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Actuación de Arde Bogotá, este jueves por la noche, en la Plaza de Toros de Murcia. Ros Caval / AGM
Crónica

La emocionante grandeza de Arde Bogotá

La banda cartagenera firma en una abarrotada Plaza de Toros de Murcia un concierto memorable marcado por la energía y la épica de un repertorio intachable

Viernes, 9 de junio 2023, 09:34

Todavía tiemblan las piernas, quema la garganta y vibra el pecho. Todavía suena el eco de una voz atronadora como el más resistente de los huracanes, como el más feroz de los rugidos, como el más seductor de los aullidos, como el más glorioso de ... los cánticos unidos. Todavía resuenan unas guitarras forjadas a hierro y efervescencia, a entusiasmo y brutalidad, a melodía y arrojo, a pasión y autenticidad. Todavía quema un bajo que atraviesa e hipnotiza, que exalta y deslumbra, que rompe y rasga, que invita al baile y a la solemnidad, que abruma de puro vértigo. Todavía quedan huellas de la estampida de caballos salvajes impulsada por una batería en permanente estado de ebullición, intratable y sofisticada, sudorosa y embriagadora, explosiva en el detalle y el nervio, en el ladrido y el susurro. Todavía es siempre cuando hablamos de un repertorio sin fisuras que ancla sus pilares sobre el paisaje de la inspiración permanente. Todavía resuena el impresionante concierto firmado por Arde Bogotá el pasado jueves con la forma de un recuerdo reciente destinado a la eternidad.

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Hace tiempo que las expectativas se transformaron en ilusión, al igual que la promesa en certeza, respecto a una de las citas musicales más esperadas de los últimos años en la Región. Y es que, aunque los números no dejan de ser simplemente eso, números, a nadie se le escapa el tremendo e inaudito éxito que supone, con solamente un EP y dos discos largos publicados en apenas tres años, rozar el lleno en un espacio tan importante como la Plaza de Toros de Murcia, reafirmando así el que es uno de los ascensos más espectaculares vistos en mucho tiempo dentro del actual panorama musical nacional. Pero ahí está la banda cartagenera, manteniendo la cabeza fría, los pies en el suelo y la ilusión intacta a la hora de aceptar cada logro como un paso más dentro de una carrera de fondo que, en la noche del ocho de junio, alcanzó uno de sus hitos más importantes. Y lo hizo, una vez más, gracias a la combinación imbatible de un excelente conjunto de canciones y un arrebatador directo capaz de mantenerse a la altura del fuego y el firmamento de la primera nota a la última.

Dueños de la plaza

Así, tras la actuación de unos Claim que transmitieron bajo una tímida lluvia esa vitalidad que les caracteriza con una actuación donde brilló con luz especial 'Bengala', su tema más reciente, Arde Bogotá aparecieron en escena con el firme objetivo de poner patas arriba el lugar desde el minuto uno, mostrando una convicción, seguridad y presencia escénica que no deja de crecer concierto a concierto. Imponen. Convencen. Impresionan. Y desatan la locura general con una apertura tan explosiva que bien podría haber funcionado como cierre soñado: 'Los perros' y 'Abajo'. Y a sudar, perder la voz y aplaudir hasta que crezca el cosquilleo en las manos. Antonio García, Dani Sánchez, Pepe Esteban y José Ángel Mercader, sin olvidar el papel clave que juega Pedro Quesada con una segunda guitarra siempre generosa e inteligente con lo que pide cada tema, se adueñan de la plaza desde el golpe inicial y ya no la sueltan hasta el fantástico cierre con 'Antiaéreo' y 'Cariño'.

Antes de este radiante punto final, el grupo recordó su fabuloso debut, 'El tiempo y la actitud', con vibrantes interpretaciones de 'Quiero casarme contigo' y una 'Virtud y castigo' donde todas las voces presentes en el recinto cantaron desde el mismo centro del éxtasis, subrayando asimismo la inmensidad del soberbio 'La noche' con las irresistibles 'A lo oscuro' y 'El beso', una 'Millennial' tan épica como de costumbre y, por supuesto, 'Exoplaneta', himno definitivo de esperanza, reencuentro y belleza.

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El momento de los cowboys

Por último, hay que resaltar una magnífica y renovada puesta en escena y la manera tan portentosa en la que funcionan en directo los temas del reciente 'Cowboys de la A3', su impecable segundo trabajo. Fuera incertidumbre: tanto la portentosa canción titular, seria candidata a cumbre de su repertorio, como el divertidísimo funk de 'Escorpio y sagitario'; la potencia imparable de 'Veneno', 'Clávame tus palabras' y 'Besos y animales'; 'Copilotos', sobrecogedora tanto en su inicio desnudo como en su eléctrico desenlace; o 'Qué vida tan dura', delicioso trallazo pop donde Antonio demuestra con especial firmeza que es uno de los frontman más fascinantes de la actualidad, crecen en el escenario hasta mutar en hechizo, hipnosis, terremoto, frenesí y revolución. En este sentido, mención aparte para una implacable 'Todos mis amigos están tristes' y, sobre todo, 'La salvación', obra maestra que supuso el punto más alto de un concierto con el que Arde Bogotá se terminó de establecer como una de las bandas más inspiradoras y especiales de nuestro presente.

Y no se trata de abrazar la perezosa filosofía del hype, buscar el calor en las frías cifras o vestir con los ropajes gastados del resucitador de géneros, sino de gozar entre lágrimas, sudor y afonía del poder inagotable de las grandísimas canciones. Arde Bogotá cuenta con un buen puñado de ellas y las defienden en el escenario con uñas y dientes, valor y amor, complicidad y libertad, ímpetu e intensidad. Y es así como muestran el camino que nos lleva al mar. La luz en el desierto. La carretera que desemboca en casa. El horizonte escondido tras el metal. El viaje que, como la ya histórica noche del pasado jueves, uno desearía que no acabara jamás. En definitiva, la grandeza, tan indescifrable como emocionante, de la mejor música.

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