Pequeños sacrificios de moral
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Adela Cortina se lamentó de la degradación del afán de verdad y de que desde los campus se fomente la inquisición de la corrección política y la cultura de la cancelaciónMesa para cinco ·
Adela Cortina se lamentó de la degradación del afán de verdad y de que desde los campus se fomente la inquisición de la corrección política y la cultura de la cancelaciónGreenpeace hizo pública el pasado miércoles una carta abierta firmada por más de cien artistas, académicos y trabajadores del mundo del arte en la que ... pedían que las activistas climáticas que tiraron sopa sobre los cuadros de Van Gogh no fueran condenadas, argumentando que su acción conecta con «el canon artístico» y pertenece a una larga tradición iconoclasta.
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Fue también el miércoles cuando se celebró el solemne acto de apertura del curso académico de las universidades públicas de la Región de Murcia. Allí, puesta de muceta, puñetas y birrete, tuve el privilegio de atender a la magistral lección inaugural, a cargo de la catedrática de Ética Adela Cortina. Reivindicando la verdadera misión de la universidad, la excelencia, la ponente se lamentó, entre otras cosas, de la degradación del afán de verdad y de que desde los campus se fomente la inquisición de la corrección política y la cultura de la cancelación, que tanto comprometen la libertad de expresión. Con sus menciones a los bulos, la posverdad, las desconexiones de la realidad o los nacionalismos miopes, yo ya veía entrando a Pedro Sánchez en el auditorio 'por alusiones'. Su disertación concluyó, con Kant, en la «firme defensa de la deliberación pública y abierta frente a las censuras», obvio refrendo al «Plan de Acción por la Democracia para reforzar la transparencia, el pluralismo y el derecho a la información» o, en corto, el plan de censura de Sánchez.
La tesis principal fue que el origen de la corrupción política e institucional está en una corrupción previa, la de las actividades profesionales, porque: «Cuando la política no persigue el bien común (...) sino que se afana por el bien particular, sea individual o grupal, por la permanencia en el poder a toda costa y distorsiona las instituciones hasta llegar a la autocracia y la tiranía; [...] entonces los incentivos externos sustituyen al bien interno y pierden todo su sentido y legitimidad las actividades profesionales». Así defendía Adela la necesidad de incluir en todos los grados una asignatura de Ética de la profesión sobre cuáles son las verdaderas metas –de naturaleza metafísica– porque la búsqueda de bienes externos –dinero, prestigio y poder– nunca debería anteponerse al bien interno de cualquier actividad profesional.
En un punto, Cortina sugirió a los políticos presentes la lectura de 'La política como vocación' de Max Weber –López Miras tomó nota–. Joaquín Abellán –mi tío, nacido el mismo año que Adela–, que tiene una edición de 'El político y el científico' a su cargo en Alianza, ya me explicó la dificultad de traducir el 'Beruf' de Weber por su doble contenido semántico: 'profesión' y 'vocación'. El buen político se debe a su actividad laboral entendida como vocación, como una misión de responsabilidad moral. Weber habla de dos tipos de ética que guían las acciones políticas: la ética de la convicción, según la cual el político actúa conforme a sus principios sin importar las consecuencias, y la ética de la responsabilidad, en la que toma decisiones basadas en sus posibles consecuencias.
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El viernes se hizo público el fallo por el que se condena a las activistas Phoebe Plummer y Anna Holland a 24 y 20 meses de prisión respectivamente. Sin valorar la severidad de la pena, considero que la condena es una buena noticia. Que su acción pueda tener cierto valor artístico, o que pueda a llegar a exponerse en un museo –como se alega en la carta– no exime de la responsabilidad penal de sus actos. Plummer aseguró en el juicio que no se trataba de ella «sino de los fundamentos de la democracia misma». ¿Les suena? –'acusan a mi mujer, ergo la democracia está en peligro'–. El juez ha sentenciado que ellas se han designado como los únicos árbitros de lo que se debe hacer respecto al cambio climático, sin sujetarse a los principios del estado de derecho. ¿Lo escuchan? –'frenaré a la ultraderecha, con o sin el apoyo del poder legislativo'–.
La corrupción no delictiva de la que hablaba Gustavo Bueno abunda más que nunca. La traición a los principios morales es absoluta y la degeneración de la actividad profesional de algunos periodistas, intelectuales, docentes, militantes o simples ciudadanos está sustentando una corrupción ideológica que facilita la corrupción delictiva. Alvise ha reconocido directamente su culpabilidad. Aquí todos creen estar 'en el lado bueno de la historia' porque hay un fin superior que justifica los medios. Nos están haciendo un favor, por eso se saltan las normas, sin entender que el descuido de la virtud y la renuncia a la excelencia –los 'pequeños sacrificios de moral'– son el sustento de esa corrupción superior que, desprovista de toda ética, convicción o responsabilidad, busca la permanencia en el poder a cualquier precio. ¿Quedará impune 'el gran jefe'?
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