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Las leyendas son habitualmente más atractivas que los acontecimientos históricos, especialmente cuando conectan personas, lugares y emociones. Una de las escenas más bellas que ofrece el río Danubio a su paso por tierras austríacas es la de la ciudad de Dürnstein, un paraje rodeado de ... viñedos donde se alza un peñasco coronado por las ruinas de una mítica fortaleza.
En esta ciudad fortificada estuvo preso Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra que durante la Tercera Cruzada importunó a Leopoldo V, duque de Austria, al retirar su noble pendón de la torre de la ciudad palestina de San Juan de Acre. Esta fortificación fue conquistada en julio de 1191 por los ejércitos de Inglaterra, Francia y Austria, pero el estandarte de Leopoldo era de ducado y no de reino, por lo que Ricardo lo lanzó al foso.
Un año después, Ricardo decidió regresar a Inglaterra una vez firmada una tregua con Saladino ante la imposibilidad de tomar Jerusalén. El mal tiempo hizo que dirigiese sus naves hacia la costa adriática y continuase a pie y disfrazado de mercader, por los dominios de Leopoldo V. Cerca de Austria fue reconocido por pedir pollo asado, manjar de reyes, y portar un anillo de oro. Fui inmediatamente apresado y entregado al Emperador del Sacro Imperio Enrique VI que lo encarceló a orillas del Danubio, acusándolo, entre otras cosas, de traición por haber pactado con Saladino.
Uno de los trovadores protegidos por Ricardo, Blondel de Nesle, se propuso localizar el lugar donde estaba encerrado el soberano y recorrió todos los castillos de la zona entonando canciones que sólo conocían los dos. Sabía que si Ricardo escuchaba el comienzo de una de esas coplas compartidas años atrás, sería capaz de completarla con su timbre de voz característico. En la primavera de 1193, Blondel llegó a Dürnstein y bajo las murallas del castillo interpretó una de las piezas musicales favoritas del monarca inglés y a través de la ventana de una mazmorra le llegó el ansiado canto que identificaba al rey. La fidelidad y la música de Blondel habían dado con el paradero del monarca cautivo, que pudo ser al fin rescatado tal y como relató en el siglo XIII Ministril de Reims.
Esta bella historia, por desgracia no se ajustó a la realidad. Enrique IV nunca mantuvo en secreto el lugar donde estaba recluido Ricardo Corazón de León y desde el principio compartió la ubicación con Leonor de Aquitania, madre del rey, y con los monarcas enemigos de Inglaterra. Una vez más, la fuerza del instinto maternal hizo que Leonor se presentara en Colonia con 150.000 marcos de plata y el rey volviese a casa por Navidad y con todos los honores.
Pero es tan bella la historia de Blondel que nos resistimos a imaginar al trovador, a los pies del castillo de Dürstein, entonando con complicidad la canción dirigida al amigo. Es preferible pensar que Ricardo hubiese sido trasladado de lugar meses antes de que Blondel llegara a las murallas del peñasco fortificado y pudiese localizar el paradero del rey. De este modo, leyenda e historia serían perfectamente compatibles.
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