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Baile y nostalgia en el Fortaleza Sound de Lorca
Love of Lesbian cumplen como cabezas de cartel en una segunda jornada del festival en la que Varry Brava arrasó y Kuve brilló con su nuevo espectáculo
La música salva. Y lo hace sin estridencias, pero con magnificencia, que no es lo mismo, aunque concuerden en el estruendo y su después. La ... música salva. De un día de mierda, con perdón, de una rutina insalvable, con perdón, de un gris anclado en la garganta, de un cielo plomizo a punto de desprenderse, de un cristal empañado, de una razón a medias. La música salva. Con una canción que te hace sonreír cuando te equivocas anticipándote a la segunda estrofa y llorar sin remedio ni vergüenza cuando alcanza su clímax. Con una letra que puedes corear hasta perder la voz y ganar una afonía. Con un estribillo tatuado en la corteza de la piel adolescente. Con el tiovivo de recuerdos que genera una melodía en movimiento que aterriza sin dejar que sus pies lleguen nunca a pisar el suelo del todo. La música salva. Y lo puede hacer tanto en la desnuda intimidad de aquel cuarto donde descubriste, descubres, la banda sonora de tu vida como en el jolgorio de un evento multitudinario donde los temas danzan entre cuerpos asalvajados reunidos bajo el foco de un anochecer provocador en su belleza y perdición. El primero de estos espacios tendrá el título (y rostro) que cada cual quiera, y pueda, otorgarle. El segundo, en este caso, se llama Fortaleza Sound.
Tras abrir el pasado viernes su segunda edición, el festival celebrado en Lorca llegaba a la jornada del sábado con un cartel donde centelleaba con luz especial, esa que se proyecta sobre las mayúsculas que auguran, casi aseguran, una buena venta de entradas, el nombre de Love of Lesbian. Y eso que la banda liderada por el carismático Santi Balmes, la cual alcanzó hace tiempo un puesto fijo y merecido dentro de las grandes ligas del pop/rock en castellano, llevaba una buena temporada sin generar el entusiasmo y emoción logradas con sensacionales trabajos como 'Maniobras de escapismo' (2005) o, sobre todo, '1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la Luna)' (2009) álbum que (nos) marcó de una manera profunda y duradera a toda una generación. Los excesos e irregularidades de 'La noche eterna. Los días no vividos' (2012), ejemplo cristalino de un doble que habría funcionado muchísimo mejor si se hubiese podado el árbol de canciones hasta dejarlo en disco único, 'El poeta Halley' (2016) y 'V.E.H.N. (Viaje épico hacia la nada)' (2021) transmitían la peligrosa sensación de estar ante un grupo algo acomodado en una fórmula que, pese a seguir generando simpatía, hacía que la llama de la pasión se empezase a parecer demasiado a un hilo de sombras cada vez más indistinguibles. Hasta que, como siempre, llegaron los apoyos en forma de amistad. Y se unieron fuerzas sin forzar. Y regresó la inspiración sin hacer ruido, distanciándose de la pomposidad, limando hueso, divertida y pizpireta cuando toca gozar, introspectiva y conmovedora cuando toca evocar. Y así nació, en 2024, 'Ejército de salvación', trabajo elevado por las colaboraciones de Rigoberta Bandini, Amaral, Leiva, Jorge Drexler y Zahara, quinteto de ensueño, que nos devolvía la mejor versión de Love of Lesbian. Niebla disipada, sensaciones reconocibles, composiciones destacadas, un espejo del pasado que, al mismo tiempo, proyectaba un presente radiante para una formación que, sobre el escenario, completa la recuperación definitiva.
Así al menos quedó demostrado dentro de un Fortaleza Sound que se rindió ante un directo especialmente efectivo en sus viajes al ayer. Y es que, por más que temas recién llegados como 'La Champions y el Mundial, 'Contradicción', con participación virtual de la citada Bandini incluida, o '¿Qué vas a saber?' firmaran una notable presentación en sociedad, fueron los clásicos los que elevaron el espectáculo a otro nivel. Sí, 'Noches reversibles', '1999', 'Allí donde solíamos gritar', 'Club de fans de John Boy' e 'Incendios de nieve' continúan rasgándonos la garganta y el corazón como el primer día. Ha llovido, pero, lejos de ahogar, el agua acumulada desde entonces se ha transformado en bálsamo sanador.
