Empecemos por la cuestión extra musical y así nos quitamos ya el sabor amargo. Sonaban los primeros acordes de 'Las calles están ardiendo', señal inequívoca de que nos acercábamos a la recta final de la velada, cuando la luz dijo adiós. Quedaban pequeños destellos en ... forma de iluminación de emergencia, pero el recinto de Trips Summer Club se sumió de golpe en un estado de penumbra y confusión que obligó a M Clan a abandonar el escenario y puso a decenas de profesionales a tratar de arreglar la situación lo antes posible.
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Fueron cerca de sesenta minutos el tiempo que estuvimos observando con atención todo lo que ocurría a nuestro alrededor, pendientes de cada gesto, movimiento o señal del equipo técnico y temiendo por lo que habría sido un desenlace triste e injusto para un concierto que, hasta ese momento, solamente había regalado grandes estampas de nervio, músculo y arrolladora electricidad.
Por suerte, y aunque fueron numerosas las personas que perdieron la fe y optaron por volver a casa y abrazar con pasión al ventilador más cercano, el final dramático se evitó y la banda pudo terminar lo que había empezado con la complicidad de quienes nunca dejamos de creer. Y ahora, por fin, vamos a lo que realmente nos ha traído hasta aquí: las grandes canciones.
Antes de que continúen sus respectivas carreras en solitario, Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez se encuentran transitando los últimos caminos de una gira que, por encima de todo, sirve para reafirmar a M Clan como una banda de directo imbatible. Y es que, si bien es cierto que no estrenan canciones originales desde la publicación en 2016 del cálido 'Delta', la formación murciana, una de las más grandes e importantes de la historia de la Región, cuenta actualmente con un arsenal de temas infalibles que encuentran su dimensión más real y apabullante sobre las tablas.
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Hablamos de equilibrio entre el fogonazo y la agitación, el desmelene y la introspección, la prosa sudorosa que navega entre guitarras punzantes y la poesía romántica de corazón roto que se cobija bajo el manto de la melancolía estival. Todo ello, por supuesto, reubicado en la estación del sobresaliente gracias a la sabiduría de Ruipérez en cada uno de sus movimientos, nunca excesivos y siempre a favor de lo que pide cada melodía, y esa fuerza de la naturaleza de apellido Tarque que hace tiempo que alcanzó su más que merecido estatus de 'frontman' imprescindible de nuestra música. Si a ello le sumamos un conjunto de fabulosos músicos entregados de inicio a fin a la admirable causa de engrandecer cada canción, el triunfo es tan coherente como incontestable.
En lo que respecta a esta cita llevada a cabo como anticipo del Hermosa Fest, evento que celebrará su segunda edición en este mismo recinto durante los próximos 13 y 14 de octubre, M Clan volvió a confirmarse como una apuesta segura a la hora de sumergirse en géneros tan dispares y complementarios como el pop, el soul, el folk o el rock, entre otros, para desentrañar multitud de tesoros musicales con los que intercambiar las cuerdas vocales por un buen número de agujetas.
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Una inevitable y voluntaria afonía que nace como consecuencia de intentar cumplir la misión imposible de rozar los talones de la garganta privilegiada de un Tarque que puso toda la carne en el asador, el sudor en el escenario y el alma en cada nota. Un talento absoluto que resplandece con el fulgor único de los titanes. Él y la sensibilidad instrumental de Ruipérez son el alma de un grupo que, desde mediados de los noventa, nos han brindado discos tan espléndidos como 'Usar y tirar', 'Un buen momento', el infravalorado 'Sopa fría' o el monumental 'Memorias de un espantapájaros', la gran obra maestra de una carrera que fue repasada casi por completo a lo largo de un concierto que, mientras estuvo en movimiento, supuso una descarga de vibración permanente.
Una actuación que arrancó con la notable 'Grupos americanos' y finalizó a lo grande tras la obligada pausa con un festejado regreso en forma de bises con 'Quédate a dormir', la impresionante versión de 'Maggie May' y unas 'Carolina' y 'Concierto salvaje' coreadas hasta el infinito. Un tramo final que complementó momentos tan sensacionales como los protagonizados por las rabiosas 'Calle sin luz' y 'Perdido en la ciudad'; el acelerón blues de 'Volando alto'; los estribillos ganadores de 'Souvenir' y 'Filosofía barata'; o la mayúscula 'Para no ver el final'. Por último, mención especial para la épica emocional de 'Miedo' y 'Roto por dentro', baladas bañadas en oro inoxidable que también destacaron en un concierto donde la llama de M Clan, además de alumbrarnos con su reconocible energía, consiguió vencer al apagón.
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