La alegre revancha del B-Side Festival

Tras su inolvidable paso hace unos meses por la plaza de toros de Murcia y la histórica noche que protagonizaron en la última Mar de Músicas celebrada en la ciudad portuaria, en esta ocasión fue Molina de Segura la localidad que quedó arrasada a causa de la imparable fuerza instrumental y el arsenal de canciones fabulosas que presenta una formación que camina y crece en un estado de gracia permanente. Y es que, desde la coreada apertura con 'Los perros' hasta el frenético desenlace con la radiante 'Cariño', la banda cartagenera, completada sobre el escenario como ya es costumbre por Pedro Quesada, fiel escudero de cuerdas afiladas, brindó un espectáculo de primera categoría donde resultaron igual de abrumadoras las convulsiones rock ('Veneno', 'Escorpio y sagitario', ''Antiaéreo', 'Abajo') que los arreones pop ('Qué vida tan dura', 'Virtud y castigo', 'El beso') o piezas como 'Cowboys de la A3', 'La salvación', 'Exoplaneta' y 'Copilotos', inmensas baladas para tatuarse en el corazón. Poco o nada importa que hayas vibrado anteriormente con varias paradas de sus giras o que conozcas casi al dedillo el orden en el que se irán sucediendo los temas, ver a Arde Bogotá en acción es siempre como la primera vez. Es decir, una experiencia tan vertiginosa como deslumbrante, tan épica como liberadora, tan excitante como sanadora.

Parece evidente que el concierto de los cartageneros habría funcionado en cualquier tipo de contexto, pero está claro que el ambiente generado previamente por Lori Meyers terminó de ayudar a obrar el hechizo. A estas alturas de la película, hablamos de una banda que comenzó su trayectoria en la década de los noventa, los granadinos controlan a la perfección el ritmo interno de su espectáculo, manejando con sabiduría los niveles de intensidad y combinando clásicos pasados ('Luciérnagas y mariposas', 'Luces de neón', 'Tokio ya no nos quiere') con joyas presentes como 'Seres de luz' o 'Punk' hasta alcanzar un clímax memorable con Emborracharme', '¿Aha han vuelto?', 'Mi realidad' y 'Alta fidelidad'. Solamente por tener la oportunidad nuevamente de cantar a pleno pulmón y danzar torpemente con semejante traca final, luego vendrán las afonías y agujetas, ya mereció la pena volver a sumergirse en el universo colorido, psicodélico, alocado y armonioso de Lori Meyers. Por muchas más inmersiones.

Igual de feliz fue el reencuentro con Carlos Vudú, brillante compositor y cantante murciano que se subió al escenario del B-Side acompañado por el Clan Jukebox, infalible banda que engrandece cada una de las canciones con las mismas dosis de contundencia que de elegancia. Y conviene señalar el espléndido nivel que presenta un repertorio que ha sumado recientemente cuatro temas que bien podrían ser lo mejor que han firmado Vudú y compañía hasta la fecha: 'Crimen y castigo', 'Hasta que el sol nos alcance', 'Perros románticos' e 'Instante perfecto'. Maravillosas compañeras de viaje para 'Agua turbia', 'Tratados de soledad' o 'Mira dónde estoy', temas que adquieren un alcance todavía mayor en una actuación irreprochable de inicio a fin.

En lo que respecta al resto de jornada, las Hinds demostraron que las transformaciones sufridas en la formación con la marcha de dos de sus componentes, Ade Martín (bajo) y Amber Grimbergen (batería), no han supuesto un cambio significativo en su destreza para brindar un recital de punk pop efusivo, refrescante y efectivo al cien por cien. Así, las carismáticas Carlotta Cosials y Ana García lideraron una trepidante actuación donde destacaron las sensacionales 'New for you', Good bad times' y 'Boy'. Por último, La Plazuela demostró que el poderío de su fantástico debut, 'Roneo Funk Club', se transmite igual de bien en estudio que sobre la brisa festivalera. Más que un concierto, lo suyo fue como activar una apasionante coctelera de géneros donde viajamos del flamenco a la electrónica, pasando por el disco-funk, la rumba o el acid jazz, entre muchos otros. Especialmente convincente cuando fundían la pista de baile con la nostalgia, como en las fantásticas 'Soulseek' y 'Péiname Juana', el directo de La Plazuela supuso un sorprendente y estimulante cierre para esta decimoctava edición del B-Side Festival. Revancha cumplida.