suena a música sin letra y no se entiende sin una barra y más de un espejo. Tampoco se concibe sin un suelo adecuado desde el que saltar o girar y, por supuesto, no comprende de distancias mínimas de seguridad. Tan único y especial es el universo de la danza que se hace difícil adecuarlo a la nueva normalidad, donde lo fácil ya está siendo ignorarlo.

«No estamos contemplados, nadie habla de los bailarines o las escuelas de ballet. Tú te lees el BOE y no aparece la danza por ningún lado», se sorprende Cristina Groetsch, directora de la academia Groetsch Danza. En su escuela no entra ingreso alguno desde que se decretó el estado de alarma, cuando tuvo que aplicar un ERTE a los tres profesores que forman su equipo docente. Aun así, apunta, «no es suficiente para poder asumir todos los gastos que cada uno tiene a nivel personal y los del local». La cosa no mejora en el futuro cercano. «En las condiciones que dicen que los teatros van a abrir, al 30% del aforo, no sabemos si se van a cubrir los gastos de una actuación», argumenta Cristina. Lo único seguro en todo esto es que, como afirma Margarita Muñoz Zielinski, crítica de danza en LA VERDAD, «los bailarines tienen que tener un sueldo».

«Por mucho que lo intentes, las medidas de tu salón son las que son, es muy frustrante»

María Muñoz

En el plano económico, quizás sean las academias privadas las más perjudicadas; además, comparten otros problemas con cualquier otra escuela de danza. «No vamos a poder entrenar y no vamos a poder tocarnos. Si tenemos que estar a dos metros de distancia –se pregunta Groetsch–, ¿cómo seguimos creando el espectáculo? Es imposible». No se trata solo del espacio o de la cantidad de alumnos, también hay un problema relacionado con la forma de ser de esta expresión artística: «Los bailarines evolucionan, se mueven, se tocan y se desplazan en ejercicios. Entonces, no sé cómo lo vamos a hacer», reconoce Teresa Souan, directora del Conservatorio de Murcia.

«No vamos a poder entrenar y no vamos a poder tocarnos. Si tenemos que estar a dos metros, ¿cómo seguimos creando el espectáculo?»

Cristina Groetsch

Pantallas

Hasta ahora, ambos centros se han adaptado a la situación ofreciendo clases 'online'. «Se cambian las zapatillas de ballet por las de deporte, y se hacen ejercicios más bien de brazos y castañuelas, poco más», admite Souan. A la complejidad de impartir clases a través de una pantalla, se suma la ausencia de unas condiciones de espacio que son muy difíciles de encontrar en el hogar. «Por mucho que lo intentes, no es lo mismo que estar en una sala, porque las medidas de tu salón son las que son, y es muy frustrante», reconoce María Muñoz, quien, a parte de su clase diaria con la CND, se prepara físicamente con sesiones de crossfit.

Aun así, ni María, ni los alumnos del Conservatorio, ni los de la academia Groetsch han dejado de participar en las iniciativas programadas por el Día Internacional de la Danza, celebrado la semana pasada. Vídeos, retos y mucha promoción del baile en todas sus formas fueron los protagonistas de una celebración atípica. Lo normal hubiera sido ver a los bailarines del Conservatorio llenando la Plaza Belluga, el pistoletazo de salida de unos meses de galas y talleres que este año no habrá. También para la bailarina de la Compañía Nacional de Danza «ahora llegaba la temporada de mucho tour, una época muy potente de actuar y el estreno de una pieza nueva en junio».

«Tenemos reuniones 'online' para constituirnos como una asociación y para que se regule esta profesión, porque bailar es un trabajo, y el bailarín es un trabajador»

Teresa Souan

Desescalada

Reubicar todos los espectáculos cancelados tampoco es posible ahora mismo porque ni las academias, ni los conservatorios, ni la propia CND se ve representada en ninguna fase de la desescalada. Mientas que en Groetsch Danza no tienen información sobre el regreso a las aulas, el Conservatorio espera una orden de reapertura como la de cualquier otro centro público. Por otro lado, que María Muñoz –quien también trabaja en un proyecto junto con Danzo, otra compañía murciana– vuelva a bailar depende de que el INAEM, el organismo que regula la CND, apruebe las medidas de protección que la dirección de la compañía ha diseñado. También habrá que confiar, como señala la bailarina, en «que la gente se sienta segura y quiera venir a los teatros».

«La gripe española del 18 fue un drama tremendo, pero la danza volvió a salir adelante»

Muñoz Zielinski

Plataforma

Con un panorama tan desolador, Cristina ha decidido formar parte de una plataforma en la que profesionales de la danza, academias y docentes intentan, según cuenta, «trasladar a los políticos y a la sociedad que la danza es un sector muy dañado y que no podrá salir de esta sin ayuda». «Tenemos reuniones online para constituirnos como una asociación y para que se regule esta profesión, porque bailar es un trabajo, y el bailarín es un trabajador», afirma la directora. No van a dejar que la danza quede en el olvido y, pese a las dificultades, ven un rayito de esperanza.

«Yo lo comparo con la gripe española del 18», sostiene Zielinski, «fue un drama tremendo, pero la danza volvió a salir adelante».

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