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La escritora Pilar Adón acaba de publicar 'Las iras'. Esther Vázquez
Pilar Adón: «Me gusta azuzar, zarandear, que no se salga de mis libros igual que se ha entrado en ellos»
Conversaciones de primavera

Pilar Adón: «Me gusta azuzar, zarandear, que no se salga de mis libros igual que se ha entrado en ellos»

«Hay una frase que me gusta mucho de Ana María Matute, que dijo que el ser humano ha evolucionado muchísimo tecnológicamente, pero que el hombre sigue llorando ahora igual que en la Edad Media», afirma la escritora, traductora y editora, antes de su visita al Aula de Cultura de LA VERDAD en Murcia el próximo miércoles 2 de abril

Domingo, 30 de marzo 2025, 16:46

Pilar Adón (Madrid, 1971) estará el próximo miércoles 2 de abril en el Aula de Cultura de LA VERDAD, un acto en colaboración con la Fundación Cajamurcia y la Fundación Vocento, en el que presentará su nuevo libro de relatos, 'Las iras' (Galaxia Gutenberg, 2025). Viene de Lérida, luego estará en Elche, de nuevo en Murcia (con un club de lectura en Libros Traperos) y Cartagena (La Montaña Mágica); después en Colombia, invitada por la Feria del Libro de Bogotá, y aprovechará su estancia en América para hacer promoción en Buenos Aires y Montevideo, para enlazar a su regreso con la Feria del Libro de Madrid y Sant Jordi en medio.

«No voy a parar», reconoce, muy feliz de estar en Murcia en el Aula de Cultura, que tendrá lugar en el auditorio de la Fundación Cajamurcia, en la Gran Vía de Murcia, a las 19 horas, con entrada gratuita hasta completar aforo. Pilar Adón ganó en 2022 el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica, el Premio Francisco Umbral al Libro del Año y el Premio Cálamo Otra Mirada con su novela 'De bestias y aves', también publicada en Galaxia Gutenberg y traducida a diversas lenguas. Ha publicado las novelas 'Las efímeras' (Galaxia Gutenberg, 2015) y 'Las hijas de Sara' (Alianza, 2003), así como el relato largo ilustrado 'Eterno amor' (Páginas de Espuma, 2021) y los libros de relatos 'La vida sumergida' (Galaxia Gutenberg, 2017), 'El mes más cruel' (Impedimenta, 2010), por el que fue Nuevo Talento Fnac, y 'Viajes inocentes' (Páginas de Espuma, 2005), por el que obtuvo el Premio Ojo Crítico de Narrativa.

Ha publicado en La Bella Varsovia su poesía reunida 'Las huidas. 1998-2024' y los poemarios 'Da dolor' (2020), 'Las órdenes' (Premio Libro del Año 2018 del Gremio de Libreros de Madrid), 'Mente animal' (2014) y 'La hija del cazador' (2011). Estamos ante uno de los grandes nombres de la literatura española contemporánea, alguien de la que el catedrático de la UMU y académico correspondiente de la RAE, José María Pozuelo Yvancos, afirma: «Si Pilar Adón ha conseguido alcanzar el lugar alto en que a mi juicio se sitúa es por dos razones, que creo solidarias entre sí: es radical y es ella misma». Es, con Enrique Redel, editora de Impedimenta, editorial con uno de los catálogos más exquisitos en español, y ha traducido obras de Penelope Fitzgerald, John Fowles, Iris Murdoch y Edith Wharton, entre otros.

-Tiene la suerte de que por donde va hace nuevos amigos...

-Sí, en la Región de Murcia hay un montón de gente a la que estoy deseando volver a ver. Es gratificante todo lo que pasa.

«Leo siempre»

-A usted le gustaría ser considerada «una lectora inteligente». Y, al mismo tiempo que lee, escribe y viaja muchísimo.

-Sí, cuando estaba de promoción con 'De bestias y aves', que se publicó en septiembre de 2022, y luego vinieron todos los premios (Premio de la Crítica, Premio Nacional de Narrativa...), yo estaba viajando porque todo lo que sucedió con ese libro fue maravilloso, y al mismo tiempo estaba escribiendo 'Las iras'. Fui escribiendo estos cuentos nuevos en ese momento. Leer, yo leo todo el rato, para mí, por placer personal, y también para Impedimenta, por eso aprovecho los viajes en tren y en avión para leer mucho, y para tomar notas. Si puedo, viajo en 'vagón silencio', así voy leyendo y escribiendo. Es verdad que es una capacidad que hace años creía impensable, pero ahora puedo escribir en hoteles, en medios de transporte, sí que no es una escritura final, una versión definitiva, pero puedo anotar ideas.

