De trazo exquisito y preciosista, Juan José Robles (Alhama de Murcia, 1970) es un extraordinario músico de cuerda (guitarra, mandolina, buzuki, octavillas, laúd, guitarro), amén del autor del mejor álbum europeo de folk de 2019 para la prestigiosa publicación norteamericana 'World Music Central'. Veterano de ... la escena de las músicas tradicionales, su innata timidez le había desaconsejado publicar a título propio hasta que por fin se decidió a hacerlo en 2016 con el elogiado 'Tiempo de espera', un título significativo que tuvo contuidad tres años más tarde con el galardonado 'In-quietud'. Recibió la noticia en enero de 2020, un día antes de su 50 cumpleaños y dos meses antes de la inesperada irrupción del maldito virus del confinamiento. «Ha sido un cortarrollos tremendo. Tenía un muy buen año por delante, con muchísimos conciertos, era la mejor manera de consolidar lo que suponía el premio de la World Music, pero las cosas han venido así», confiesa Robles.
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–No todos los días se consigue que elijan el trabajo de uno como el mejor álbum europeo. ¿Recuerda cómo recibió la noticia?
–Es una fecha que nunca se me olvidará. Era el 12 de enero, a las 11.30 de la noche y recibo un correo desde Estados Unidos diciendo que 'In-quietud' había sido elegido mejor disco europeo por una revista tan prestigiosa a nivel mundial como World Music. Lo tuve que leer cuatro veces y compartirlo con mi compañera. Es que justo media hora después era mi cumpleaños y no sabía si era una broma que me estaba gastando algún amigo. Fue como una explosión, un reconocimiento a todo el trabajo que lleva sacar adelante un proyecto como este, autoeditado.
–Ya llevaba años enfrascado en diversos proyectos (Malvariche, Mujeres con Raíz) pero no fue hasta 2016 que se decidió a grabar a nombre propio. ¿Por qué?
–Yo venía componiendo desde hacía tiempo, coleccionando melodías que iba guardando, pero la falta de atrevimiento para exponer en público todas tus miserias musicales, hacía que no me atreviese. Hubo un punto de inflexión en que empezó a gustarme lo que hacía y me dije: por qué no compartirlo. Pero reconozco que me costó dar ese paso.
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–La delicadeza, la sutileza y un cierto preciosismo me parecen elementos diferenciales en su discurso. Diría que más de lo habitual en la música de influencia tradicional.
–Eso estáis diciendo la crítica. Sí es verdad que tengo un nivel de autoexigencia alto, cuando decido compartir algo antes tiene que pasar muchos filtros. Todo ese proceso, que no es premeditado sino que forma parte de mi forma de trabajar, quizá merezca esos calificativos, que agradezco.
–También el cuidado de la melodía, ¿no?
–La melodía siempre ha sido mi principal forma de comunicar. Estaría feo decir que no sé ni cómo lo hago, pero es cierto que yo compongo con las manos, no con partituras, sino que es un proceso mucho más orgánico. Voy buscando esa melodía que diga algo que me parezca interesante. El primer filtro soy yo y a partir de ahí se genera lo que intento que sea un lenguaje propio.
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–¿Me lo parece a mí o hay una cierta eclosión del folk en la Región de Murcia?
–Quizás haya un cierto renacer. Están mis colegas de Malvariche, que resurgieron hace unos años; Azarbe, que están ahí que sí que no; Manuel Luna, que es un incombustible; Roal, parece que quieren retomarlo; Mujeres con Raíz... Sí, parece que hay una especie de movimiento que tiene ganas de decir 'aquí estamos'.
–¿Y gente joven?
–Yo eso no lo veo, sinceramente. Observo mucho movimiento en el mundo tradicional, en el mundo de las cuadrillas, en cuyos encuentros sí que veo gente joven que lo pasa bien. Pero haciendo música, no.
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–Toda escena o movimiento necesita de hitos para consolidarse y crecer. ¿Es consciente de qué con 'In-quietud' ha logrado el hito más importante del folk en Murcia?
–Bueno, quizás estas cosas se vean mejor a largo plazo, con una perspectiva más amplia. Todo el tema de la pandemia no me ha permitido asimilarlo bien. Todavía no me lo termino de creer.
–En 'In-quietud' hay un par de piezas de la tradición murciana, la 'Malagueña de Aledo' y 'Auroro'. Pero también en otros temas suyos hay influencia regional.
–Sí la hay. 'Jota con puntillo' está basada en una jota murciana y 'Un cuento nuevo' puede tener algo de unas jerigonzas. Lo dice la gente que lo escucha, yo no soy consciente cuando lo compongo. Mis influencias son muy amplias: Eric Clapton, Peter Green, John McLaughlin, un montón de mandolinistas... Todos, músicos que me dicen algo melódicamente.
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–¿Le prestamos menos atención al folk de la que se merece, ya sea el público, las administraciones o los medios?
–[Juanjo huye del victimismo habitual] Creo que hay que quitarse ciertos complejos. Yo lo que construyo, lo que compongo, me lo creo e intento demostrarlo en el escenario, al final es una música de emociones, de sentimientos. Y noto que al acabar el concierto la gente ha viajado conmigo. Si nos lo creemos un poquito más y mostramos una buena propuesta, quizá nos vaya mejor. Hay que crear algo original.
–El sábado actúa en 'A la luna de Barranda', el reducto más fiel a la música de raíz en la Región de Murcia. ¿Qué opinión le merece este ciclo?
–Decir Barranda es decir tradición, un nombre que nos transporta al encuentro de cuadrillas de enero. Para mí tocar en 'A la luna de Barranda', que lleva creo que once ediciones ya, es como tocar en casa, en un lugar donde me voy a encontrar con muchos amigos y eso hace que si cabe tenga aún más ganas de subir al escenario. Deseando y tocando madera para que no nos lo anulen.
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