
El pasodoble recuperado de Lola Flores al torero Pedro Barrera
La familia del mítico torero de Caravaca halla un disco de pizarra con la grabación original que hizo 'La Faraona' en 1939
Pedro Barrera Elbal, el «torero de la emoción», como le llamaba el crítico taurino Ricardo García, 'K-Hito', tuvo una historia taurina corta pero muy ... intensa. Fue uno de los toreros más famosos de su época y compartió cartel con las máximas figuras del toreo en las ferias más importantes de España y Portugal. Es uno de los mejores toreros murcianos de todos los tiempos.
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La recuperación de un disco de pizarra y un libro que recogen un pasodoble dedicado al torero escrito y compuesto por Quintero, León y Quiroga, y cantado por Lola Flores, probablemente el único que 'La Faraona' dedicó a un torero, refleja la importancia que el diestro caravaqueño tuvo en la primera mitad del siglo pasado.
La familia conocía la existencia de este pasodoble y algunas personas todavía lo cantan en reuniones familiares y de amigos; pero no habían encontrado ninguna grabación de la época. Un nieto del torero encontró en una tienda de música de Madrid la partitura y también, unos meses después, en el mismo establecimiento, localizó una publicación, de Ediciones Quiroga, en la que se recogen los temas que Lola Flores grabó con el título 'Grandes creaciones de Lola Flores'.
Entre las canciones que hicieron grande a la cantante jerezana se encuentra el pasodoble 'Pedro Barrera' («¡qué miedo da verte!»), de 1939, año convulso en España, todavía en Guerra Civil. «Se nota que es una Lola Flores muy joven, muy impetuosa, que le da una impronta muy especial al interpretar la letra de la canción», asegura a LA VERDAD uno de los nietos del matador. 'La Faraona' tenía 16 años cuando graba la canción dedicada al torero de Caravaca de la Cruz.
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«Es un disco de pizarra, ligero y de doble cara. Sabíamos que existía, porque lo tenía un coleccionista. Pero lo vendió y no se volvió a saber nada en unos diez años», cuenta el nieto. «A principios de este año vi que estaba a la venta y lo que hice fue comprarlo. Recibí el disco, aparentemente estaba en buen estado, pero este tipo de discos de pizarra, si no se tratan bien, conforme va pasando la aguja por los surcos, los hace más grandes y van perdiendo calidad. Estuvimos esperando a encontrar a una persona con un equipo adecuado para reproducir y digitalizar el pasodoble; lo hicimos la pasada semana y, sorprendentemente, el sonido es muy bueno. Podemos estar bastante satisfechos porque esto nos da una idea de lo que representó nuestro abuelo en su tiempo». Un torero, como decían en una reseña histórica, «que ha sido devorado por el tiempo y, efectivamente, ha sido devorado porque los que se han dedicado a hacer historia de la tauromaquia no lo han tratado suficientemente bien».
Si una Lola Flores, que ya en aquella época, a finales de los años 30, artista incipiente en el mundo de la canción española, le dedica un pasodoble; si Manolete va a su pueblo a torear a petición suya… «pues eso nos da la magnitud de la grandeza que tuvo en su momento», insiste la familia. «Nos queda este pasodoble que hemos hecho resucitar en un disco que llevaba callado 83 años y que ahora nos recuerda lo que Pedro Barrera fue en aquella época».
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Trayectoria corta pero intensa
Pedro Barrera nació en Caravaca el día de San Juan, 24 de junio de 1912. En 1931 fue con sus amigos a los encierros de Moratalla y allí se fraguó la idea de ser torero. Una vaca se quedó rezagada y Pedro, con su chaqueta, la citó bajando los brazos y la vaca se arrancó; volvió a citarla más despacio y la vaca volvió a pasar. Detrás de los palos se oyó un «¡olé!», el primero que escuchó en su vida. Él llegó a decir que al oírlo sintió algo en lo más profundo de su ser. Esa noche no pudo dormir. Al día siguiente, al levantarse, se dijo: «Voy a ser torero».
En 1932 toreó su primer novillo, de Ruiz Dayesten. Cortó los máximos trofeos y fue llevado a hombros hasta la puerta de su casa. Aquella temporada toreó 130 festejos en la parte seria de Llapisera (un espectáculo taurino), alternando con distintas novilladas sin picadores. Tres años más tarde, en febrero de 1935, participó en la inauguración de la plaza de toros de Mar de Plata, en Argentina, toreando junto a Francisco del Pozo 'Rayito II'. Allí actuó en 9 novilladas. De vuelta a su tierra, el 4 de agosto del mismo año, inauguró la plaza de toros de Águilas, con lleno rebosante y un faenón inconmensurable. Con novillos-toros de Ruiz Dayesten.
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Debutó con picadores en Murcia el 23 de junio, y se presentó ante sus paisanos como novillero con picadores el 9 de octubre de 1935 en una corrida mixta de la vacada de José Ruiz Dayesten, alternando con 'Cagancho' y Cayetano Ordóñez, 'El Niño de la Palma'.
En 1936, justo el día antes de estallar la Guerra Civil, Pedro Barrera se presentó en Madrid. La contienda paró su trayectoria. En 1940, finalizada la guerra, reinició su carrera y durante dos temporadas fue la máxima atracción taurina como novillero. Destacan las cinco orejas que cortó en tres actuaciones consecutivas en Barcelona, donde salió dos veces a hombros. En Madrid salió por la puerta grande en tres ocasiones. Un crítico de la época escribió: «Pedro Barrera pone la plaza de toros de Madrid boca abajo. Corta dos orejas y se le repite. Ya no solamente corta una oreja a cada novillo, sino que corta las dos. La puerta grande se volvió a abrir para el torero de Caravaca».