-Sus personajes no llegan a ser tan lectores como usted...

-No, pero prácticamente todos leen. Los personajes también leen, hay libros en lo que escribo, y muchos de ellos están encerrados. Mis personajes, muchos, están aislados en casas rodeadas de naturaleza para ser libres y para hacer realmente lo que quieren hacer libres de imposiciones sociales e imposiciones familiares, para desarrollar sus propios criterios. Entonces, no tanto como yo, pero muchos sí leen.

-Estos personajes tratan de liberarse de las imposiciones sociales y viven muchas veces aislados por voluntad. La escritura puede ser también una buena forma de rebelarse.

-La soledad de la que hablo tanto en los relatos como en los poemas y en las novelas, es una soledad voluntaria en el 99% de las veces. Es una soledad que no tiene nada que ver con la lacra de la soledad impuesta socialmente en la actualidad. En esa soledad impuesta es la sociedad la que aparta al individuo, que no quiere apartarse; en cambio, la soledad voluntaria, que es de la que yo hablo, y es la que a mí me interesa, es una soledad buscada en la que nosotros somos los que voluntariamente nos apartamos de la sociedad para desarrollar ciertas actividades de manera más libre y sin ciertas imposiciones. En mi caso, yo me he rebelado siempre desde pequeña, porque a mí me interesa leer, no sé bien por qué, yo solo quería leer y leer, y escribir. Frente a consejos intencionados de sal, relaciónate, juega con tus amigas... tienes que salir más al parque, que con 53 años es fácil recordarlo, pero entonces, en la primera adolescencia, o cuando era más pequeña, no era tan fácil. Porque había muchísima presión, crítica, incomprensión y muy poco respeto.

-¿Qué imposiciones rechaza?

-Una vez que creces, llevado al mundo de la creación y de la literatura, hay una rebelión efectivamente contra ciertas imposiciones. Y en el caso de las mujeres, hay mucha imposición, por ejemplo, para ser madre, sobre todo entre los 20 y los 30 hay una presión por ser madre, y si no lo era me decían que iba a perderme lo mejor de la vida. En cierto modo, ahí sí que se me condenó a la soledad. Recuerdo un amigo que me dijo que si no tenía hijos de vieja iba a estar sola, que quién iba a estar conmigo en Navidad y en mis cumpleaños, y en las fiestas... para irse de todas esas presiones, está el refugio de la literatura, y en muchos de mis personajes el refugio del aislamiento en estas casas rodeadas de naturaleza.

Del horror y la belleza

-Esas casas rodeadas de naturaleza que aparecen en sus relatos no parecen esas casas idílicas de muñecas con las que se juega en la infancia. Quizás sea la infancia, y usted lo remarca, la etapa de la vida donde más se confunde el horror y la belleza.

-Horror y belleza son dos términos que me interesan mucho, y que mezclo constantemente en estos cuentos, desde la primera frase hasta la última, porque son dos elementos que conjugan muy bien con la estética, la literatura, la filosofía del romanticismo... culminan los dos juntos en el término de lo sublime, y para mí lo sublime como término en el que se junta lo que nos da horror, estas tormentas, la noche, los abismos... y, al mismo tiempo, nos genera una sensación de belleza inabarcable. Pues todo esto mezclado para mí es un referente desde hace mucho tiempo, y en 'Las iras' me he lanzado a explorar ambos términos y a mezclarlos y a ir salpicándolos en todos los relatos. Mezclé el horror y la belleza en la historia de unas niñas, protagonistas todas ellas criaturas muy jóvenes, que se enfrentan a una sensación de víctimas, se ven como víctimas, y lo que les pasa hace que se sientan abandonadas, traicionadas, no queridas como creen que deberían quererlas, y, como consecuencia, se convierten en muchas ocasiones en monstruos que al final propician la existencia de otra víctima a su vez. Se va produciendo una especie de cadena, y la belleza frente a este horror del que hablamos, de la incomprensión, el aislamiento, el abandono y la traición, la belleza viene del lado de la propia naturaleza y del propio lenguaje. Estamos centrándonos en el qué les sucede, qué provoca que ellas mismas se sientan víctimas y luego se conviertan en monstruos, pero ciertamente el cómo, que siempre es esencial en la literatura, cómo se cuenta más que qué se cuenta, en ese cómo es donde mi empeño fue el de generar belleza rítmica, sonora, el juego con las palabras y cómo voy generando en el lector algo que a mí me encanta que generen en mí como lectora, que es esa participación, cierta sacudida, cierta inquietud... También las casas de muñecas pueden resultar muy inquietantes...

Una frase que le gusta a Pilar Adón de Ana María Matute

-¿Cómo puede marcar tanto en una vida, sobre todo desde la propia infancia, la experimentación del odio, de la humillación, el rechazo por ser como se es...?

