Componentes de Beast in Black, este lunes, en Murcia. I. R.
Concierto de Beast in Black en Murcia

Cuando la Bestia se viste de lentejuelas

La banda finlandesa Beast in Black agota entradas en su primer concierto en Murcia y sorprende con su ecléctico maridaje de power metal y pop electrónico

Martes, 31 de enero 2023, 21:57

Nunca dejará de maravillarme la capacidad de reproducción por mitosis de las bandas de rock y metal. A diferencia de otros géneros más individualistas como el pop, donde los divorcios creativos suelen acabar en disoluciones, en el mundo de los melenudos una divergencia suele ocasionar ... el nacimiento de una segunda formación no menos interesante. Al igual que otros muchos casos, cuando Anton Kabanen fue expulsado de Battle Beast no fue el final de ninguna de las dos partes, sino el comienzo de Beast in Black, cuya propuesta musical resulta paralela y complementaria a la de su predecesora. Y así, donde hubo una loca banda de power metal obsesionada con experimentar con melodías pop y ritmos discotequeros, ahora hay dos, ambas recomendables y en buena forma.

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Tras labrarse una sólida reputación en festivales, los de Kabanen se encuentran ahora inmersos en su mayor gira como cabezas de cartel, que les trajo este lunes a la sala Garaje Beat Club de Murcia un día después de agotar entradas en Madrid. Un gélido lunes de enero, con apertura de puerta fijada a las 19.30 horas, no es el panorama más favorable para un concierto, pero aún así Beast in Black consiguió registrar otro lleno.

Más sorprendente que el propio 'sold out' resultó el ansia del público por asegurarse un buen sitio. Un lunes, insisto, con un frío que pelaba, desde media tarde comenzó a formarse una cola que media hora antes de la apertura ya comenzaba a darle la vuelta al parque que hay frente al recinto. Lo agradecieron los teloneros, Firewind, que se crecieron ante la rara oportunidad de salir al escenario con una sala ya repleta de gente. Lamentablemente la banda griega no se encuentra en su mejor momento y, después de un último disco no especialmente brillante y la incorporación de un nuevo cantante de rango votal más limitado, no se puede decir que su paso fuera especialmente memorable. Para colmo, tuvieron algunos problemas técnicos que empañaron la actuación. Inexplicable la lentitud de los técnicos a la hora de solucionar el sonido del bajo, inaudible durante las primeras canciones. Extraño instrumento. Resulta fácil no reparar en él cuando está presente, pero se echa terriblemente de menos cuando no suena.

El bajista Máté Molnár y el guitarrista y segunda voz Anton Kabanen I.R.

Quizá no fuera el power metal tradicional y algo plano de Firewind el mejor acompañamiento para Beast in Black, una banda mucho más fresca y atrevida. Conscientes de ello, cerraron su repertorio con una enloquecida versión de 'Maniac', el himno de la película 'Flashdance'. Todo un acierto que sirvió para tender un puente hacia el horterismo y la desvergüenza que estaba por llegar. El hambre por disfrutar de Beast in Black era palpable, lo demostró la tremenda ovación con la que sus componentes fueron recibidos, más propia de una banda consagrada que de unos tipos que todavía no llevan ni ocho años juntos.

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Les tocaba presentar su nuevo disco, 'Dark Connection', y tomaron la obvia elección de comenzar la descarga con la canción que lo abre, 'Blade Runner'. Este claro homenaje a la película de Ridley Scott es una canción importante porque asienta las bases de un álbum de inspiración futurista que lleva un paso más allá el pop electrónico con el que Anton Kabanen comenzó a experimentar en sus dos obras anteriores, aportando incluso unos inesperados toques de italodisco que combinan con el power metal de una forma tan natural que los más tradicionalistas podrían sufrir un ictus. Pocos de esos hubo entre un público muy joven y claramente abierto a nuevos sonidos.

También en la línea temática del disco, sorprendió la cuidada escenografía, algo poco habitual en una sala de pequeño tamaño como es el Garaje Beat Club. La banda sacrificó algo de movilidad para poder instalar soportes decorados con motivos industriales, tiras de luces led multicolor y dos androides contenidos en unos tanques de laboratorio que parecían sacados de una película de ambientación ciberpunk. Un planteamiento tan poco discreto como sus pintas, una extraña combinación de cuero y tachuelas de macarras ochenteros con camisetas de la cultura pop, como el manga Berserk o un Skeletor de 'Masters del Universo'.

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Con los conciertos de rock pasa como con los partidos de fútbol. Cuando se juega en casa, la afición responde y el viento sopla a favor, resulta fácil venirse arriba. Los cinco componentes de Beast in Black lo tuvieron todo a favor en Murcia y se vinieron muy arriba, con una energía tremenda y gozando sobre el escenario como chavales de Primaria en el último recreo del curso. Con una intensidad más propia del punk, no dieron un momento de respiro y llegaron a enlazar hasta cuatro canciones seguidas sin detenerse ni a tomar un sorbo de agua.

El repertorio se presta a ello. Y es que, aunque los más sibaritas arruguen el morro y argumenten que las canciones de Beast in Black son simplonas, es en su sencillez donde radica su éxito. Siguieron con 'Eternal Fire', 'Die by the Blade', 'Revengeance Machine' y 'Unlimited Sin', componsiciones extramadamente compactas que funcionan como un tiro, con partes instrumentales efectivas pero muy contenidas y unos estribillos con sensibilidad pop que se prestan a ser coreados. Ninguna de ellas supera los cuatro minutos de duración, pero la magia está en que parecen 30 segundos.

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No hay que confundir, no obstante, esa sencillez y la aparente naturalidad de los músicos, que se prodigaron en posturitas y cucamonas, con una falta de técnica. Si se pueden permitir hacer el mamarracho es, precisamente, porque tienen un gran nivel. Y es que un solo de guitarra no debe ser valorado por su duración, sino por su efectividad, y la capacidad para sintetizar un fraseo poderoso en apenas 15 segundos es un talento por que el que muchos guitarristas matarían. Tiene especial mérito la garganta de Yannis Papadopoulos, un cantante portentoso a la par que versátil, capaz de unos agudos dignos de la mejor época de Rob Halford, pero también de entonar con sentimiento piezas más melódicas, como 'Moonlight Rendezvouz' y 'Oceandeep'. Y además cae bien.

El buen nivel técnico demostrado hace que resulte decepcionante que la inclusión de los elementos electrónicos sea mediante pistas pregrabadas, en lugar de contar con los servicios de un teclista de apoyo o, por qué no, un DJ. Anton Kabanen no considera conveniente ampliar a seis el número de miembros de la banda, pero existen otras fórmulas para hacerlo posible y, en vista del cada vez mayor peso de los sintetizadores en su fórmula, es un paso que debería abordar en el futuro.

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El repertorio repasó de forma muy equitativa los tres discos de Beast in Black editados hasta la fecha, aunque alternados para enfatizar la sensación de heterogeneidad. De este modo, la progresiva introducción de elementos electrónicos no se hizo tan marcada, sino que se mantuvo una sensación de coherencia durante todo el concierto. Payasadas como 'Crazy, Mad, Insane' o 'One Night in Tokyo' suenan mejor desde el contraste.

El ritmazo trepidante del concierto, unido a la decisión de la banda de no hacer el acostumbrado paripé de irse a los camerinos para volver dos minutos más tarde, hizo que cuando Papadopoulos presentó 'End of the World' como la última canción de la noche fueran muchos los que giraron la muñeca para ver la hora y comprobar que, efectivamente, ya había transcurrido una hora y media. 'Tempus fugit', decía Virgilio, y ciertamente el tiempo vuela cuando te lo pasas tan condenadamente bien. El verano que viene se los van a rifar en los festivales.

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