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Haciendo equilibrio con pies de plomo y manos de brisa. Danzando por el más hermoso filo de la navaja del silencio y el bullicio. Manejando los tiempos y los suspiros, la contención y el guateque, el ahora y la leyenda. En el pulso de estos ... paisajes habitaron los momentos más especiales de la segunda jornada de la vigésimo novena edición de La Mar de Músicas, la mayoría de ellos forjados en la plaza del Ayuntamiento y el Auditorio Paco Martín del Parque Torres con los conciertos de, respectivamente, Naked Family y Lau Noah y Marisa Monte.
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La banda madrileña con acento cartagenero, no olvidemos que Antonio 'Chas', su carismático cantante, nació en la ciudad portuaria, abrió fuego en un sábado sorprendentemente amable en lo meteorológico, se rozó incluso la necesidad de acudir con urgencia a algo ligeramente parecido a una prenda de abrigo, con una actuación de las que generan afición. Y adicción. Partiendo de un pop de primera categoría melódica que se observa en el gigantesco espejo de los Beatles más psicodélicos ('Oh dulce alegría'), los Beach Boys del 'Pet Sounds', el Charly García de La Máquina de hacer pájaros ('Tumbado en la hierba al sol'), Stealers Wheel, ahí estuvo su sensacional versión de 'Stuck in the middle with you' para corroborarlo, o propuestas más actuales como The Divine Comedy ('Vas a morir') y The Lemon Twigs, Naked Family brindó un concierto que nos dejó con ganas de seguir explorando un repertorio tan radiante como atemporal.
Y, por si había alguna duda, sí, fue especialmente memorable la interpretación de 'Cartagena', golosina de trazo funky cuya letra nos invita, entre otros placeres, a descubrir calas (salvajes, cristalinas), quitarnos las penas en El Portus o dejarnos mojar por el sol. Y, luego, otra marinera. Solamente les faltó incluir un guiño a La Mar de Músicas para que el tema se convirtiera en himno no oficial de la ciudad, en dura pelea con el 'Exoplaneta' de Arde Bogotá, pero, de momento, queda ya fijada como parte imprescindible de la banda sonora del festival. Larga vida a Naked Family.
Teniendo en cuenta que estamos en el sector de las revelaciones, conviene anticiparse al desenlace y colocar el foco sobre Ana Tijoux, quien despidió la madrugada desde el arrebato, la tinta de colmillo limado y el jolgorio sin horarios. ¿Dónde? La duda ofende si tenemos en cuenta la esencia de su visita: el Castillo Árabe. Solamente al escribirlo notas como los pies se van animando a continuar con la fiesta. La artista nacida en Francia, pero chilena de corazón desde que se mudó al país en su adolescencia, dejó tras su paso por el festival un arrollador recuerdo de hip hop, sonidos urbanos, rap, jazz, ritmos latinos y hasta pequeños meteoritos rock. Diversos géneros musicales defendidos con altas cantidades de 'flow' y combinados con la admirable valentía de quien sabe que las fronteras estilísticas están para ser derruidas. A los pies de Tijoux.
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Naked Family (Plaza del Ayuntamiento) Notable
Arnaldo Antunes y Vitor Araújo (Patio del Antiguo CIM) Bueno
Lau Noah & Marisa Monte (Auditorio Paco Martín del Parque Torres) Sobresaliente
Ana Tijoux (Castillo árabe) Muy bueno
En el otro extremo del mapa, Arnaldo Antunes y Vitor Araújo se presentaron en el patio del antiguo CIM con un formato de voz y piano donde la ausencia de elementos jugó en todo momento a favor. Más es menos, ya se sabe, y grandes canciones como 'Lágrimas no mar' o 'Contato imediato' pueden ser suficientes para, desvistiéndolas casi por completo, arrancar la emoción más genuina. Auténticos referentes de la música brasileña, este dúo de talentos nos atrapó gracias al poder de la palabra, la garganta de Antunes, tan de São Paulo como de las calles por las que los crooners estadounidenses y los amantes de la 'chanson' francesa rebobinan sus romances malogrados, y el virtuosismo en las teclas de un espectacular Araújo. Una actuación para apaciguar cualquier tipo de ruido que alcanzó su clímax emocional con la colaboración de Marcia Xavier, esposa de Antunes, en la hermosísima 'Como 2 e 2'. Una delicia.
Y así llegamos hasta la esperada cita con Lau Noah, ganadora del premio Paco Martín de la Mar de Músicas a la artista revelación de músicas globales 2024, y la enorme Marisa Monte, dos propuestas que, cada cual a su modo, se apoderaron desde el primer segundo de un recinto donde reinó la admiración general.
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Por un lado, la artista catalana afincada en Estados Unidos justificó con creces su citado galardón con un precioso espectáculo donde cada movimiento mutaba en monumento a la sensibilidad y cada nota se impulsaba desde un pecho sin escudos. Si el premio que le fue entregado en los instantes previos a su actuación representa una especie de apuesta por el futuro profesional de quien lo recibe, podemos estar tranquilos, ya que está en manos de una artista capaz de honrar a maestros como Silvio Rodríguez o Joni Mitchell y presentar un material propio con composiciones tan notables como 'Wooden chair' o 'Libertad'. El mañana tiene la costumbre de mirar con los ojos de la incertidumbre, pero cuesta creer que no volvamos a ver a Lau Noah en próximas ediciones de La Mar de Músicas. Y lo festejaremos por todo lo alto.
Posteriormente, Marisa Monte elevó el listón del sábado (y de lo que llevamos de edición) con una actuación a su altura, es decir, la de una diva de la canción que, con más de tres décadas de trayectoria a sus espaldas, parece anclada en su mejor momento. Plenamente consciente de su magnetismo, la leyenda de Río de Janeiro desplegó sobre el escenario su talento vocal, personalidad y presencia en un concierto intachable en fondo y forma. Acompañada por una banda generosa y atenta, Monte, reconocida tanto por su trayectoria solista como por su etapa en Tribalistas, conjunto completado por Carlinhos Brown y, precisamente, Arnaldo Antunes, repasó un fascinante camino artístico donde se congregan la tradición, la vitalidad, el amor y la elegancia. Y ella. Siempre ella.
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Mientras Marisa Monte canta, el resto del mundo desaparece y solamente queda el hechizo de piezas tan redondas como 'Ainda bem', 'Beija eu', 'De mais', la irresistible 'Pra melhorar' o esa dupla de bises de oro compuesta por 'Amor I love you' y 'Já sei namorar', despedida perfecta para una actuación que, en cualquier caso, cohabitó permanentemente con la excelencia. En definitiva, una velada que se convirtió, a base de brío emergente y experiencia contrastada, en la primera cima a superar este año en La Mar de Músicas.
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