La enfermera pediátrica Mirella Rosique es especialista en la pérdida y el duelo. VICENTE VICÉNS / AGM
La semana de

Mirella Rosique, cuidadora de vidas y compañera en el duelo

Comprometida y vocacional, esta enfermera jubilada experta en paliativos pediátricos forma parte del Comité de Ética Asistencial de La Arrixaca y aspira a que la sociedad murciana viva la muerte como un proceso más

Domingo, 3 de diciembre 2023, 08:12

Con la sutileza de quien no sabe ni quiere enjuiciar y la calidez de quien ha hecho del acompañamiento su brújula inevitable, habla como vive Mirella Rosique, enfermera pediátrica especialista en duelo. Si una forma de expresarse se plasmara en un abrazo, sería el suyo ... firme y a la vez delicado, sereno y reconfortante, directo aunque respetuoso, a la espera. De raíces paternas murcianas, italianas por línea materna, esta francesa de cuna se hizo murciana por amor hace más de 30 años, tras la estela de lo que en una playa de Torrevieja confundió con un simple enamoramiento de verano. Comenzó entonces, sin imposiciones, su aportación al cambio asistencial en la atención al duelo pediátrico en La Arrixaca, que dio en 2016 un paso de gigante con las primeras Jornadas Regionales de Pérdida y Duelo. Como un faro que comenzó a señalarle el camino de vida, la enfermera catalana Teresa Piulachs le inculcó en su época de estudiante la necesidad de afrontar la muerte no como un fracaso médico, sino como una responsabilidad del sistema que los profesionales tenían que ofrecer. Jubilada ya, pero vinculada aún al Comité de Ética Asistencial del hospital universitario, recuerda a todos y a cada uno de los niños a los que ha acompañado en sus últimos momentos, a los padres y madres a los que ha ayudado a visibilizar y validar el dolor. Generosa hasta olvidarse de sí misma, aunque no lo reconoce por sincero pudor, dejó atrás sus días de motera y sus anhelos de enviar postales por amor, familia y trabajo. Ahora, más liberada de agenda, sueña con viajar a la India aunque sigue asesorando de forma altruista a profesionales sanitarios, maestros y familias.

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  1. Lunes

8.00 horas. Me gusta meditar por la mañana, hago yoga kundalini desde hace un año. Era una asignatura pendiente y me he aficionado. Tiendo a mirar mucho a los demás y quiero cuidarme un poco. Hay que tener la capacidad de no quedarse con el dolor ajeno. No puedes acumular mochilas de sufrimiento porque, si no, no puedes ayudar. Después desayuno: café con leche con tostadas de mermelada de frambuesa y chocolate negro fundido. Es un manjar para mí y tengo un marido maravilloso que cuando puede me lo lleva a la cama.

«No puedes acumular mochilas de sufrimiento; si te quedas con el dolor ajeno no puedes ayudar»

  1. Martes

10.00 horas. Mi refugio especial es la lectura. Tengo muchos libros sobre duelo, psicología, filosofía y ética, porque me interesa saber cómo puedo ayudar mejor. También me gusta escribir, con lápiz, lo que pienso y siento.

12.00 horas. Aspiro a que se pueda hablar de las emociones del duelo en la sociedad murciana, a que volvamos a introducir esta parte de la vida como algo normalizado. Si vivimos la muerte como un proceso natural, evitaríamos duelos complicados y patológicos. Las familias volverían a entender que hay que acompañar al final de la vida de cierta manera, reconocer la pena. El luto de las personas ya no es visible, no hay sostén social ni reconocimiento de este parón que necesitamos al estar de duelo.

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  1. Miércoles

18.00 horas. Ya estoy maquinando las jornadas del año que viene. También estamos actualizando una página web con todos los recursos que existen en la Región para acompañar en el duelo y que se han multiplicado desde las primeras jornadas. En aquel momento se descubrió que había una necesidad entre los profesionales que estaba muy callada. La muerte sigue siendo un tema tabú, que se ve como un fracaso en el ambiente sanitario. Los niños son grandes maestros, la vida está en ellos con una fuerza tremenda hasta el último momento. Son capaces de reír al morir.

  1. Jueves

11.00 horas. Los propios niños tienen duelos. A eso me dedico también, a hablar con ellos de la vida, de la muerte, de cómo manejar las emociones cuando pierden a un ser querido. Me han contactado de un colegio de Murcia, porque había fallecido un niño y los maestros de Primaria no sabían muy bien cómo afrontarlo con los demás compañeros. También ayudo a los papás en su domicilio si me necesitan. No voy de salvadora por la vida, solo soy una acompañante en este dolor tan inmenso que es perder a un hijo.

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17.00 horas. Hago cerámica y voy a clases una o dos veces por semana. En Torrevieja me he buscado un taller para ir cuando estoy de vacaciones. Tengo cuatro amigas contadas en España, y en Francia una amiga del alma. La amistad es un amor incondicional, un vínculo de respeto absoluto, haya distancia o no. Mi mayor aspiración es que me quieran, con mis luces y mis sombras.

  1. Viernes

13.30 horas. No me gusta cocinar por obligación. Ahora cocino cuando me apetece. Mi especialidad son las quiches y una tarta de chocolate con una receta personal que he transmitido a mis hijas. También hago bizcochos. Cuando trabajaba de noches en La Arrixaca me llevaba una tableta de chocolate para compartir a diario.

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15.00 horas. Todos los días tenemos pesadillas en la tele, vemos violencia y guerra. Me gusta saber lo que pasa en el mundo, pero sin darme un baño de noticias. Me gusta tener opiniones diversas, porque no hay nadie que no pueda aportar su granito de arena en cualquier momento. Creo en la bondad de la gente y prefiero pasar por tonta de tan crédula que soy. No me importa.

  1. Sábado

10.30 horas. El mejor regalo de mi vida son mis hijas. Las dos son buenas personas, bonitas, mujeres independientes, valientes. Estoy muy contenta de ser mujer, aunque la sociedad no nos lo ponga fácil a veces.

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19.00 horas. Me encanta el silencio, aunque puedes pillarme un día en casa con la música a tope, bailando sola, un rock de los años 80. Supongo que es parte del niño que tenemos dentro y que es muy importante mantener vivo.

  1. Domingo

13.00 horas. Hacemos pocas escapadas, porque mi marido sigue trabajando. Me gustaría viajar más. De joven hacía rutas en moto por el sur de Francia, o me iba de 'camping' yo sola con mi coche. Donde llegaba compraba postales, a veces solo para guardar las fotos, sin escribir nada.

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