Qué bestia que es, entre mitológica y a pecho descubierto, Carlos Tarque. Tras escuchar su canción 'Credo', @miguelrock5943 le ha escrito [le puntuamos sus frases]: «Hagas lo que hagas eres la voz del rock en España, ¡cómo mola! 'Yo te entrego mi libertad, tú me ... haces ser inmortal', ¡brutal!». Y no exagera, 'Credo' es uno de los grandes temas del nuevo disco del músico, compositor y poeta, nacido en 1969 en Santiago de Chile, estrechamente vinculado a Murcia desde su infancia y voz todopoderosa de M Clan, que este viernes lanza su nuevo trabajo en solitario: 'Tarque, Vol.2', cuya gira de presentación comenzará el 24 de noviembre en Gijón para recalar en Murcia, en la sala Mamba, el 27 de enero. Regresa con los mismos músicos, una ferocidad repleta de talento y con el mismo productor, y coautor de todas las canciones, Carlos Raya. Tarque, a rock and roll patrio no hay quien le haga sombra, a veces se ve a sí mismo como «una figura de Hopper / anónima y sola» que espera a que «acabe el tiempo en la lavandería». Voz impagable, de caballería al galope.
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–¿En qué momento está?
–Deseando empezar con los conciertos. Cuando acabé la gira con M Clan [el 30 de septiembre, en Castellón] terminé un poco cansado, no de M Clan sino de la gira [sonríe], pero me recupero rápido, ya estoy a tope con la promoción y en noviembre empezamos con la gira de este disco en salas pequeñas, donde a mí me sigue gustando mucho tocar. Tocar en salas pequeñas me parece una 'delicatessen': con tu público en 'petit comité', que ha pagado su entradica para disfrutar contigo, y todo como más cálido. Tengo muchas ganas de enfrentarme a este disco en directo, lo estoy deseando y me encuentro físicamente y de motivación muy bien.
–Escuchar estos días el lanzamiento del tema 'Bombas en son de paz', con el horror que se ha desatado entre Israel y Palestina, es una experiencia extraña, dura.
–Los días de salida de los adelantos del disco estaban programados desde agosto, y la semana pasada, cuando ya veíamos venir lo de Palestina, mientras en Europa todavía seguimos con la guerra de Ucrania, no sabía si sacar esta canción ahora sería un mal momento o un buen momento, no sabía cómo tomármelo. Pero, al final, y por desgracia, es algo que nos está golpeando y cuyas imágenes vemos todos. Toda esta mierda de la violencia, de la venganza, del terrorismo; y toda esta tristeza e impotencia que sientes. Yo alucino: que después de todo lo que ha pasado en la historia, de todo lo que sabemos, de millones de muertos, de destrucción, de generaciones perdidas, no sepamos o no queramos, o las dos cosas, resolver los conflictos de una manera que no sea matando a personas inocentes es desolador, es la hostia. Escuchar este tema sí que es cierto que se hace un poco raro, la verdad, pero en él hablo de una historia que una vez más, y de una forma muy cruel, se ha hecho realidad.
–También hace una crítica durísima a la desfachatez y el cinismo de los políticos.
–En realidad, yo he intentado siempre no caer en los lugares comunes y, sobre todo, en el panfletismo, pero no eludo hablar de realidades que nos fastidian a todos, y que en efecto amplifican la ansiedad que sentimos.
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–¿Y sobre los de nuestro país?
–No sé si me apetece responder...; es que ya no sé ni lo que pensar, estoy saturado de descalificaciones, de barriobajerismos, de oportunistas y oportunismos, del odio que se desprende...; ¿cómo pretender luego que los ciudadanos seamos ejemplares, si los que nos gobiernan están ahí parece que para insultarse y gritarse y poco más? Ya sé que hay cosas que no se pueden evitar, pero intento tener las mínimas discusiones sobre política porque, al final, al lugar que llegan es al enfrentamiento.
–Canta que «el futuro hace tiempo que pasó», que a veces triunfa una sensación como de estar en un laberinto que se enreda cada vez más.
–A mí no me gusta el derrotismo, aunque hay algo de derrotismo en alguna letra del disco, que es cierto que no es el más positivo de todos los posibles [ríe], más allá de la energía que desprende la música; yo tampoco tengo ninguna solución a los problemas, ni a los miedos, yo lo que intento es exorcizar, verbalizándolas, las cosas que me duelen, me indignan o me alarman.
