Coque Malla durante su concierto en el Auditorio El Batel de Cartagena Pablo Sánchez/ aGM

Coque, el extraterrestre

Coque Malla firma en Cartagena un sobresaliente concierto repleto de grandes clásicos tanto de su carrera en solitario como de su etapa al frente de Los Ronaldos

Alberto Frutos

Viernes, 1 de octubre 2021, 01:44

«Coque es un animal escénico, ha nacido para esto. Él y el escenario son la misma cosa. Y aunque a veces me confiesa que se muestra nervioso cuando va a salir a actuar, tiene la chispa de meterse a la gente en el bolsillo ... en pocos segundos, con sus palabras y su presencia». Estas palabras corresponden a Álex Olmedo, compañero de Malla en la aventura musical de Las Mentiras, y se encuentran ubicadas en el imprescindible 'Coque Malla. Sueños, gigantes y astronautas' de Arancha Moreno, libro esencial para conocer en profundidad las huellas, cicatrices y horizontes tanto personales como creativos de uno de los artistas más importantes de la historia del rock en castellano. Además, se trata de una reflexión perfecta para definir el concierto que tuvimos la enorme suerte de disfrutar el pasado jueves en el siempre acogedor Auditorio El Batel de Cartagena.

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Coque Malla

  • Dónde y cuándo: Auditorio El Batel (Cartagena). Jueves, 30 de septiembre

  • Calificación: Excelente

Escenario ideal, predisposición total por parte del público, una banda fabulosa y un artista que parece sumido en una espiral de inspiración constante que ha alcanzado sus mayores cotas de intensidad en una carrera en solitario que solamente se puede definir como impecable. Y es que, más allá de sus clásicos al frente de Los Ronaldos, Malla ha firmado a lo largo de este convulso siglo XXI una serie de obras maestras de la talla de 'Termonuclear', 'La hora de los gigantes', '¿Revolución?' o el soberbio 'El último hombre en la tierra'. Una serie de trabajos que contaban con una producción intachable, interpretaciones vocales de altura y, sobre todo, un conjunto de canciones que atrapaban desde la primera escucha para no soltarte jamás. En los surcos de aquellos temas sembrabas incertidumbre y florecía una esperanza de conmovedor tarareo, se acostaban sin miramientos el rock y el soul, el pop orquestal resonaba con la épica inconfundible de la divina comedia de apellido Hannon y se destapaba el tarro de unas esencias melódicas que arrebataban la memoria.

Todos y cada uno de ellos tuvieron su correspondiente representación en un excelente concierto que equilibró con la clarividencia de los titanes el sudor que desprenden las guitarras y la nostalgia inevitable de las baladas otoñales. El escalofrío eléctrico y la lágrima acústica. De 'Escúchame' a 'Berlín'. De la gloriosa melodía de 'El árbol' a la preciosa 'La señal'. De 'Adiós papa' a una impresionante 'Me dejó marchar' que pelea por la medalla a mejor momento de la velada junto al vertiginoso tridente formado por 'Quiero que estemos pegados', 'Guárdalo' y 'Por las noches' y las abrumadoras interpretaciones de 'Todo el mundo arde', blues con alma de pantano incendiado; 'La carta'; el irresistible funk de 'Un lazo rojo, un agujero'; y esa ranchera matadora llamada 'Hace tiempo'.

Coque Malla durante su concierto en el Auditorio El Batel de Cartagena Pablo Sánchez/ aGM

No busquéis el punto flojo en un repertorio cinco estrellas entregado en bandeja de oro por un pletórico Malla que sigue jugándose la vida en cada nota, que no firma el empate en ningún solo y para el que no existe la palabra rendición en su biblia del Santo Escenario. Decir que está en su mejor momento sería un error, puesto que lleva instalado en ese privilegiado lugar más de dos décadas. Visto lo visto en Cartagena, el desenlace de semejante romance con las musas no parece una estación cercana en su apasionante travesía.

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En otra de las páginas del libro citado al comienzo de este texto, el propio Coque confesaba lo siguiente: «Cuando uno se enfrenta a su obra tiene que aspirar a la luna, el universo, aunque no lo vayas a conseguir». Una vez más, Malla logró alcanzar el espacio exterior desde los límites interiores de un Auditorio rendido a sus pies. La enésima conquista de un showman único; un Gene Kelly madrileño que danza con toneladas de estilo sobre las llamaradas de la confusión; un funambulista de la belleza; un orfebre de la melodía; un extraterrestre cuyas canciones siguen haciendo de este extraño mundo un lugar mejor.

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