Manuel Hernández-Silva: «La realidad es que suena muy bien la Sinfónica de la Región»
Este viernes dirigirá el primer concierto de abono en el Auditorio Víctor Villegas, con Yeol Eum Son al piano, y un programa con figuras del romanticismo alemán
El nuevo director asociado de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Manuel Hernández-Silva (Caracas, Venezuela, 1962), tiene la fuerza en escena de ... un volcán en erupción. Este viernes, a las 20 horas, en el primer concierto de abono en el Auditorio Regional Víctor Villegas, volverá a demostrarlo con la pianista coreana Yeol Eum Son y un programa con dos grandes figuras del romanticismo alemán, revisando profundamente 'La Cuarta' de Schumann (sinfonía nº 4 en Re menor, Op. 120), y el concierto para piano 'El Emperador', de Beethoven, «un gran concierto cargado de heroísmo y espíritu militar, escrito en pleno periodo bélico con las tropas napoleónicas bombardeando Viena». Hernández-Silva acaba de salir de una convalecencia hospitalaria –estuvo 14 días ingresado–, motivo por el cual no pudo asistir al homenaje a Octavio de Juan del 12 de septiembre en un concierto-presentación de la temporada dirigido por Jaime Belda y Virginia Martínez, quien le sustituyó, y con generosa presteza y total entrega, a última hora.
Volcado en esta colaboración con la OSRM, Hernández-Silva reconoce que es la orquesta pionera y de referencia en España de los conciertos en familia, fundamentales para crear nuevos públicos y no desconectar a los jóvenes de sus músicos. «Era algo muy valorado por Octavio de Juan [crítico musical de LA VERDAD desde 1962 hasta su fallecimiento en 2022], que fue quien me abrió a mí las puertas de Murcia y sin Octavio yo no estaría aquí».
Graduado en el Conservatorio Superior de Viena, con matrícula de honor, en la cátedra de los profesores Reinhard Schwarz y Georg Mark, Hernández-Silva está vinculado a Murcia [fue director titular de la Orquesta de Cámara de la Región, antes de la creación de la Sinfónica en 1996]. «Mi relación con la Región de Murcia es tan intensa que el olor de Murcia pertenece ya a mi memoria, a mi terruño. Mi mujer tiene familia murciana, creció aquí, y cuando venimos aquí estamos en casa. Mi bañico todos los años es en Mazarrón y soy un entusiasta de esta región, de la gente, y su humor y su idiosincrasia.
–En los más de 30 años que lleva vinculado a la Región de Murcia, ¿de qué se ha dado cuenta?
–De que tengo amigos que duelen, de esos con quienes comparto mis reflexiones, mis angustias, mis felicidades. Todo con ellos. Estando aquí con la Sinfónica, a la que llegué siendo un chaval creyendo que vas a descubrir el mundo, me he dado cuenta de que Murcia también moldeó de alguna manera al hombre que soy hoy.
–La vida ha pasado muy rápida...
–La nostalgia es una trampa. Yo he vivido, con tantos años fuera de casa, intentando también protegerme de esa nostalgia del tiempo pasado que, a veces, cincela tu alma. Yo soy una persona que definitivamente necesita mirar hacia atrás. Hay gente que le viene bien mirar solo hacia adelante, pero yo necesito ese asidero para seguir. Pero sí, ¡caramba! El tiempo pasa a una velocidad que se nos escapa. Es como el agua clara que no puedes retener entre los dedos.
«Con un presupuesto holgado podríamos darle más estabilidad a la orquesta, aumentar la plantilla, ofrecer mejores programas a nuestro público»
–¿Qué es la felicidad?
–Un instante. La felicidad eterna definitivamente yo no creo en ella. Es verdad que nacemos con el derecho a ser felices, y a buscar esa felicidad, pero cuando la encontramos dura cinco minutos. La vida es un ejercicio de intentar ser lo más feliz que uno pueda, y en el camino uno halla esos ratillos. Pero todo pasa muy rápido.
–¿Con qué orquesta se ha encontrado tanto tiempo después?
–Yo llegué a Murcia con un proyecto que apenas estaba naciendo, y aquella orquesta llegó a sonar estupendamente bien. Pero se disolvió y, gracias al esfuerzo de muchos, continuaron y continuaron hasta formar lo que es hoy esta orquesta, cuyo origen viene de allá. Pero son dos realidades distintas. Aquellos éramos unos muchachos que soñaban con salir del cascarón y Murcia era también una ciudad diferente. Pero nunca jamás rompí la relación con la realidad de la OSRM.
–Un lazo casi sanguíneo...
–Siempre he sido un amigo cercano a este proyecto, que pasó por muchas vicisitudes y se volvió a encauzar con la titularidad de Virginia Martínez, en una época muy próspera para la orquesta. La realidad es que hoy la OSRM suena muy bien, pues en dos ensayos ya tiene la sinfonía para presentársela al público y el concierto es el viernes. Esto te da idea del techo que tiene. ¿Por qué? Porque los maestros fundadores de la orquesta han llegado a la edad adulta en condiciones estupendas, por la incorporación de gente nueva y por otros factores que la convierten en muy competitiva. Entre ellos el propio auditorio, que es un lujo y porque aquí tratan muy bien a los invitados. El equipo de trabajo es estupendo, con Carlos M. Blázquez [gerente], al frente.
«¡Caramba! El tiempo se nos escapa. Como el agua clara que no puedes retener entre los dedos»
–¿De qué sería capaz la Sinfónica de la Región de Murcia con un mayor presupuesto anual?
–Estamos haciendo cosas a un nivel de excelencia muy alto, pero podría programarse, con más presupuesto, con más holgura, sin tener que hacer tanto encaje de bolillos. Los directores exigimos mucho, demandamos mucho, porque queremos dirigir una sinfonía de Mahler, y queremos dirigir una ópera en concierto, y hacer grandes sinfonías con grandes plantillas, pero eso tiene un precio, cuesta un dinero, y depende del momento en que se programe. Con un presupuesto holgado podríamos darle más estabilidad a la orquesta, aumentar la plantilla, ofrecer mejores programas a nuestro público, atraer cada vez mejores solistas y directores, aunque estamos teniendo capacidad, en nuestra modestia, para permitirnos tener a grandes nombres. Decir lo contrario sería injusto. Pero sería estupendo hacerlo de manera más holgada.
–Como director asociado, ¿qué responsabilidades ha asumido?
–Yo tengo la responsabilidad de marcar una ruta artística, y las directrices son compartidas, cosa que yo defiendo siempre. Lo he aprendido con el tiempo, que no descanse en la figura del director toda la responsabilidad de la programación. El gerente de la OSRM y una comisión artística, con Juan González Cutillas, que nos ayuda muchísimo, hacen que la orquesta esté bien servida y que tengamos los mejores directores y solistas invitados. ¡Ojalá que todo el mundo diga que la orquesta suena muy bien! Sería muy hermoso.
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