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Tomó la alternativa en Valencia, el 25 de julio de 1941, siendo su padrino Pepe 'Bienvenida' y actuando como testigo Manolete; con toros de José María Galache. Esa tarde salió a hombros. El 9 de octubre del mismo año, confirmó la alternativa. El padrino fue Marcia Lalanda y de testigos Pepe Bienvenida y Manolete.
Ese mismo año toreó la corrida de Beneficencia el 12 de octubre con toros de Montalvo. Al abandonar la plaza se le tributó una clamorosa ovación ya que había cuajado una gran tarde. Ese mismo año salió a hombros en Barcelona y concluyó la temporada con 23 novilladas y 21 corridas.
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En la temporada siguiente (42), pese a resultar cogido de gravedad en El Escorial, en la feria de Gijón y Cehegín, sumó 33 corridas, cortando una oreja en Madrid, un rabo en Pamplona, una pata en Albacete y otra en Murcia, saliendo por la puerta grande en Salamanca, Granada, Almería, Valencia, Valladolid, La Coruña y Castellón. En 1943 sumó 45 corridas.
El crítico Don Luis escribió: «Pisa los terrenos de los valientes, sin trampa ni cartón. Está considerado la tercera muleta del país, ello da la medida del lugar que ocupa en el toreo P. Barrera, alternando con monstruos como Marcial Lalanda, Manolete, Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, Pepote Bienvenida, Juan Belmonte y Cagancho, entre otros». Don Marcos escribió: «P. Barrera es muy querido en Madrid y pone el cartel de no hay billetes».
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Mano a mano con Manolete
Una corrida que todavía se recuerda fue el mano a mano con Manolete en Caravaca, el 9 de octubre de 1943. Pedro Barrera invitó al diestro cordobés a que torease en su pueblo para que sus paisanos pudieran verle; y, a pesar de que Manolete -cogido mortalmente en Linares en 1947- no quería torear en pueblos pequeños porque carecían de enfermería, aceptó la invitación. Barrera pidió a varios médicos murcianos amigos suyos (Sánchez Parra, Alfonso Abellán Ayala y el doctor Alberca) para que acudiesen ese día a Caravaca e incluso llevaron una ambulancia militar. La corrida levantó una gran expectación, acudiendo aficionados de las provincias limítrofes. La plaza se llenó de un público entregado a las dos grandes figuras del toreo de la época y fue una tarde memorable, cada uno cortó tres orejas y un rabo y fueron llevados a hombros hasta el hotel.
Actuó varias veces en Pamplona durante los Sanfermines, saliendo por la puerta grande una tarde y cortó una oreja en un festival. Era muy querido en Portugal, actuando varias temporadas en Lisboa, Sphino y Vila Franca.
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Su última temporada fue la de 1944. En el mes de junio ya sumaba 10 corridas, pudiendo haber llegado a torear más de 40. Su inesperada retirada llenó de estupor al mundo taurino de la época y ni sus íntimos amigos, como los hermanos Bienvenida, el propio Manolete, los hermanos Dominguín, Martín Vázquez, 'El Niño de la Palma' o Nicanor Villalta, pudieron convencerle para su regreso. Tras esta decisión, solo aceptó torear en algunos compromisos como en la retirada de Nicanor Villalta, en Madrid. Su última actuación de luces fue en la plaza de toros de Lorca, en 1949, compartiendo cartel con Pepe y Luis Miguel Dominguín, que lo comprometieron a ello.
Aceptó también torear en festivales benéficos, como en Córdoba; varios para el hospital de ancianos de Cehegín; en Cañada de la Cruz, para la Iglesia; en Caravaca, para la Vera Cruz y para el hospital; en Murcia participó en un festival para recaudar fondos para la restauración del Santuario de la Fuensanta. También en Madrid, Salamanca, Portugal, Pamplona, Granada o Bilbao. El último festival fue en 1959, en Calasparra.
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Además del pasodoble ahora recuperado, a Barrera le dedicaron otros pasodobles el compositor valenciano Martínez Baguena; el maestro Gullón, de Cieza; y un cuarto, con letra cómica, compuesto por Carlos Aragón Iglesias. Quienes le conocieron destacan que era una persona inteligente, muy culta y un lector empedernido.
Tenía un gran temperamento y mucho carácter. Sus amigos y conocidos lo catalogaban como un caballero, tanto dentro como fuera de los ruedos. Su sensatez, gran humanidad y generosidad, las conocían muy bien los vendedores de lotería, de cupones de ciegos, los limpiabotas, los camareros y los serenos. En la posguerra, ayudó a paisanos y desconocidos que lo necesitaban, dándoles cobijo, sufragando cirugías, estudios o buscándoles un puesto de trabajo.
Hizo culto a la amistad y supo catalogarla. Conservó tanto la amistad de sus amigos de juventud -se reunía con frecuencia con ellos- como la de sus compañeros matadores de toros y ganaderos, por quienes era muy querido. Pedro Barrera falleció en su finca de la pedanía caravaqueña de La Almudema el 18 de agosto de1977.
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