La Unión llora la pérdida de uno de sus hijos ilustres, el guitarrista Antonio Fernández Fernández, patriarca de la saga de los Fernández y padre de la cantaora Encarnación Fernández, primera mujer en lograr -en dos ocasiones, 1979 y 1980- la Lámpara Minera en el Festival Internacional del Cante de las Minas. Fue el primer guitarrista oficial del Festival Internacional de Cante Flamenco de Lo Ferro, puesto que desempeña en la actualidad su sobrino Antonio Fernández 'El Torero'. Los dos festivales reconocieron este martes su contribución a la difusión del flamenco en la Región de Murcia y expresaron el profundo pesar de sus peñas y aficionados por esta pérdida.
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Nacido en 1926 en un pueblo de la provincia de Alicante, Callosa de Segura, Antonio Fernández recordaba en el documental 'De la raíz a la rama' (2019), del realizador Manuel García de Otazo, que fue autodidacta: «A mí no me ha 'aprendío' nadie a tocar la guitarra. Por lo poco que yo tenía oído de mi padre, ya daba las falsetas con la boca, las buscaba con la guitarra, y así me enseñé». Vendió ropa a domicilio en su juventud y procedía de una familia dedicada a la doma de caballos. En 1950 decidió establecerse en La Unión, donde tenía referencias y amigos como El Rampa, Antonio Piñana y El Chito. A Pencho Cros, con quien vivió las más celebradas 'madrugás' flamencas, lo consideraba un hermano. Con la compañía artística Soleá, de la que formaba parte también su familia y Alfonso Paredes, recorrió infinidad de lugares. Acompañó a grandes artistas a la guitarra.
«Me siento muy orgullosa de mi familia y de mi padre», decía Encarnación Fernández en el citado documental, en el que Miguel Poveda se deshace en elogios: «Para mí los Fernández son especiales dentro de esta región, porque son los que le dan la máxima flamencura a estos cantes». Sin duda, una de las estirpes flamencas más reconocidas de la Región, que abarca varias generaciones de entrega al arte y de amor al cante jondo más puro.
«Maestría», «pureza», «el arte», «el respeto», «gran guitarrista», «inigualable». Así lo veían sus nietos en ese trabajo en el que aparecía el patriarca exultante junto a todos ellos. Una leyenda viva del flamenco, una fuente inagotable de la que han bebido los más jóvenes de la familia. Guitarristas, percusionistas, bajistas, pianistas... que iban identificando sus vocaciones en cada «juntera». Todo se puede encontrar en esta familia, incide el flamencólogo Paco Paredes.
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