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–¿Qué ha cambiado con respecto a su anterior trabajo en solitario?
–Estaba un poco más enamorado [sonríe], y en un momento algo más luminoso. No es que ahora esté deprimido; simplemente es verdad que pones la tele y dices: 'Hostias, si es que me cago en todo, si es que es todo una puta mierda'. Vale, que sí que está bien la frivolidad, que está muy bien la juerga, pero a veces hay que nombrar lo que sucede, hay que nombrarlo, que gritarlo, para denunciarlo. Como tantos otros, no sé para dónde tirar, pero a lo mejor poniendo letra, voz y música a lo que nos pasa conseguimos sentirnos un poco mejor. Es como cuando tienes un problema y se lo cuentas a un colega, que aunque el problema siga estando parece que te sientes mejor. Pues, eso mismo, pero a través del rock.
–¿Cómo fue la génesis de 'Credo' –«tu sangre late muy dentro de mí»– y a quién se la dedica?
–Buena pregunta, porque no lo tengo muy claro. En realidad, muchas veces empiezo a escribir sin que haya un objetivo. Mucha gente me ha preguntado si se la dedico a mi madre. La canción habla del amor, pero no está dedicada a nadie en concreto, ni habla tampoco de cuando yo nací. El otro día, una amiga de Murcia que está embarazada me dijo que cuando escucha esta canción lo que siente es brutal. La canción habla de un amor incondicional, como es el de una madre. «Yo te entrego mi libertad, tú me haces sentir inmortal», que es lo que una madre o un padre sentirían por un hijo, porque el hijo va a ser el futuro, va a ser la perpetuidad. Inconscientemente, quizás hablé del amor que puede sentir una madre por un hijo. Tampoco pensaba en nadie en concreto cuando escribí «apagas el miedo, ese demonio que no me deja dormir». No siempre pienso en alguien en concreto, y menos en un hijo porque yo no los he tenido. No he hecho muchas canciones en mi vida dedicadas a alguien. En toda mi carrera, puede que ni siquiera un par de canciones hayan tenido un destinatario real.
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–¿Contento con el resultado de este 'Tarque, Vol.2'?
–Siendo como soy muy crítico conmigo mismo, sí, estoy contento con el resultado final del disco y con sus letras, que he iniciado yo pero que las he terminado con Carlos Raya.
–'He vuelto para veros arder' se titula otro nuevo tema. No sé si darle las gracias.
–[Risas] He vuelto porque mi primer proyecto en solitario fue tan exitoso a nivel personal y de banda, y tuvo tanto éxito a nivel de público, que quiero volver a disfrutar de la experiencia.
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–No podían faltar los temas de amor, en este caso 'Escapa del amor'. ¿Y usted qué?
–¿Yo? ¡Amores perros! [Risas] Tuve una separación al principio de año, pero vamos, que yo lo que reivindico es la capacidad de un letrista, con todas nuestras limitaciones, de inventar ficciones. No tenemos que estar siempre hablando de nosotros mismos, no somos tan interesantes. Yo me invento las canciones como un guionista se inventa un guion.
–¿Cuando vuelve a estar solo se aguanta bien?
–Sí, sí, sí, es que yo he pasado ya muchas veces por esto, he tenido muchos momentos de estar arriba y luego abajo, y ahí sigo. Lo importante es que siento que valoro mogollón la amistad, el tener amigos; a mí los amigos me quieren mucho, y ellos saben que yo a ellos.
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–¿Y le dicen eso de que no va a sentar nunca la cabeza?
–Un amigo me dice eso de 'no te casaremos nunca'. Y yo creo que tiene razón, aunque seguiré intentándolo. [Risas]
Carlos Tarque, autor también del poemario 'Sótanos, tierra y montañas rusas', cuya lectura engancha –hay en él mucha belleza entre sombras y mucho desgarro–, reconoce que «me resulta bastante más fácil, tanto en las letras de las canciones como en la poesía, escribir sobre la tristeza y lo gris que sobre lo que tiene demasiados colores». La razón es entendible: «Con las cosas que tienen demasiados colores lo que haces, más que escribir sobre ellas, es disfrutarlas directamente». Ni él es «un tipo tristón», ni tampoco, asegura, tengo una personalidad especialmente melancólica». Y en cuanto puede se echa a la mar. Azul, cervezas, colegas, que el mundo se las apañe por unas horas. Y que corra el viento.
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