Reyes y reina del baile
¿Qué queda después de un reencuentro así de intenso? Ganas de seguir en lo alto de la montaña rusa. ¿Y qué banda nunca falla en este tipo de situaciones? Varry Brava. Alejados de esa madrugada insondable donde suelen moverse dentro de las programaciones festivaleras, el grupo más murciano de Orihuela se mostró insaciable a la hora de convertir el recinto en una gigantesca coreografía de carne y cemento, cada rincón en un desafío de contorsionismo, cada pausa en un respiro efímero y cada canción en motivo de júbilo. En resumen: quedarse quieto no era una opción. Y lo pusieron muy fácil con temas como 'Calor', 'Satánica', 'Hortera' o el arrollador tramo final con 'La ruta del amor', brutal descarga techno, 'Fantasmas', 'Raffaella' y 'No gires'. Baños de pop colorido, travieso y refrescante que, bajo su apariencia de hits incontestables, esconden construcciones melódicas, giros, matices y arreglos de una imaginación desbordante. Brillantes composiciones para un concierto sobresaliente. Arrasando que es gerundio.
Una vez encontrados los reyes del baile, corona de sudor y estrellas adjudicada, tocaba dar con la reina. Y Kuve subió al trono desde que empezaron a sonar 'Cari cari', 'Sana sana' y Bla bla bla', robusta apertura para un directo que fue espectáculo, entrega y sentido del espectáculo. El proyecto de Maryan Frutos, puro talento, ha recibido un feliz empujón de visibilidad tras su paso por la última edición del Benidorm Fest con la adictiva 'Loca xti', pero no deja de ser una consecuencia directa de la valía que lleva demostrando desde sus comienzos. En esta nueva etapa, inaugurada con el fantástico 'No Drama', disco que conviene reivindicar cada vez que surja la ocasión, la artista murciana ha encontrado su forma definitiva, apostando por un tapiz electrónico que engalana canciones de la solidez de 'Fluye' o 'Lo que me de la gana'. Las normas y las pistas están para romperlas. Kuve lo sabe. Lo visualiza. Lo diseña. Y lo ejecuta en directo, junto a un espléndido cuerpo de baile, a las mil maravillas. Larga vida a Queen M.
Recompensas justas
En el paisaje de la recompensa y el esfuerzo, de la pelea incansable por contar historias de la manera en las que se quieren contar, con las herramientas que se quieren contar, con la sensibilidad con las que se quieren contar y retando a los gigantes con las miradas que brotan de lo real, lo tangible, encontramos a Veintiuno. Un grupo que se sigue consolidando dentro de la copiosa escena musical española gracias a una discografía que crece paso a paso, tanto en calidad como en ambición, y a un potente directo que, además de cada instante en el que se suma el saxofón a la ecuación, disfrute asegurado, atesora momentos tan altos como los que protagonizaron 'Dopamina', 'Cabezabajo', 'Armadura' o una 'La vida moderna' en la que estuvieron acompañados por Love of Lesbian sobre el escenario. Actitud, energía, ganas, ilusión, química y buenas canciones. Imposible no alegrarse de su éxito y progresión.
No lo han tenido más fácil los buenos de Shinova, veterana formación vizcaína que no ha dejado de creer en ningún momento en sus canciones hasta que han terminado estallando y cayendo sobre las palmas abiertas de una multitud que las ha hecho definitiva y pasionalmente suyas. Estaba claro desde el minuto uno, pero, incluso así, impresionó la forma en la que el público se dejó el alma en piezas fundamentales de su catálogo como 'El álbum', 'Ídolos', 'La sonrisa intacta' o 'Te debo una canción'. Rock por y para el coro con el que se vivieron algunos de los momentos más memorables de una jornada de Fortaleza Sound donde la música cortó la cinta de un nuevo verano, asentó los pilares del festival y fue liberación, confirmación y, por supuesto, salvación.
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