Jorge Drexler, en el concierto de este sábado en Murcia. Guillermo Carrión / AGM

Jorge Drexler, un precioso acto de amor al arte

El artista uruguayo y su fabulosa banda entregan en Murcia un concierto exquisito tanto en su puesta en escena como en su inmaculado repertorio

Domingo, 18 de junio 2023

El maestro Jorge Drexler se dejó para los últimos compases de su memorable concierto en Las Noches del Malecón, no perdamos más tiempo en aclarar las dimensiones del encuentro, la declaración definitiva que late como núcleo de toda su trayectoria: «Puestos a elegir, mejor: elijo ... morir de amor, amor al arte». Una frase definitiva que, además, representa a las mil maravillas esa claridad, que no simplicidad, y sencillez, que no artificio, con la que el cantante y compositor uruguayo cuenta y canta la vida. La suya. La tuya. La nuestra. Con lápiz y papel, verso y brújulas, cercanía y naturalidad, delicadeza e ímpetu, roce y rasguño, cerebro y alma. Sobre el escenario, espacio que conquista con aplastante facilidad, Drexler murió, mató, vivió y resucitó de amor con un formidable espectáculo capaz de fascinar a la mirada gracias a una impresionante puesta en escena y de conmover y alegrar al corazón con un repertorio que solamente se puede (y debe) catalogar como sublime.

Publicidad

Así fue

  • En concierto. Jorge Drexler.

  • Dónde fue. En Las Noches del Malecón, en Murcia, el sábado 17 de junio de 2023.

  • Calificación. Excelente.

Hubo de todo y para todos en una velada en la que el cantautor, uno de los más grandes del género a nivel mundial, repasó con generosidad y júbilo una trayectoria repleta de obras fundamentales que, desde el atrevimiento, la emotividad, la inteligencia y la aterciopelada seducción, siguen desnudando nuestro entusiasmo a base de temblores de belleza. En ese sentido, hubo especial atención para el excelso 'Tinta y tiempo', un último trabajo que bien podría ser señalado como el más completo e inspirado en sus más de treinta años de carrera y del cual sonaron prácticamente todas sus canciones, mereciendo un aplauso especial las asombrosas interpretaciones de esa obra maestra titulada 'El plan maestro', la excitante 'Tocarte', 'Corazón impar', la divertidísima '¡Oh, algoritmo!' o un tema homónimo que fue pura hipnosis.

Y aquí conviene detener los relojes de la crónica para citar y ovacionar al espléndido grupo que acompañó a Drexler a lo largo del concierto. Carles Campón, también productor habitual del artista; Meritxell Neddermann; Borja Barrueta; Javier Calequi; Alana Sinkëy; Miryam Latrece; y una Gala Celia que asombró en su noche de estreno. Palabras mayores. Fue realmente fascinante observar la manera en la que se sumergieron dentro de cada una de las canciones, otorgándoles siempre el detalle justo, la caricia necesaria, el impacto exigido y el equilibrio constante. De acuerdo, el material de partida ya era un diamante, pero, tras ser perfilado, arropado y mimado por este excelente conjunto de músicos y coristas, el brillo resultó todavía más cegador a lo largo de cerca de dos horas de espectáculo que pasaron como el más delicioso de los suspiros.

Reverencia

Como un pequeño tren de vapor que se va deteniendo frente a distintos paisajes, cada cual con su correspondiente naturaleza melódica, lugares sagrados e inquietud animal, el concierto transitó también por el recuerdo de temas pasados tan esenciales como 'Deseo', una hermosísima 'Milonga del moro judío' a guitarra y voz, la irresistible 'Inoportuna' o 'Asilo', enternecedora ranchera de romance y lagrimón. Instantes de una embriagadora sensibilidad que dieron paso a un tramo final de concierto donde el (altísimo) nivel consiguió elevarse todavía más gracias al festival de ritmos, colores, luces y matices que protagonizaron la fusión de 'Bailar en la cueva' y 'Movimiento', la versión más funky posible de 'Todo se transforma' y el arrollador cuarteto formado por 'Bolivia', 'Silencio' y las maravillosas 'Telefonía' y 'Sea'.

Publicidad

Distintas atmósferas, vibraciones y palpitaciones que se unieron y cobijaron bajo el abrazo de un Drexler que ejerció a la perfección el papel del más amigo de los maestros de ceremonias. Con su característica apariencia de profesor de literatura y filosofía, oficio que, en cierto modo, ha ejercido sin saberlo ni pretenderlo en la vida de muchos de nosotros, el artista dialogó, sonrió y compartió con el público parte de ese intachable viaje creativo que ha construido a través de distintos tiempos, países y versos. Su voz, rizo de mar y brisa de otoño en estupendo estado de forma, atrapó de inicio a fin, transportándonos e invitándonos a redescubrir esta casi treintena de canciones que, incluyendo las recién llegadas, sobrevolaron radiantes el lugar hasta desembocar en nuestra memoria, dando así forma a una velada que fue una feliz reverencia a la figura inabarcable de la música en todo su esplendor y, cumpliendo con la palabra, un precioso acto de amor al arte.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad