Este viernes, la sede de Fundación Mediterráneo en Murcia acogía, con una sala llena hasta la bandera, la tercera edición de 'Mujeres en danza', una ... gala que desde 2023 acoge a las figuras femeninas -y murcianas- que crean, interpretan y le dan vida a la danza mayormente fuera de su región. Porque nadie es profeta en su tierra, aunque a la tierra bien le guste celebrar sus éxitos.
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Presentaron en el escenario un caleidoscopio de bailarinas que, cada una con su voz y estilo, definen y desdibujan a la vez qué significa ser mujer en escena. Desde la delicadeza y fragilidad, introspección e inteligencia, hasta la voracidad y fiereza, estas seis mujeres mostraron las seis caras de un dado.
El espectáculo: 'Mujeres en danza'. 7 de marzo. Fundación Mediterráneo.
Intérpretes Piedad Albarracín, Susana Algora, Inés Hellín, María Muñoz, Aroa Pazos y Natalia Thaïs.
Calificación: Bien.
Abrió Inés Hellín con 'La Suerte', fragmento de la obra 'Póker Flamenco', quien volvería a salir más tarde con una guajira de creación propia, tras el anuncio de que Maise Márquez, una de las participantes previstas, no podía estar presente por enfermedad. Una noticia que generó un suspiro en la sala, y a quien sin duda deseo una pronta recuperación. Pero siguiendo al hilo, suerte fue la de ver la 'Guajira de concierto' de Hellín, que si bien fue una pieza más desnuda de adornos escenográficos, fue igualmente transparente hacia la esencia que más le favorece. Piedad Albarracín entró como una bocanada de aire que atravesaba su cuerpo en forma de s, como las que se expiraban en sus poemas recitados en voz en 'off', y con las que abarcaba hasta el último hueco del escenario. María Muñoz bailó la icónica muerte del cisne, acompañada de Laura Giménez al chelo. Destacaron sus brazos, unas ondas suaves de agua que poco a poco se convirtieron en alas temblorosas que buscaban aferrarse al poco aire que un estado agonizante permite respirar. Cerró la gala 'Hembra', de la alhameña María Belchí, interpretada por Susana Algora, Aroa Pazos y Natalia Thaïs. Es una pena que María no pudiese estar presente para sentir al público vitorear su obra: una pieza de escuela bolera en forma, y de naturaleza cruda y lobuna en alma. Es energéticamente visceral y explosiva, pero con un movimiento meticuloso y firme; una danza de contrastes cuyos pies seguían el beat rápido de la música dance, mientras torso y brazos dibujaban con mucha finura los braceos clásicos de la escuela bolera. Y qué decir de esos abanicos que de golpe son lenguas y lunas menguantes.
'Chapeau' a las tecno-meninas, que despidieron con una energía electrizante una gala que dejó al público con ganas de más. Habrá que aullarle más a la luna, o esperar a la próxima vuelta al sol, para no olvidar que la danza es, hoy y siempre, femenina celebración y resistencia, aunque efímera. Porque seguimos viendo partir a quienes no pueden triunfar en casa.
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