Ana Moura: «Siento que siempre estoy empezando una nueva carrera»

«Un lamento eterno que mira al Atlántico y solo encuentra añoranza». Ana Moura (Santarém, Portugal, 1979) asegura sentirse «totalmente identificada» con esta pincelada que dibujó Jam Albarracín allá por el 2011, tras un concierto en La Mar de Músicas, dedicada a quien por entonces era una «joven intérprete de fado tradicional».

Un buen trozo de vida y de carrera después, convertida ya en una de las grandes damas del fado contemporáneo, Ana Moura sigue hallando «añoranza». Pero también «esperanza», matiza a LA VERDAD desde su estudio de grabación. Porque el concierto que dio en Cartagena hace casi 14 años se parecerá «poco» al que ofrecerá este sábado, 25 de enero, en el Aula de Cultura de la Fundación Mediterráneo, a partir de las 20.30 horas, y en el que invita al público a descubrir «todos los rincones» de su universo, «tanto musical como personal», asegura al otro lado del teléfono. Incluso esos rincones «más íntimos» de su vida reflejados en su último álbum –'Casa Guilhermina' (2022)–, donde Moura escribe sus propias letras «sobre mi historia», y que está cargado de las influencias angoleñas procedentes su familia materna, a la que debe buena parte de la fusión que ha marcado su evolución profesional en los últimos tiempos.

Ana Moura, con su voz profunda pero aterciopelada, su constante caricia en el oído y en el alma, protagoniza el primero de los conciertos que la Fundación Mediterráneo ha organizado dentro del ciclo 'Fado en la Fundación', dedicado a este género musical declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Después de Alicante, Murcia es una de las primeras –y privilegiadas– paradas antes de ciudades como Berlín y Osaka, adonde llegará la propuesta cada vez más innovadora de una cantante que ha llegado a actuar con los Rolling Stones y en escenarios como el Carnegie Hall de Nueva York. «De raíz fadista, pero con una historia repleta de diferentes géneros musicales», según sus propias palabras, Ana Moura cumple dos décadas de brillante carrera desde que publicó su primer disco. Veinte años de experiencia, de éxitos y también de muchos recuerdos.

–¿Más saudade que nunca?

–Para mí es muy complicado pensarlo en años (risas). Siento que estoy empezando siempre un nuevo ciclo, una nueva carrera profesional. Obviamente, si pienso en mi primer disco, es algo por lo que siento mucho cariño, que me trae buenos recuerdos. Pero estoy viviendo una fase completamente diferente. Como si estuviera empezando de nuevo.

Marcada siempre con la etiqueta de 'renovadora' de la tradición fadista –que le pregunten a Rosalía con el flamenco–, la cantante reconoce que siempre se ha sentido «bien recibida y bien tratada» por el núcleo más tradicional de la música portuguesa por excelencia. Y eso que muchas de las creaciones de Ana Moura «no son fado» propiamente dicho, recuerda. Eso sí, también recuerda que la gran Amalia Rodrigues sacaba música que, en su época, «no era considerada fado, compuesta por músicos franceses, por ejemplo, y ahora son grandes clásicos del género».

«Siempre intento seguir mi camino, que las cosas nuevas no dejen de deslumbrarme», deja claro Moura, que se siente «feliz» en todo lo que hace. «Incluso si no estoy cantando», matiza. Y por eso acepta sin problemas las etiquetas que vengan. Básicamente, porque tiene claro que quiere «vivir, conocer, descubrir y apasionarme con nuevas formas de expresarme a través de la música».

Por eso mismo, el concierto que Ana Moura ofrecerá este sábado en el Aula de Cultura de la Fundación Mediterráneo será «muy diferente» al de aquella ocasión en La Mar de Músicas donde sonó, dejó escrito Jam Albarracín, «un fado clásico, escueto, sobrio y esencial». Un fado, como mandan los cánones del fado, «capaz de bajar la moral hasta a los del Alcoyano. O sea, bien». Porque, ahora, Ana Moura tiene música que incluso a la gente «le apetece bailar», avisa. El tema 'Corridinha', incluido en su último álbum, es buena prueba de ello. También 'Jacarandá', con texturas R&B y aliño kizomba. «Es más festivo», define. Recordemos: «Añoranza sí, pero también esperanza». Siempre con un «pensamiento positivo», subraya la artista. «Como las olas del mar, que se van, y nos dejamos llevar con ellas, con algunas cosas tristes, pero siempre vuelven con cosas buenas, con esperanza».

En este caso, las olas del Atlántico se llevaron algo del fado tradicional y trajeron en su lugar «ritmos angoleños, fandango y un poco de electrónica» –sí, electrónica– para complementar esa raíz fadista que siempre acompañará la propuesta de Ana Moura, que ha comenzado este 2025, cargada de «optimismo». El optimismo, en su caso, siempre se impone al pesimismo. Porque, incluso en estos tiempos convulsos, de incertidumbre y de «trumpismo», deja claro la cantante, «la lucha por los valores humanos siempre se acaba imponiendo». Porque «el amor siempre acaba ganando al odio». Porque, aunque parezca que el pesimismo y la añoranza son imbatibles, que la nostalgia es el único clavo al que agarrarse en medio del oceáno, siempre acaban volviendo las olas de «esperanza».

Entre esas nuevas olas destaca una bien grande en forma de propósito para Ana Moura en este 2025. Y ese propósito no es otro que seguir «componiendo canciones» para ese «universo musical» que, dentro de unos años, será «completamente diferente» al que habita en la actualidad, advierte. Un universo donde Ana Moura seguirá siendo la estrella indiscutible del fado –y lo que no es el fado– portugués.