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Rafa Val. Alberto Frutos

La épica inagotable de Viva Suecia

La banda murciana confirma su extraordinario estado de forma con uno de esos conciertos destinados a perdurar en la memoria

Domingo, 27 de noviembre 2022

El peligro está en perderse en el pataleo y olvidarse de lo que realmente importa. En la incapacidad absoluta y voluntaria de ni siquiera tratar de entender que los cambios son parte del proceso artístico. ¿Las zonas de confort? Territorio tan fértil en sus primeros compases como vacío, o enamorado de la reiteración, a medio plazo. Si racionalizar la evolución resulta un ejercicio tan inútil es porque se basa en intentar describir con palabras lo que no deja de ser un viaje movido por el impulso, la energía y la emoción de un aquí y ahora. Y esos son los motores principales que han llevado a Viva Suecia a abrazar una luminosidad contagiosa y radiante con 'El amor de la clase que sea', un último disco donde la banda murciana salta las murallas del hábitat conocido y arranca de cuajo las temibles mieles de la comodidad para protagonizar uno de esos giros de guion que invitan al entusiasmo.

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Tras la oscuridad y atmósferas penetrantes de sus primeros trabajos, los formidables 'La fuerza mayor' y 'Otros principios fundamentales', y la majestuosidad embriagadora del soberbio 'El milagro', el grupo apuesta ahora por un sonido más directo y limpio, dotando de un protagonismo mayor a la maravillosa voz de Rafa Val y enriqueciendo su propuesta desde las ventanas abiertas del pop, la complicidad y admiración del trabajo conjunto con otros artistas y, sobre todo, la búsqueda incesante de la melodía perfecta. Formas diferentes para arropar unas fabulosas letras marca de la casa, de esas que atraviesan escudos con la exactitud de un dardo de hierro y la contundencia de un reflejo instantáneo. Con estas herramientas, el grupo ha dado forma a un notabilísimo disco que aboga por el afecto, la generosidad, el respeto y el agradecimiento, banderas que se agitaron con arrebatador entusiasmo en su memorable concierto del pasado sábado en Murcia.

ASÍ FUE

  • Concierto. Viva Suecia.

  • Cuándo y dónde. Sábado 26 de noviembre. Plaza de toros de Murcia.

  • Calificación. Sobresaliente.

Una cita esperadísima, se podía notar la impaciencia general en el estupendo ambiente que se respiró durante la brillante sesión de Don Flúor antes del inicio del espectáculo, y rodeada de unas expectativas que quedaron cumplidas con holgura a lo largo de más de dos horas de puro nervio, épica, sudor, electricidad y lágrimas. Incluso para quienes llevamos siguiendo a Viva Suecia desde el prólogo de su historia, lo que se vivió en la repleta plaza de toros de la ciudad fue un impacto total. Ya no es que estén en su mejor estado de forma hasta la fecha, que lo están, sino que hablamos de un grupo capaz de convertir cada uno de los temas de su fabuloso repertorio en un huracán de escala emocional y musical inabarcable.

Contando con una puesta en escena de la que conviene destacar sus hipnóticos juegos de luces, la banda arrancó pisando el acelerador y quemando rueda con 'No hemos aprendido nada', 'Los años', 'Casi todo', 'El mal' y 'A dónde ir', quinteto ganador destinado a desafiar a nuestras gargantas y lacrimales. La mayoría perdimos en ambos casos, pero quienes sobrevivieron a ese brutal comienzo tuvieron muy complicado repetir la hazaña con la llegada de 'Hacernos polvo', una de las canciones más potentes de su último trabajo, y 'Días amables', todavía hoy la mejor canción de Viva Suecia. Una obra maestra que supuso, además, uno de los momentos más hermosos de un concierto que continuó transitando los senderos de lo inolvidable gracias a temas tan incontestables como 'Hablar de nada'; 'Parar la tierra', con espléndido derroche vocal de Val; una hermosísima versión del 'Rincón exquisito' de Second; o el radiante combo formado por 'Lo que queda de cariño', estribillo cinco estrellas, y 'Hemos ganado tiempo'. Mención aparte para 'La voz del presidente', excelente tema que ha adquirido la condición de clásico en un tiempo récord, algo similar a lo conseguido por las todavía más recientes 'Justo cuando el mundo apriete' y 'El rey desnudo', encargadas de cerrar el concierto antes de la llegada de los bises.

Máximo potencial

¿Recordáis lo que os comentaba antes del espectacular inicio del concierto? Bueno, pues el estallido se repitió con un epílogo que terminó de disipar nuestras dudas, ya mínimas, de estar asistiendo a uno de los conciertos del año en la Región. Tremendo lo que se vivió cuando se fueron sucediendo 'El bien', con la participación del vibrante saxofón de Pedro Sola, 'Lo que te mereces', 'Bien por ti' y la invencible 'Amar el conflicto (Todo lo que importa)'. Locura colectiva que terminó adquiriendo la forma de un recuerdo personal e intransferible para guardar como un tesoro.

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El papel fundamental en los teclados, coros y guitarras de Rodrigo Cominero. La precisión de Fernando Campillo a la batería. El infalible bajo de Jess Fabric. Esa capacidad tan característica de Alberto Cantúa de equilibrar la balanza entre la elegancia y el delirio con la maestría de una guitarra siempre excitante. La imponente presencia de un gigante llamado Rafa Val que devora sin piedad las tablas e irradia toda la luz que cabe en un noviembre de verano. Cada elemento desarrolló al máximo su potencial desde el principio hasta un cierre redondo que dio paso a la procesión de rostros felices bajo el escenario y al abrazo colectivo de una banda que, además de regalarnos una noche de inagotable épica, nos recordó que la música puede más que el rugido, que la belleza también se encuentra al otro lado del cambio y que las grandes canciones perduran y quedan mucho más allá del ruido.

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