tEl filósofo Antonio Campillo, ayer, en una ventana de su casa de Santomera, donde pasa el confinamiento. ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO

Antonio Campillo: «La naturaleza ha dicho 'hasta aquí'»

ANTONIO CAMPILLO. El filósofo murciano destaca que «los ciudadanos españoles están dando la talla mucho más que muchos políticos»

Miércoles, 6 de mayo 2020, 01:23

Un rinoceronte aparece en la portada de su nuevo ensayo, 'El concepto de amor en Arendt' (Abada Editores). Ionesco lo elevó a símbolo del gregarismo, ... de la pérdida de espíritu crítico y la entrega embobada a líderes peligrosos y funestos. Pasa la vida, nada cambia... Antonio Campillo, nacido en Santomera en 1956, es filósofo. Afable. Combativo.

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–¿Qué no le sorprende?

–La gente está equiparando este acontecimiento, la pandemia de coronavirus, a la II Guerra Mundial; no por el número de víctimas, evidentemente, pero sí por el impacto que va a provocar en la economía, en la sociedad. Es un 'shock' muy fuerte para el que no estábamos preparados, por eso se están improvisando respuestas. De hecho, cada país ha reaccionado de forma distinta, dando bandazos. No hay fórmula mágica.

«Quizá la generación del coronavirus comience a darse cuenta de que tiene que presionar a sus gobiernos para empezar a cambiar el rumbo»

–¿Qué se dice como filósofo?

–Es evidente el grado tan grande de incertidumbre existente. Yo diría que algunos de mis colegas, que han hecho diagnósticos muy rápidos, se han precipitado. Me digo que hay que ser prudentes, humildes, y entender que vivimos un acontecimiento que nos ha desbordado a todos.

–¿Qué no comparte?

–Para empezar, todas las teorías conspirativas en torno al virus: que si es un invento de China, que si lo es de EE UU...; es falso, no es un invento de un laboratorio. Tampoco comparto la idea de que esto es una coartada para que los gobiernos aumenten su control sobre la población, y así ir hacia regímenes más autoritarios. Creo que en cada país se ha respondido de distinta manera, también en función de los regímenes que ya existen en ellos; China ha respondido de una forma, EE UU de otra, [el presidente de Brasil, Jair] Bolsonaro de otra, y los países europeos de otra. ¿Por qué? Pues porque tenemos regímenes distintos, y los países con gobiernos más democráticos son más prudentes y tratan de preservar las libertades, de informar a la población al tiempo que toman medidas de confinamiento. Precisamente, han sido los gobiernos más de ultraderecha los que al principio no le dieron importancia a la pandemia, y solamente cuando le vieron las orejas al lobo tuvieron que reaccionar; incluso así, ahí sigue Bolsonaro con su particular visión del problema.

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Responsables

–¿Lo mejor?

–La enorme movilización cívica de la gente, que ha revelado su capacidad para hacerse responsable de una situación tan compleja y asumir que hay que arrimar el hombro, cooperar y modificar tus rutinas porque está en juego la vida de muchas personas. Esto no ha funcionando por puro autoritarismo, sino por una movilización social muy fuerte y por el esfuerzo de asociaciones solidarias de apoyo a los colectivos más afectados.

–¿Y todo lo contrario?

–Las actitudes carroñeras de la gente que intenta sembrar bulos, mentiras y odio hacia el otro, y que se empeña en echarle los muertos en cara al Gobierno...; ese tipo de cosas que está utilizando en España la extrema derecha, a la que está siguiendo un poco el juego el PP. Es de una bajeza moral inaceptable. Los ciudadanos españoles están dando la talla mucho más que muchos políticos.

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–¿Qué va a ocurrir?

–Yo lo que le puedo decir es lo que creo que debería ocurrir, porque sin duda deberíamos sacar lecciones de aquí: reforzar los servicios públicos, no solo la sanidad; reforzar la investigación científica y también las industrias nacionales estratégicas, en contra de las deslocalizaciones. Haber tenido que ir a comprar mascarillas o respiradores a China nos tiene que hacer reflexionar. Y, si bien lo más inmediato sería repensar otra vez la economía, volver a pensar en una especie de reconstrucción de los estados de bienestar a escala nacional y europea –con respecto a las políticas de solidaridad, de inversión en el empleo, en reducir las desigualdades sociales y en garantizar una renta básica a todo el mundo–, no debemos olvidar otra lección crucial: nuestra relación con la naturaleza tiene que cambiar. Estos virus son una señal de alarma exactamente igual que el cambio climático. La naturaleza ha dicho 'hasta aquí hemos llegado'. Estamos destruyendo los escudos protectores que impiden que estos virus salten a los humanos. Tenemos que proteger los ecosistemas, la biodiversidad, porque así nos estamos protegiendo a nosotros mismos.

–¿Qué aprender del pasado?

–Todo lo que hoy llamamos conquistas civilizatorias –la Declaración de Derechos Humanos, el Estado de bienestar, la propia Unión Europea–, comenzaron a construirse después de la II Guerra Mundial, precisamente porque la generación que vivió ese trauma colectivo dijo 'nunca más, tenemos que hacer las cosas de otra manera'. ¿Y qué ocurrió? Pues que a partir de los años 60 se olvidó esa experiencia histórica, vino el neoliberalismo y desmontó, o trató de desmontar, todas esas conquistas alcanzadas; se volvió al 'sálvese quien pueda', a la búsqueda de la ganancia a cualquier precio. Hoy estamos llegando a un cambio climático cada vez más grave, y a la proliferación de este tipo de pandemias, porque la Covid-19 no va a ser la última. Del mismo modo que hemos visto cómo con respecto al clima los jóvenes empiezan a tener claro que está en juego su futuro, quizá la generación del coronavirus, tras haber vivido este gran encierro a causa de la pandemia, comience a darse cuenta de que tiene que presionar a sus gobiernos para empezar a cambiar el rumbo.

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