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La sensación de estar como en casa cobra un efecto todavía más poderoso cuando emerge sobre las coordenadas de una primera vez y alrededor de una multitud desconocida con la que sabes que quedarás conectado para siempre por el mero hecho de compartir algo tan extraordinario como es la música en directo. Pues bien, esta codiciada impresión es la que dejaron los pasos iniciales del Fortaleza Sound de Lorca, festival que, tras arrancar a primera hora de la tarde con los conciertos de Norte Perdido, Ruto Neón, Alec López, Adiós Noviembre, Álamo 51, Delafé y las Flores Azules, Labouns y Glas, celebrados todos ellos en distintas plazas de la ciudad, aterrizaba sobre el firme suelo del Huerto de la Rueda.
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Un espacio tan amplio como acogedor donde se encuentran ubicados los dos escenarios principales con los que cuenta este evento primerizo, al cual, por cierto, no se le notó en ningún momento el clásico temblor del novato. Un estreno más que positivo donde tuvo mucho que ver la fortuna de contar con unos padrinos de la talla de Lori Meyers, quienes ejercieron con maestría y arrojo su papel de grandes protagonistas del viernes.
Si no supusiera una falta de respeto para el lector y para quienes me ofrecen la feliz oportunidad de tratar de contar de la forma más honesta y cercana posible lo que mis ojos ven, mis oídos escuchan y mi corazón siente en este tipo de veladas, esta parte del texto podría finalizar de la siguiente manera: Lori Meyers siempre cumple. Admito la ausencia de originalidad, pero es la idea que reaparece con insistencia al término de cada uno de los conciertos de una formación a la que el paso del tiempo, lejos de afectar en forma de incómodas arritmias u óxido insalvable, ha otorgado las dimensiones exactas de los grandes del panorama pop/rock de nuestro país.
Una meta que se sustenta sobre los andamiajes de un repertorio del que, te lo aseguro, aunque no me creas, puedes tararear un ochenta por ciento. Como mínimo. Y es que, el grupo granadino liderado por Antonio López (Noni), quien demostró una vez más en Lorca su condición de tremendo frontman, luce en el directo ese nervio y brío que marca la diferencia. No te das cuenta y, de repente, ya estás dentro del torbellino que crean canciones como 'Luces de neón' o 'Tokio ya no nos quiere'; recordando aquellos trayectos a la universidad escuchando 'Luciérnagas y mariposas'; la primera vez que oíste en vivo 'Emborracharme' o lo mucho que te apetece regresar a 'En la espiral' después de reencontrarte con 'Zona de confort'.
Es en el momento donde secas el sudor que se cuela entre la frente y las mejillas, coges aire y enumeras la multitud de instantes en los que sus canciones estuvieron ahí cuando sabes que nunca te cansarás de volver a Lori Meyers. Y todavía con más ilusión si siguen firmando actuaciones con un nivel tan alto como la que entregaron en el Fortaleza Sound.
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Para definir lo que sucedió justo después en el escenario que comparte nombre con el festival, cuando la noche era un ente tangible al que el numerosísimo público ya había hecho suyo, basta una sola palabra: Rock. Sí, en mayúsculas. Sexy Zebras fueron de frente, con los dientes apretados, ganas de jarana y unos pies que apretaron el acelerador desde el primer segundo y no barajaron la opción de frenar durante sesenta minutos de fogosas guitarras, ensordecedores coros, riffs matadores, pogos multitudinarios y puro vértigo.
Armados con una colección de temas que facilita el estado de excitación permanente, especialmente abrumador en el caso de 'Nena', 'Charly García', 'Jaleo' o una 'Tonterías' en la que estuvieron acompañados por Toni Poza, bajista de Miss Cafeína, el trío madrileño irradió una energía y carisma a prueba de expectativas y prejuicios. Están en el punto más dulce de su trayectoria, lo saben, lo saborean y lo comparten a través de un arrollador directo ante el cual resulta imposible no caer totalmente rendido. Es su momento. Guitarra, bajo, batería y ganas de comerse el mundo. Sexy Zebras ejemplificó en el Fortaleza Sound que no se necesita más para coronar en un festival.
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Unas horas antes, el festival ya había sumado un concierto notabilísimo gracias a Niña Polaca, banda que hace tiempo que se desprendió de la etiqueta de promesa de futuro para adquirir las contundentes formas de aplastante realidad. Sucedió tras la aparición de su segundo disco, un 'Que adoren tus huesos' que se ganó con creces su lugar entre los mejores trabajos publicados en 2023 y que eleva sus irresistibles condiciones en el fervor del directo.
Se trata de un efecto entre lo natural y lo inevitable, ya que a nadie le puede sorprender que, junto a golpes ganadores como 'La muerte de Mufasa', 'Madrid sin ti' y la preciosa 'Nora', piezas recientes como 'Dolores Rayo', 'Invierno de mierda', 'Lo que yo te he querido (pretérito perfecto)', 'Los días malos', la joya de la corona polaca, y 'Perdí los galeones', cantada precisamente junto a Gabi Montes, vocalista de los citados Sexy Zebras, terminen de alcanzar su mayor altura, rayando el infinito, cuando son interpretadas sobre el escenario con semejantes dosis de crudeza, alma, vísceras y pasión.
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Un grupo que no da una línea por ganada, que pelea cada estrofa, revienta en cada estribillo y termina cantando victoria dejándose una voz que es, a la vez, propia y universal. Lorca conquistada. Que pase la siguiente ciudad, que esto no ha hecho más que empezar para Niña Polaca.
En el ámbito local, The Leadings, tras su inesperada actuación en la última edición del Rendibú, firmaron una sensacional vuelta a las andadas con un espectáculo lleno de ilusión contagiosa. Aquella magia que quedó sostenida sobre las redes de los almanaques a lo largo de trece años, el tiempo que hemos tenido que esperar hasta el regreso del grupo murciano, sigue brillando en lo melódico y lo visual, lo fibroso y lo atmosférico, lo terrenal y lo profundo. El paso del tiempo tiene sus caprichos, sí, pero también la incapacidad para evitar que las danzas y emociones generadas por The Leadings con canciones de la talla de 'Stop' o 'Let me try' sigan reinando en mitad de la madrugada.
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Por último, hay que señalar que D'Baldomeros cumplieron de forma correcta con el siempre difícil reto de abrir el recinto, mientras que Amatria, el proyecto del ciudadrealeño Joni Antequera, confirmó que su propuesta sigue creciendo paso a paso con uno de esos conciertos que pasan como un suspiro de pop y te dejan con ganas de más. Dos apuntes para redondear lo que fue la primera jornada del Fortaleza Sound, un festival que, aunque acaba de llegar, parece que lleva con nosotros mucho tiempo, resultando sorprendentemente acogedor, reconocible y familiar. Lo dicho, como en casa.
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