DALL-E
La columna de la Academia

Música culinaria

Lunes, 2 de septiembre 2024, 02:00

Es completamente posible que una misma comida genere diferentes sensaciones y emociones en función de la música que la acompaña. Esta idea se apoya en la interacción entre los sentidos, especialmente entre el oído y el gusto, una relación que ha sido objeto de estudio ... en la neurogastronomía y la psicología sensorial.

Publicidad

La música con tonos graves o bajos puede intensificar la percepción de sabores amargos o umami. Un plato con un perfil de sabor amargo, como el chocolate oscuro, podría parecer más intenso o profundo cuando se acompaña de música con estos tonos. Por otro lado, la música con tonos agudos puede realzar la percepción de la dulzura. Un postre, como un mousse de frutas, podría percibirse más dulce y ligero cuando se acompaña de música de tonos agudos y brillantes.

La música con un ritmo rápido y enérgico puede hacer que los comensales perciban los sabores como más vibrantes y emocionantes, generando una sensación de dinamismo y vivacidad en la experiencia de comer. Una música con un ritmo más lento y pausado puede hacer que la experiencia de comer sea más reflexiva y contemplativa. Los sabores pueden percibirse como más complejos o ricos, invitando al comensal a disfrutar y analizar cada bocado con mayor detenimiento.

La música clásica o instrumental suave tiende a crear un ambiente más elegante y sofisticado, lo que puede hacer que los alimentos sean percibidos como más refinados. Incluso un plato sencillo podría parecer más lujoso bajo la influencia de este tipo de música. La música pop o rock puede inducir una sensación más informal y relajada. Un mismo plato podría sentirse más «divertido» o «casual» si se acompaña de música pop o rock, haciendo que el comensal lo disfrute de manera más desenfadada.

Publicidad

Algunas investigaciones han demostrado que el sabor del vino puede cambiar dependiendo de la música que se escuche. Un vino tinto puede parecer más robusto y complejo con música clásica, mientras que la misma copa podría parecer más ligera con música pop. Del mismo modo, algunos estudios han explorado cómo las notas altas pueden hacer que los postres parezcan más dulces. Por ejemplo, un pastel que se percibe como dulcemente equilibrado con música de piano de tono alto, podría parecer menos dulce si se escucha una melodía con cuerdas graves.

Todo indica que la música también influye en el estado de ánimo, lo que a su vez afecta a cómo percibimos el sabor. Una música alegre y optimista puede hacer que un plato se sienta más satisfactorio, mientras que una melodía melancólica podría intensificar la sensación de profundidad y complejidad en los sabores. La música no solo es un acompañamiento auditivo durante las comidas; es una herramienta poderosa que puede cambiar la forma en que experimentamos los sabores. Un mismo plato puede ofrecer experiencias completamente diferentes en función de la música que lo acompaña.Un mundo de posibilidades tanto para chefs como para entusiastas de la gastronomía, experimentando con la música para amplificar o alterar las percepciones sensoriales de un plato.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad