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La Mar de Músicas 2023
El más bello de los paréntesisVer 13 fotos
La Mar de Músicas 2023
El más bello de los paréntesisEl valor incalculable de los lugares donde aprendimos a crecer de puntillas. De la estación de origen, partida y reencuentro. De la manera tan específica en la que resuena el eco de las primeras voces. De las canciones que marcaron los compases iniciales de un ... carrusel de momentos que evoluciona con la naturalidad de la poesía tangible y cotidiana. Del espacio en el que se dan cita el disparo de salida y la línea de meta. De los recuerdos que se mantienen inalterables a pesar de procesiones de relojes y almanaques. Del ayer, hoy y siempre. En definitiva, del milagro de regresar sin marcharse. De que siempre parezca un prólogo. De que nunca parezca tarde. A priori, insisto, se trata de un imposible, pero, si hay unas coordenadas en el mapa donde esta utopía puede convertirse en realidad, esas son las que nos conducen hasta La Mar de Músicas de Cartagena. Y es que, como quedó sobradamente demostrado en la jornada de estreno de su vigésimo octava edición, la cual cuenta en esta ocasión con Canadá como país invitado, estamos ante un festival único en su capacidad de renovar el hechizo de la emoción, la sorpresa y la expectativa cumplida. Una serie de elementos y pilares básicos de esta imprescindible cita cultural que se dieron cita en los cuatro conciertos de un viernes en el que, si tenemos especialmente en cuenta la entrega del público, hay que destacar la preciosa actuación de Rozalén en un Auditorio Paco Martín del Parque Torres al que siempre resulta maravilloso tener la oportunidad de volver.
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Artistas: Mélissa Laveaux / Owen Pallet / Rozalén / Bala Desejo
Lugar: Plaza del Ayuntamiento / Patio del Antiguo CIM / Auditorio Paco Martín del Parque Torres / Castillo Árabe
Calificación: Muy bueno/ Notable/ Sobresaliente / Notable
Con entradas agotadas desde hace semanas, la cantante y compositora albaceteña llegaba a Cartagena en la primera de las (muy) pocas fechas que conforman este año la gira de presentación del fabuloso 'Matriz', un último trabajo donde la tradición musical de la práctica totalidad de la geografía española encuentra su justo y merecido reconocimiento y reivindicación. A través de canciones que van del euskera al gallego, pasando por el catalán, el asturiano y el castellano, Rozalén teje con su característica sensibilidad un homenaje al folclore de un país, el nuestro, al que mira y canta con el corazón al descubierto y la memoria despierta, construyendo la obra más especial, por lo que tiene de distinta, atrevida y heterodoxa, de su carrera. Ante semejante punto de partida, la expectación era máxima para un concierto que, adiós incertidumbre, enamoró de inicio a fin. Acompañada por una banda entregada a cada una de las distintas causas estilísticas que fueron marcando la velada, la artista ofreció uno de esos espectáculos que pintan con las mismas dosis de eficacia la sonrisa cómplice y la lágrima sincera, encandilando con su excelso talento vocal, cautivando con su simpatía y deslumbrando con su destreza para apoderarse de cualquier género musical que se ponga por delante. En ese sentido, brillaron con luz propia las distintas paradas en el citado 'Matriz', gran protagonista de un generoso repertorio al que terminó de redondear el conjunto de ilustres invitados que se fueron sucediendo por el escenario: Rodrigo Cuevas en 'Te quiero porque te quiero'; la Ronda de Boltaña en la apabullante 'La tumba de la golondrina'; los Fetén Fetén en 'Mar en el tigral'; la Ronda de Motilleja en 'Si me quieres escribir'; y el maestro Elíseo Parra en 'Arrión'. Sus apariciones, junto a esa joya titulada 'Es Albacete' (¡capital!), fueron los momentos más inolvidables de una noche en la que también hubo espacio para varias de las canciones más queridas del catálogo de la manchega como '80 veces', una 'La puerta violeta' interpretada entre la multitud, 'Este tren' o un festejado popurrí con 'Berlín', 'Comiéndote a besos' y 'Aves enjauladas'. No había más que observar el gesto feliz de las personas que abarrotaron el Auditorio Paco Martín cuando finalizó el concierto para saber que lo de Rozalén en La Mar de Músicas había sido un auténtico acto de amor colectivo a las canciones y raíces que nos representan y, lo más importante, emocionan.
Más introspectivo y menos festivo, aunque de un calado musical igual de intenso, resultó el encuentro previo con Owen Pallet. Cercano al prodigio constante, la actuación con la que el canadiense inauguró las tablas del patio del antiguo CIM resultó una experiencia hipnótica desde su apertura con 'This lamb sells condos' y 'The CN tower belongs to the dead', obras de arte que sirvieron para marcar un tono y atmósfera cuyo poder ya no nos abandonaría hasta la última nota, dejando por el camino instantes tan asombrosos como 'Lewis takes off his shirt', 'The passions' o una conmovedora 'Fire-Mare'. La música de este hombre orquesta navegó así entre loops, violines y guitarras con la fluidez de un río en calma, la tensión del más atractivo de los misterios y la delicadeza que late con la fuerza del mejor pop de cámara.
20.00 horas AWAKATE. Plaza del Ayuntamiento. Entrada gratuita
21.30 horas GABI HARTMANN. Patio del Antiguo CIM. 15 €
23.00 horas Fito Páez. Auditorio Paco Martín del Parque Torres. 35 €
Sin lugar a duda, otro concierto memorable de un viernes que Mélissa Laveaux había inaugurado unas horas antes desde la plaza del Ayuntamiento de Cartagena con un directo elegantísimo que mostró sus mejores cartas en los arreones de rock y que finalizó con la conquista de la madrugada desde el Castillo Árabe de Bala Desejo. Tremenda revelación la de una banda que justificó con creces su condición de fenómeno en el actual panorama musical brasileño a través de un excelente concierto donde cada melodía y armonía vocal parecía sacada del codiciado baúl de los clásicos. Otro de esos deliciosos descubrimientos tan reconocibles de un festival que, ya en su primer asalto, reactivó la ilusión genuina por volver recorrer las distancias entre sus escenarios, dejarnos la voz en decenas de estribillos, abrazar nuevas propuestas musicales y refugiarnos del ruido entre sus brazos de acera, escalera y sal. No hay paréntesis más bello que La Mar.
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