Sakis Tolis, cantante y guitarrista de Rotting Christ, durante su concierto de este martes en Murcia. I. R.

Rotting Christ lidera en Murcia un triple concierto negro como el carbón

La veterana banda griega celebra sus 35 años de carrera en la sala Garaje Beat Club junto a Borknagar y Seth

Miércoles, 23 de octubre 2024, 16:04

Según la mitología griega, el perro del dios Hades se llama Cerbero. No es un simpático chucho que le lleva el periódico todas las mañanas, sino una temible criatura de tres cabezas que custodia las puertas del inframundo para asegurarse de que los vivos no se cuelan antes de tiempo en el reino de los muertos. Algunas interpretaciones le otorgan una serpiente en lugar de cola o varios torsos, pero por lo general las tres cabezas son un rasgo fijo. Se trata de un número que tradicionalmente ha tenido gran poder en múltiples culturas. También en el cristianismo: tres cruces había en el Gólgota y triple es la Trinidad.

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Dado el interés en el misticismo y la espiritualidad que ha demostrado Rotting Christ a lo largo de su carrera -sobre todo en los últimos años-, no creo que sea casualidad que haya decidido configurar un cartel con precisamente tres bandas para los conciertos con los que celebra sus tres décadas y media de historia. Como las tres cabezas de Cerbero, la gira '35 Years of Evil Existence', que este martes recaló en la sala Garaje Beat Club de Murcia, no es solo una celebración del legado de uno de los nombres pioneros y más destacados del black metal mediterráneo, sino una muestra de tres maneras muy diferentes de entender el género.

La apertura de puertas, a las 18 horas, llegó justo a tiempo para librar a los asistentes más puntuales de una tímida llovizna que parecía haber sido convocada para crear ambiente. Aunque la cita rozó el lleno, el público fue llegando con cuentagotas, como es propio de un martes a esas horas, y a Seth le tocó abrir la programación ante una sala todavía medio vacía. No pareció importarle demasiado al sexteto francés, que tiró de tablas para ofrecer un espectáculo bastante teatral en el que no faltaron las pinturas faciales siniestras. Se llevó la palma su cantante, armado con una daga de hoja zigzagueante y ataviado con una especie de capa con flecos y un collar hecho con dientes de animales –espero que fueran de animales-. La iluminación tenue, con fogonazos de luces estroboscópicas al ritmo de los 'blast beats' de la betería, remató la impactante presencia escénica de los músicos, creando momentos de verdadero mal rollo.

Saint Vincent, cantante de Seth. I. R.

Los de Burdeos descargaron alrededor de media hora de furioso black metal de manual, intensísimo y efectivo, pero también un tanto plano. La unidimensionalidad pudo deberse en gran parte al bajo volumen del teclado, que apenas pudo escucharse en las primeras filas, aunque no me pareció una propuesta musical de gran recorrido. Un concierto correcto, pero destinado a los 'blackers' más incondicionales.

Frente al sonido tradicionalista de Seth, Borknagar supuso un soplo de aire fresco. La formación noruega deleitó en Murcia con un inspirado cóctel de influencias que fueron desde el metal más extremo hasta el folclore nórdico, pasando por el rock progresivo y momentos de experimentación instrumental muy notables. Pese a su condición de banda invitada, Borknagar pudo ofrecer un concierto bastante extenso, de alrededor de una hora de duración, lo que permitió conocer con relativa profundidad su enorme diversidad musical.

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Especialmente brillantes fueron los pasajes de mayor quietud que sirvieron para que las partes más agresivas resultaran más impactantes. La banda logró construir unas harmonías hipnóticas y combinar hasta tres voces de distinto registro y estilo, que parecían flotar sobre unas texturas de teclado que en esta ocasión sí gozó de presencia. Con su juego de contrastes, los noruegos dejaron un excelente sabor de boca y también muchas preguntas sobre cómo es posible que un grupo con tanto que ofrecer apenas haya pasado por España desde su fundación en 1995.