-Cuando yo estaba escribiendo estos cuentos, para no autocensurarme, y no replantearme una y otra vez lo que estaba escribiendo, ciertamente el cómo genera mucha belleza, pero el qué es muy cruel. El qué se cuenta es ciertamente hiriente, y deriva de heridas a la vez. Esta concatenación de heridas que a su vez generan más heridas en otros, o esta manera de ser víctimas y al final convertirte en monstruos y generar una nueva víctima en otra persona tiene mucho que ver con que la herida que creamos a otra persona deriva de una herida propia. Entonces, en ese sentido, la crueldad, y más en estas edades de las que hablamos, en las que no se tienen herramientas sociales conscientes, ni emocionales tampoco, son muchas veces las primeras traiciones, las primeras decepciones, la primera vez que uno se siente abandonado... y no se sabe gestionar porque no tenemos herramientas, ni tenemos la capacidad ni tenemos la perspectiva ni tenemos nada. Porque eso lo vamos tomando con la edad. Y el dolor sigue siendo el mismo, pero no lo gestionamos igual. Hay una frase que me gusta mucho de Ana María Matute, que dijo que el ser humano ha evolucionado muchísimo tecnológicamente, pero que el hombre sigue llorando ahora igual que en la Edad Media. Es fantástico, porque seguimos padeciendo los mismos dolores emocionales, el amor, el odio, la ira, la venganza... todo eso se perpetúa generación tras generación, y cada individuo tiene que aprender a gestionar todo esto. No nacemos aprendidos. Parece un gasto biológico un poco absurdo y además es un sufrimiento que vamos viendo y que por mucho que como adultos queramos enseñar, advertir o intentar controlar, no hay manera porque cada individuo tiene que aprenderlo por sí mismo.

-¿Qué se decía a sí misma mientras escribía estos cuentos?

-Que, efectivamente, todos son ficción. No estoy haciendo sociología, ni criminología, ni psicología. Es ficción. Y luego cada lector debe decidir qué hace con estos personajes y cómo los contempla.

-¿Podría considerarse usted como innatamente rebelde?

-Una de las cosas que pienso de mí misma y de casi todas las criaturas de mi generación es que a nosotras como chicas, en general, nos educaron para ser complacientes en sociedad, para no ser respondonas, para no ser rebeldes... yo nací en el 71 y yo recuerdo frases como «te voy a meter interna» por nimiedades y por boberías. Por educación y, sobre todo, por el momento histórico y social, nuestras propias madres tenían una visión muy machista de la educación de las niñas y yo no culpabilizo ni mucho menos a mi madre, porque lo hizo lo mejor que pudo. Yo le doy las gracias a mi madre por haberme dado una excelente educación, enseguida me apuntó a inglés cuando yo era muy jovencita y gracias a eso puedo ser yo traductora. Realmente, en mi casa no había mucho dinero, y mis padres destinaron gran parte de los recursos que tenían para que yo pudiera estudiar y pudiera tener libros y estas cosas. No es una crítica frontal, sino que, como una derivación de la sociedad y del momento histórico, una de las cosas que se me decía a mí desde bien pequeña era que tenía que hacer las cosas en casa, poner la mesa, fregar el cuarto de baño, mientras que mi padre y mi hermano no lo hacían. Ahí sí me rebelaba muchísimo, y, de hecho, ahí sí tenía enfrentamientos frontales porque no entendía por qué nosotras sí y mi hermano y mi padre no lo hacían.

'Las iras'

'Las iras'
  • Género Relatos

  • Editorial Galaxia Gutenberg

  • Autora Pilar Adón

Un arrebato constante

-¿Qué decidió de pequeña?

-Alguna vez me dijeron que resultaba antipática, pero es que lo que quería es que me dejaran leer y que me dejaran en paz, y no tener que estar relacionándome con niños en los columpios, que para mí era una pérdida de tiempo. Decidí desde bien pequeña no ser madre, y eso más que nada fue perseverancia. No ceder a las presiones y mantenerme en esa idea que yo tenía. Perseverar y mantenerse en una vocación, en mi casa, que es la literaria, que también obedezco porque es una especie de arrebato constante, y actualmente soy editora en Impedimenta, soy traductora, soy escritora. Persevero en esa vocación que, de alguna manera, ya estaba desde pequeña.

-Hay relatos que ocupan apenas una página. Otros son mucho más largos. ¿A qué se debe esa brevedad casi poemática?

