«Soy Tormina del Mar Menor / no tengo padres, no tengo hermanos / si alguna vez tuve otro nombre, eso no lo sé / no lo recuerdo, no lo apunté», cantaba Lidia Damunt en su álbum de debut allá por 2008. Ahora, 'Nacer en Marte', su sexta ... entrega de formato largo –no le gustan los singles porque «mi vida está reflejada en mis discos y, ¿cuánta vida cabe en un single?»–, ha sido merecedora del galardón al 'mejor diseño' (Bravo) en los Premios de la Música Independiente (MIN). Quizás el hecho de nacer y crecer en La Manga, un lugar que todos asociamos al verano pero que en invierno también existe, haya influido en su carácter singular, pero lo cierto es que esta «amante del riesgo» es un ejemplar sin parangón, un talento salvaje imposible de etiquetar. Desde hace más de una década reside en Suecia, a donde marchó «por amor», así que es desde Varberg, en la costa oeste del país escandinavo, desde donde Lidia Damunt habla para LA VERDAD.
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–'Nacer en Marte' ha obtenido el Premio MIN al mejor diseño gráfico. ¿Cómo lo valora?
–Muy positivamente, nos quedamos todos muy contentos con el diseño. Realmente Bravo, que fueron los encargados de realizarlo, superaron nuestras expectativas. Son los mejores.
–El disco entró en las listas de lo mejor de 2019. Supongo que es agradable seguir sintiéndose apreciada por la crítica.
–Claro, para mí es una satisfacción saber que lo que haces es bien recibido. Yo siempre había dicho que a las críticas, tanto buenas como malas, no hay que hacerles mucho caso, pero lo cierto es que si son buenas las leo más atenta.
–¿Qué le parece la remezcla de 'Bolleras como tú' que ha hecho Putochinomaricón?
–Chenta ha llevado la canción a otro contexto, ha cocinado algo nuevo con los mismos ingredientes del tema original y su 'remix' me gusta muchísimo, hace crecer la canción.
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–'Nacer en Marte' es un disco menos desnudo que anteriores entregas. También menos desolado. ¿Le apetecía cambiar?
–Para mí lo natural es ir variando y cambiando el concepto de un disco a otro. Esto quizá me haga perder oyentes [ríe]. Es como si tú compras siempre un champú porque quieres que tu pelo tenga volumen pero de repente el mismo champú está orientado más a pelo liso, pues ya ese champú no te lo compras, porque te han dado gato por liebre. Igual mi música es un poco así. A quién le pirraba 'El cementerio peligroso' no le gustó 'El túnel'. Es divertido. Para mí la música es un juego.
–'Nacer en Marte'. ¿El título es por Murcia, por La Manga o sencillamente este mundo es ya de por sí bastante marciano?
–El título del disco está sacado del tema 'La equilibrista', dentro del cual esa frase cobra sentido, pero a la vez 'Nacer en Marte' me gustaba como título porque es una frase llamativa, sugiere quizás algo imposible o raro, incómodo. Es como decir «el pez se sienta en la silla».
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–¿Está bien en Suecia? ¿No tiene intenciones de regresar a la madre patria que nos parió?
–Estoy bien aquí en Varberg, que es donde resido actualmente. Siempre he querido volver a Murcia pero últimamente me he dado cuenta de que en realidad vivo, de alguna forma posmoderna, en los dos sitios a la vez. Es como una doble vida o algo así.
Formalmente no hay un estilo que defina la música de Lidia Damunt, más allá del suyo propio. Su actitud, no obstante, siempre ha estado cercana al 'do it yourself' del punk o, en femenino singular, al movimiento de las 'riot girls'. Desde sus inicios al frente de Hello Cuca, a la autogestión y a su forma de entender la música –adaptando las canciones a su discurso y no al contrario–. Lidia es un género en sí misma.
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–En España la crítica la adora, en Suecia es ama de casa, con su mujer y sus hijas. ¿Está bien así? ¿Ha llegado a girar por allí?
–Tengo otros trabajos también además del de ama de casa, pero es cierto que no le doy demasiada importancia a mi vida laboral. Atender a mis hijas y a la familia ocupa casi todo mi tiempo. A veces yo misma me he reprochado no haberme concentrado más en la música a nivel profesional o en algunos trabajos que he tenido, pero con la edad me he dado cuenta de que lo más importante en la vida es estar ahí cuando se te necesita y responder a lo que el momento te pide. Aquí en Suecia tuve una banda llamada Arre! Arre! con la que llegué a tocar bastante pero en un momento dado dejé el grupo por desavenencias estilísticas.
–Creo haber leído que opina que «la belleza está sobrevalorada», que no busca la belleza en su música, sino otra cosa. ¿Qué cosa?
–A veces pienso que quiero crear mundos, como tejer otra realidad con la música. Pero siendo menos abstracta te diré que cuando estoy componiendo y sale algo muy guay, me da un subidón de dopamina cuyo efecto me dura varias horas. Supongo que a nivel físico es como una droga, un enganche, y lo que hago a menudo es desconectar del todo y luego retomarlo. Es la única forma de que siga siendo emocionante para mí.
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–¿Qué recuerdos guarda de los tiempos de Hello Cuca, el fanzine Miau, el sello Rompepistas, locales nocturnos como el Ocio y el Maricoco...?
–Muy buenos recuerdos de cuando vivía en Murcia, de salir a los bares, de pasear por la ciudad... Un poco de esa nostalgia la reflejé en 'Bolleras como tú'. Por lo demás, la nostalgia no me interesa mucho. Pero como decía un chico con el que trabajé una vez en la sección de discos del MediaMarkt: «La nostalgia a buen precio siempre vende».
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