Apostando sobre seguro

Ahora sí, con la sala ya repleta, los hermanos Sakis y Themis Tolis, acompañados por los jóvenes Kostas Heliotis y Kostis Foukarakis, salieron a escena en medio de ese clamor que parece reservado para los nombres más respetados de la escena. A diferencia de Borknagar, Rotting Christ se ha prodigado bastante por España. Concretamente, la de este martes fue la tercera fecha de los griegos en la Región de Murcia, tras acompañar a Moonspell en esa misma sala hace cinco años y actuar en el Rock Imperium de Cartagena de 2023. Un idilio correspondido, a juzgar por la respetable cantidad de público que sigue apoyándoles de forma notoria en cada una de sus visitas.

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A pesar de llegar con un nuevo y muy destacable trabajo discográfico debajo del brazo, 'Pro Xristou', los Tolis centraron su repertorio en ofrecer una panorámica de su carrera, con especial atención a su faceta más cañera. 'Pretty World, Pretty Dies' y 'Like Father, Like Son' fueron las únicas representantes de su producción más reciente, dejando fuera joyas como 'The Sixth Day' o 'The Apostate', y eso me pareció una oportunidad perdida. No solo porque la propia calidad del disco lo merecía, sino porque su peso melódico habría servido de perfecto contrapunto para los temas más viscerales.

Para regocijo de los puristas que critican a Rotting Christ por la abundancia de medios tiempos, por el protagonismo de los arreglos corales y orquestales o simplemente porque sus letras se entienden, su repertorio de este martes en Murcia se diseñó para no dejar títere con cabeza. 'Aealo' fue la canción escogida para abrir y también la primera representante del disco homónimo, que con cuatro piezas quizá tuvo una presencia un tanto excesiva para tratarse de una gira de grandes éxitos. El otro niño mimado fue 'Kata ton daimona eaytoy', del cual sonaron tres canciones. Inexplicablemente, entre ellas no estaba la magnífica 'P'unchaw kachun-Tuta kachun', cuyos versos en español habrían dado muchísimo juego.

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Al margen de filias personales en cuanto a repertorio, un aspecto puramente subjetivo, pocos reproches se puede hacer a la interpretación del cuarteto, que se mantiene como uno de los directos más infalibles de la escena 'blacker' europea. Lejos de acusar el cansancio de los años, Rotting Christ parece haberse beneficiado de la llegada de sus dos miembros más jóvenes, un bajista y un segundo guitarrista que han encajado muy bien en el sonido, y que además funcionan como perfecto contrapunto a la veteranía de Sakis y Themis Tolis. La formación actual se muestra muy equilibrada y compenetrada, desprendiendo una energía que resultó palpable. Acompañó también el sonido de la sala, que después de las mejoras ejecutadas durante el parón veraniego se escucha mejor que nunca. En particular, fue un verdadero placer disfrutar del bajo, un instrumento complicado, sonando con un cuerpo y una definición nada habituales.

El punto álgido de crudeza e intensidad de los griegos llegó con su himno 'Non Serviam', que no solo es su canción más emblemática sino también la carta de presentación de su filosofía, y 'Societas Satanas', una composición rescatada de Thou Art Lord, proyecto paralelo formado en los 90 en el que también milita Sakis Tolis.

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Una de las pocas concesiones al lado más gótico de Rotting Christ fue la estupenda 'The Raven', que sonó precedida por unos coros gregorianos y que contó con uno de los momentos de comunión con el público más bonitos de la noche. Todo un éxito y una demostración de que no siempre la caña es lo que mejor funciona.

La asalvajada 'Noctis Era', un cántico de guerra caracterizado por una hipnótica cadencia casi tribal, fue la escogida para despedir un concierto intensísimo y sin fisuras que, sin embargo, se antojó demasiado corto. Apenas 70 minutos no bastaron para resumir 35 años de trayectoria, y menos aún al pasar de puntillas por sus trabajos más recientes. Esos que hacen arrugar el morro a los más intransigentes, pero que considero los más interesantes de su carrera y los que denotan una mayor madurez musical. Aún así, es evidente que sus canciones más directas son las que mejor se prestan al formato cuarteto, al no tener teclista en la formación, y así seguirá siendo hasta que Rotting Christ disponga del presupuesto de Taylor Swift y los hermanos Tolis se puedan permitir girar por el mundo con una orquesta completa y un coro de aguerridos monjes gregorianos. Como decía el profesor Hubert Farnsworth en 'Futurama': «¡Ah! Un hombre puede soñar. Un hombre puede soñar...».

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