-El cómo es realmente esencial para mí. Ser capaz de centrarme en la anécdota, y hacer de esa anécdota algo universal, y generar un mundo completo en un espacio tan breve, con tan pocas líneas, es algo que me interesa muchísimo. Los textos tienen casi siempre una lectura muy amplia, porque casi todos se inspiran en textos y películas. Por ejemplo, 'El cazador' habla de la película 'La noche del cazador' de Robert Mitchum, hay otro texto que hace referencia a Jane Eyre y Rochester en la novela 'Jane Eyre' de Charlotte Brontë. Hay mucho juego con una lectura más amplia, literaria, cinematográfica, con referencias a otros aspectos de la creación. Voy generando una especie de emoción, de tendencia a un estado de ánimo que es muy importante. Me gusta azuzar, zarandear, que no se salga del libro igual que se ha entrado en él. Y ese estado de ánimo que se va generando con referencias, como una especie de sonido latente, esas referencias nos lo despiertan, y va causando una especie de poso sobre otro poso hasta que genera esa emoción lectora tan importante para mí.

Violencia perpetuada

-La idea de destruir a tus propios destructores, a los causantes de la herida, de un dolor... también parece estar en algunos de estos personajes, siempre femeninos, aunque no hay una violencia manifiesta física.

-Casi todas ellas, como se sienten víctimas, en realidad, lo que sienten que están haciendo es defenderse, y lo que realmente genera esa sensación de violencia, de agitación y de inquietud es la imaginación del lector, porque escenas de violencia no hay, lenguaje agresivo tampoco hay, no hay sangre, ni hay palizas. En ningún texto hay ninguna escena agresiva, no hay ninguna descripción de violencia. Pero voy poniendo una lámina sobre otra lámina, generando una especie de cuerpo literario, argumental y narrativo, mediante la forma, que va haciendo que sea la propia imaginación del lector la que le lleve a pensar que ahí está sucediendo algo complicado que lleva a la venganza y a la ira. En uno de los cuentos, de los más crueles, 'Primera sangre', en la primera frase digo: 'Quiero tanto a mi madre que me hace daño'. Y lo cuenta en primera persona una criatura que es un feto que está en el vientre de la madre. En ese texto tenía claro que iba a haber una agresión física, porque el padre del feto es el padre de la madre también, pero yo no quería mostrar cómo ese hombre entraba en la habitación de su hija, le arrancaba el camisón, la forzaba... no hay ninguna escena de violencia. ¿Cuándo se da cuenta el lector de que ahí ha habido una violación y un abuso y que como resultado está ese feto hablando porque sabe que su madre se quiere matar? Si se mata la madre, obviamente, el feto también muere. El lector se deja llevar por la palabra, el ritmo, la belleza de la frase... pero hay un momento en que dejo caer toda la violencia a través de la imaginación. La imaginación es esencial cuando se escribe y cuando se lee, es el arma más poderosa, y así se genera la violencia de estos cuentos, y en estos cuentos la violencia la genera así el propio lector.

Sobre su amor a los perros

-En su perfil de Whatsapp aparece abrazando a su mascota. No imagina la vida sin perros.

-No he borrado esa foto porque mi 'Terry' estuvo 18 años conmigo, y el año pasado no pudo más y ya se me fue. Ahora estoy viajando mucho, paro muy poco tiempo en mi casa, y no quiero en este momento adoptar, pero después del verano ya tengo varias protectoras y estoy mirando para adoptar otro. Siempre hay perros en mis cuentos. Estuve a punto de adoptar uno hace no mucho en Cartagena, pero viendo el panorama que se me venía encima, que voy a Bogotá y Buenos Aires, no quería adoptarlo e irme así. Aunque me paso el día viendo páginas de protectoras de animales y tengo ganas de volver a tener uno.

  1. El miércoles 2 de abril estará en el Aula de Cultura de LA VERDAD

¿A quién le apetece ver en Murcia el próximo 2 de abril [Aula de Cultura de LA VERDAD, 19 horas. Fundación Cajamurcia, Gran Vía, 23, Murcia. Entrada gratuita]

Tengo muchos amigos en Murcia, y unos cuantos ya me han confirmado que vendrán al acto del Aula de Cultura. Me encantaría ver al profesor José María Pozuelo Yvancos, que siempre me ha apoyado; a Carmen Pujante, que hizo una reseña maravillosa en 'Ababol' de LA VERDAD; sé que Paco Paños tiene a más 70 lectores apuntados en el Club de Lectura de Libros Traperos, ¡una barbaridad!; quiero ver a Jesús Montoya, profesor de la UMU; al librero Vicente Velasco; a Ino, mi amigo; a Dionisia García, con la que compartí el Premio de la Crítica, ella en poesía, yo en narrativa; al crítico Ramón Jiménez Madrid, a Soren Peñalver y Marisa López Soria, a la gente del premio de cuentos Jara Carrillo...

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