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Antonio Carmona en el Parque Fofó. ALFONSO DURÁN / AGM

Progreso al pasado

Fuimos a recuperar la juventud, a tomar el elixir. Y solo tenían cerveza

JAM ALBARRACÍN

Lunes, 25 de marzo 2019, 12:23

No se les puede negar la intención, la buena intención. «No estamos locos, que volvemos porque queremos». Cuando un grupo regresa después de tanto tiempo, los motivos suelen ser variopintos y todos lícitos. En el caso de Ketama estaba el emocional -después del 'susto' de Antonio- y también el infalible: la pasta. Son sus canciones, nada que reprochar. Pero en vista de lo acontecido la noche del sábado en Murcia, su futuro genera algunas dudas. ¿A qué me refiero? Pues a que Ketama han vuelto sin novedades musicales, pero también sin escatimar: nueve músicos arropan a los Carmona y eso es caro. Sobre todo si, como ocurrió en Murcia, un recinto como el del Auditorio Fofó apenas logra superar el medio aforo. Que no está mal pero tampoco da para cohetes.

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Bien surtidos de percusiones -probablemente lo más destacado de la noche, con mención para el baterista Kiki Ferrer-, con dos metales soplando -saxo y trompeta-, dos buenos coristas -Los Mellis, de Huelva- y la banda base, hasta 12 músicos en total se juntaron sobre el escenario (y sobre las mesas del restaurante y sobre las habitaciones del hotel) para ofrecer lo que cabía esperar: un repertorio plagado de viejos éxitos, y aquí no hay engaño alguno, pues volvían sin disco de nuevas canciones y además es lo que todos deseaban. Es lo que tiene el pasado lustroso, dará igual si vuelven a grabar disco pues todos seguirán queriendo oír las de antes.

El concierto dio comienzo con 'Karta canción' y a continuación 'Djamana djana'. Y con esta los primeros flashback de los 80 y 90: los cubatas en vaso de tubo de plástico y las caras satisfechas pero hoy no tan felices de quienes un día tuvimos 20 y tantos. También las constataciones: Antonio Carmona, sobre quien todo gira, no tiene la garganta tan 'niquelá' como otrora, de manera que cuando va arropado todo pinta bien pero cuando se queda a solas las cuerdas vocales muestran su debilidad. Nada alarmante tampoco.

Se toma su par de descansos Antonio para dejar las riendas primero a Josemi y más tarde a Juan el Camborio, para que 'habichuele' con solvencia con la guitarra. Casta. Momento bonito resultó la versión de su amigo Antonio Vega ('Se dejaba llevar por ti'), para quien insistió en solicitar esa ovación que llegara al cielo. Antes había invitado sobre las tablas a Pastora -vieja amiga, intuyo- para repartirse las voces de 'Flor de lis'.

La rumba de Ketama se sigue bailando fácil y guapa, entra bien, invita a la sonrisa y ahí están los mejores momentos ('Ámame, quiéreme'; 'Me encanta') de un concierto al que hemos ido a escuchar canciones en vivo, a aplaudir a un grupo respetable que marcó pauta en una época. Pero, por encima de todo, hemos ido a recuperar la juventud, a tomar el elixir. Y solo tenían cerveza. La ingenuidad no entiende de edades. Aunque bien cierto es que cuando llegó el bis y dispararon las dos balas ganadoras que guardaban, allí meneó el trasero y se sintió pintón hasta Pepe 'El Torcío'. Sí, canciones como 'Vente pá Madrid' y 'No estamos lokos' tienen todavía el poder, el contagio, la infección de la alegría. El concierto sonó bien, tocaron las que tenían que tocar y volvimos a ver a aquella amiga. Dos décadas después, esto sí.

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